viernes, 4 de agosto de 2017

Apuntes Críticos sobre la primavera árabe en Libia*

Una semana después del 17 de febrero del 2011, un grupo divisionista del partido Socialista Unido de Venezuela: llamado Marea socialista… publicó un manifiesto en el portal de Izquierda rebelion.org, y, yo quiero citar a continuación dicho manifiesto títulado: Gadafi masacra a manifestantes desarmados.

El pueblo de Libia vencerá: La Revolución Árabe se instaló en Libia. Y aquí ha adquirido su rostro más violento. El gobierno de Gadafi ha desatado una masacre que muestra a los pueblos del mundo el horror de que son capaces los dictadores sumisos o no al imperialismo. Los bombardeos aéreos de manifestantes en la segunda ciudad más importante de Libia y el fuego recorriendo Trípoli, la capital, son testigos de esta masacre.

Algunos en el mundo pretenden dudar de la realidad de ese levantamiento. Insinúan el interés de la OTAN y del imperialismo en su afán de mantener el control sobre el petróleo y el gas de Libia. Y de todo el mundo árabe. Este argumento es falso aunque exista ese interés.

Si hiciera falta una prueba, la sola medida de cortar las comunicaciones con el exterior, la telefonía fija e internet es una medida de guerra de un Estado. Pero en este caso es contra un pueblo rebelado contra una dictadura.

De líder independentista a fines de los 60 del siglo pasado Gadafi se ha convertido en un dictador capitalista socio de la Unión Europea a la que suministra el fino petróleo de su desierto y es aceptado por Estados Unidos con quien en los últimos años ha tenido un contubernio. El precio de esta metamorfosis lo pagó y lo paga el pueblo libio.

Los mismos que ponen en duda la realidad de los hechos también sugieren, claro que no abiertamente, que algo similar pasa con las revoluciones en Túnez y en Egipto. Pero ninguno de los “defensores del pueblo Libio” contra las intenciones de la OTAN se ha pronunciado a favor de los cambios democráticos pedidos por esos pueblos. Ni rechazan abiertamente las masacres que se están produciendo.

Una insurrección en toda la línea

Lo que está sucediendo en Libia es una sublevación popular en toda la línea. Una insurrección contra una dictadura que está probando que es sangrienta. La división en diferentes tribus, unas aliadas y otras supuestamente enemigas de Gadafi, forma parte de una realidad que se está manipulando para construir el relato de “oscuros” intereses que se esconderían detrás del levantamiento.

Sin embargo, lo que ocurre es parte del movimiento sísmico, del terremoto democrático que recorre el mundo árabe, toda África, Asia y Europa. Estos países que se mantienen firmes en rebeldía, principalmente sus jóvenes, están cansados de represión, mordaza y falta de futuro, han salido a la calle y ya no volverán atrás. Sobre todo porque no tienen retorno. En las calles de Trípoli y de todas las ciudades de Libia la suerte está echada, o triunfa la insurrección popular y salen Gadafi y su régimen o triunfa Gadafi y provocará un baño de sangre enormemente superior al que se ha visto hasta ahora.

Por eso un sector importante de las fuerzas armadas se ha pasado a la rebelión. Por eso las masas no temen a la represión. Porque saben que si retroceden será peor.

Está en curso una insurrección en toda la línea, pero como sea que concluya este capítulo de la Revolución Democrática en Libia, no será con un sector del viejo régimen tratando de imponer una salida ordenada. No quedará piedra sobre piedra de ese régimen ni de su vetusto dictador.

Viva la revolución democrática árabe

Marea Socialista se pronuncia categóricamente en solidaridad con el pueblo Libio y el pueblo árabe que lucha por conquistar libertad y democracia. Debajo del manto de mentiras o falsas interpretaciones interesadas está la realidad de un pueblo sojuzgado por casi medio siglo.

Las transformaciones democráticas que piden los pueblos árabes no son solo el derecho al voto. Está también y sobre todo, la necesidad de una vida digna. Trabajo, nivel de vida, y perspectiva de un futuro negado por esos dictadores y sus regímenes. Los pueblos, las masas de esa región del mundo han encontrado el camino de la lucha para lograr lo que quieren. Ese fantasma recorre todos los continentes. Y en su lucha han abierto las puertas a la revolución internacional contra el capitalismo y sus regímenes de opresión y miseria.(1).

Me llama mucho la atención la fecha de la publicación del manifiesto que acabo de citar, una semana después del 17 de febrero del 2011, quiero expresar que la pequeña  fracción de Marea Socialista es un pequeño grupo de izquierda venezolano; divisionista y disidente del partido Socialista Unido de Venezuela: principalmente;  los miembros de  Marea Socialista, son académicos, y estudiantes universitarios que dirigen la línea editorial del portal alternativo venezolano Asamblea popular Americana(Aporrea). Como la izquierda europea; el Partido Marea Socialista difundió la siguiente matriz de  opinión:´´ Gadafi masacra a manifestantes desarmados’’. Obviando el siguiente hecho… en Libia en febrero del 2011 se desarrollaba una guerra multiforme o GUERRAS HÍBRIDAS:’’ durante los acontecimientos de 2011 conocidos como “primavera árabe”, que inmediatamente reconocí como una serie de revoluciones de color, pero que de manera interesante se convirtieron en unas pocas notorias guerras no-convencionales.’’ (2). Pero, ¿qué quiere decir esto? En  Libia; las  potencias occidentales provocaron una guerra para desarticular el Estado-Nación,  también esta Guerra Multiforme tenía como objetivo: destruir la visión panarabista de Libia, la cooperación Sur-Sur, en el tercer mundo y el liderazgo del Coronel Gadafi en toda África.

El Coronel Gadafi y las Causas justas

Muammar Gadafi siempre le exigió a la Surafrica del Apartheid, la liberación de
Nelson   Mandela, también Gadafi demostró su solidaridad con los sindicatos de Mineros :durante una huelga, en los años 80, en el Reino Unido, durante el   gobierno de la Primera Ministra Margaret Thatcher (3).

África después de Gadafi: Rememorarse también que África ha sido, hasta hace apenas unos decenios, tierra de colonización. De una colonización impuesta por las potencias europeas a sangre y fuego, a base de guerras, exterminios y deportaciones. Todos los poderes locales que osaron oponerse y resistir a los conquistadores –portugueses, holandeses, británicos, franceses, alemanes, italianos o españoles– fueron aplastados.

En el aspecto económico, las potencias coloniales establecieron, de modo autoritario, una economía fundada en la exportación de materias primas hacia la “metrópoli” y en el consumo obligatorio de productos manufacturados producidos en Europa. De esa manera, África perdió en los dos tableros. Y esa doble explotación, por lo esencial, no se ha modificado.

Por ejemplo, Costa de Marfil, primer productor mundial de cacao (el 40% del volumen mundial) nunca ha podido desarrollar una industria chocolatera exportadora. Lo mismo se puede afirmar de Malí o Níger, dos de los principales productores de algodón, quienes se han hallado en la imposibilidad de montar una verdadera industria textil. Y eso porque, en general, las excesivas tarifas aduaneras impuestas por los países importadores ricos a los eventuales productos elaborados en el Sur arruinan toda posible competencia con los productos fabricados en el Norte.

Los países desarrollados quieren conservar la exclusividad de la transformación de las materias primas, o, en el marco de la globalización liberal, aceptan deslocalizar sus fábricas hacia China o Bangladesh, donde la mano de obra es hábil, dócil y sobre todo barata, pero no están en absoluto dispuestas a invertir en África, ni en desarrollar en este continente un sector industrial importante.

La división internacional del trabajo, efectuada en favor de los intereses de los países del Norte, atribuye a África un papel subalterno, marginal, lo cual impide a este continente entrar en la espiral virtuosa del desarrollo.

Las fabulosas riquezas mineras y forestales del continente africano son vendidas a precios de saldo, para el mayor enriquecimiento de las empresas importadoras y transformadoras del Norte. De ese modo, no se crean empleos ni siquiera en las industrias agroalimentarias, que es el sector básico a partir del cual se puede edificar un verdadero desarrollo agrícola, y más tarde industrial. Por eso también, África es el último continente que aún conoce con regularidad crisis alimentarias y hasta hambrunas.

Esta región del mundo, tan a menudo calificada por los medios dominantes del Norte de “subdesarrollada”, “violenta”, “caótica” e “infernal”, no habría conocido tal inestabilidad política – golpes de Estado militares, insurrecciones, masacres, genocidios, guerras civiles, terrorismo yihadista–, si los países ricos del Norte (empezando por las antiguas potencias coloniales) le hubiesen ofrecido posibilidades de desarrollo reales en lugar de seguir explotándola. La pobreza creciente se ha convertido en causa de desorden político, de corrupción, de nepotismo y de inestabilidad crónica. Y esta misma inestabilidad desalienta a los inversores, tanto locales como internacionales. Con lo cual se cierra el círculo vicioso del laberinto de la pobreza.

Todo esto explica por qué hoy un (o una) joven del sur del Sahara, en plena salud y a menudo con buena formación educativa, no desea seguir viviendo en lo que es el calabozo del mundo. Decenas de miles, en este momento, están marchando hacia los vados que conducen a Europa, con la esperanza de poder vivir, por fin, una vida normal. Y quizá también con la reivindicación inconsciente de que algo les debemos de nuestra riqueza actual.

Esto es solo el comienzo, y no se sabe qué tipo de muros habrá que construir para desalentar el flujo. Porque el Banco Mundial acaba de advertir de que la bomba demográfica ya ha estallado, y que ya hay en los países pobres unos 2.500 millones de jóvenes menores de 22 años que no encuentran trabajo en sus países. Y cuya única perspectiva es correr al asalto de las murallas de Europa...

Para algunos países africanos del Sahel, que están entre los Estados más pobres del mundo, como Malí, Burkina Faso, Níger y Chad, el algodón, “oro blanco”, representa entre un 30% y un 40% del valor de sus exportaciones. Es, por consiguiente, un producto vital del que, en estos Estados, viven directamente tres millones de agricultores e indirectamente más de quince millones de personas… “El algodón está ligado a la historia de África y a la penosa historia de la esclavitud –dice Aminata Traoré, exministra de Cultura de Malí–, pero hoy queremos que nos ayude a liberarnos y no que nos esclavice de nuevo”.

Estos países pobres, en los últimos decenios, han sacrificado otras infraestructuras y han hecho esfuerzos considerables (construcción de embalses, canales de riego) para aumentar las superficies dedicadas al cultivo del algodón. Y hoy se encuentran en una situación dramática porque, a pesar del bajísimo coste de una producción realizada por campesinos pobres, el algodón africano se vende mal a la exportación y resulta más caro que el que producen algunos países ricos como Estados Unidos, que controla el 30% de las exportaciones mundiales de la fibra blanca.

¿Cómo es posible que el algodón producido a precio de oro en Norteamérica resulte más barato que el que se cultiva a coste infrahumano en África? Sencillamente porque Washington vierte a sus productores de algodón unas subvenciones anuales de unos 3.000 millones de dólares… Por eso el algodón estadounidense puede venderse en el mercado internacional a un precio inferior al de su coste y hasta más bajo que el precio del “oro blanco” africano.

Consecuencia: si esas subvenciones se mantienen, se producirá una catástrofe económica de gran envergadura en esos países africanos del Sahel que ya se encuentran entre los menos avanzados del planeta. Millones de agricultores seguirán abandonando el campo para ir a enrolarse en los ejércitos yihadistas que controlan gran parte del Sahel; o irán a hacinarse en los barrios de chabolas de las periferias urbanas desde donde la miseria y el hambre empujarán a los más atrevidos a tratar de emigrar a Europa. A bordo de cayucos hasta Canarias, o atravesando el desierto del Sahara hasta Libia intentando después cruzar a Italia.

Del algodón a la patera solo hay un paso. Y aunque parezca que una cosa no tiene que ver con la otra, los países de la Unión Europea, y entre estos los más expuestos a la entrada de los inmigrantes clandestinos subsaharianos, deberían insistir para que se supriman las subvenciones a las exportaciones agrícolas, y en particular a las del algodón, que solo benefician a unos miles de agricultores norteamericanos mientras arruinan a millones de africanos.

Recordemos que la actividad principal, a escala planetaria, sigue siendo la agricultura. De todos los campesinos del mundo, apenas unos 30 millones disponen de un tractor, 250 millones trabajan con instrumentos de tracción animal y 1.300 millones usan herramientas manuales… Esa es la dramática realidad de la agricultura de hoy.

En junio de 2005, para tratar la situación de África y como coartada en dirección a la opinión pública mundial, los jefes de Estado del G-8 invitaron a los presidentes de Sudáfrica, Argelia, Etiopía, Ghana, Senegal y Tanzania, además de a Kofi Annan, entonces secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La idea de Tony Blair, primer ministro británico en aquel momento y que presidía ese G-8, era reducir la deuda externa de los países intermediarios, después de haber reducido la de trece países pobres de África. También proponía aumentar la ayuda pública al desarrollo (APD) unos 25.000 millones de dólares al año durante un lustro hasta alcanzar el 0,75% del producto nacional bruto (PNB). El presidente estadounidense George W. Bush se opuso a ello bajo el pretexto de que África no sería capaz de absorber tal cantidad de capitales... Sin embargo, la ayuda propuesta por Tony Blair era inferior a lo que estaba costando entonces la guerra de Irak. Otros observadores recordaron que Estados Unidos consintió consagrar, después de la Segunda Guerra Mundial, no el 0,75% de su PNB, sino el 1% durante cuatro años para ayudar a reconstruir Europa con el Plan Marshall...

Si de verdad quisieran ayudar a África, los países ricos tendrían que tomar, con urgencia, cinco sencillas medidas:

— Primera, suprimir definitivamente la deuda externa africana (por cada dólar prestado, África ya ha devuelto 1,3 dólares solo en intereses).

— Segunda, suprimir las subvenciones a las exportaciones agrícolas que inundan, a precios de saldo, los mercados de los países en desarrollo y destruyen la agricultura local.

— Tercera, abrir los mercados agrícolas de Norteamérica, de la Unión Europea y de Japón a los productos africanos.

— Cuarta, aceptar que los países africanos establezcan una política proteccionista en favor de sus producciones locales tanto agrícolas como industriales, sin que el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial los sancione.

— Y quinta, reorientar la investigación farmacéutica para curar las epidemias endémicas de África (cuando hoy, el 90% de la investigación farmacéutica está orientada a mejorar la vida del 10% de la población rica mundial).

Los recursos abundan y existen soluciones para erradicar la pobreza en África y en el resto del planeta; falta voluntad política. ¿Cuándo se acabará de admitir que suprimiendo la pobreza y las injusticias, se suprimen las principales causas del terrorismo en el mundo?(4).


FUENTES CONSULTADAS:
  1. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=122999
  2. http://katehon.com/es/article/entrevista-referente-las-guerras-hibridas-con-andrew-korybko
  3. https://elpais.com/diario/1984/11/02/opinion/468198009_850215.htm
  4. http://www.sinpermiso.info/textos/el-gran-sueno-africano

 Ramiro Gómez

*Este artículo ha sido enviado expresamente por su autor para su publicación en esta página. Hecho. Si consideráis interesante hacer llegar alguna aportación, bienvenida. Las iré publicando, tal vez una o dos al mes. 

Por cierto, en la historia de Libia, como en la de cualquier otro país, está bien hablar de historia pero, sobre todo, del hoy y de hacia dónde se va. Por ejemplo, en la Libia actual casi nadie habla del papel del régimen fascista de Israel. Cuando los medios de propaganda de ese país realizan halagos del tipo que "gobierna" Libia hoy entiendo que lo que hay es una penetración de los intereses israelíes en ese país. Es sabido que ha habido ataques de Egipto contra los yihadistas y contra quienes pelean contra Haftar y es muy probable que también los haya habido de Israel. Egipto no es el único país árabe que bombardea en Libia, también lo hace Emiratos Árabes Unidos. ¿Cuáles son los intereses del régimen fascista de Israel en Libia? Pues petróleo y armas. Se comenta que Libia e Israel están hablando, precisamente de eso, en los Emiratos. 

Esto no es descabellado puesto que Israel está en muy buenas relaciones con Egipto y Jordania, con quienes tiene un acuerdo de paz, y ahora con Arabia Saudita y otros países del golfo Pérsico. Es el desarrollo "natural" de su bien rollito con los sunníes y es sabido que hay una coordinación creciente entre los servicios de inteligencia de todos estos países. 

Egipto no quiere que los yihadistas se extiendan más hacia el Sinaí. Israel, tampoco. Así que ambos confluyen y ayudan a Libia. Incluso Rusia tampoco lo quiere y apuesta también por Haftar, un hombre que durante la presidencia de Gadafi recibió entrenamiento militar en la URSS y que, parece, mantiene vínculos con Rusia. 

El Lince

2 comentarios:

  1. Grandioso artículo. Yo añadiría los intentos de UE, Inglaterra y EEUU para hacer retroceder a China, India e Irán de incursionar en los negocios con Africa.

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  2. Julio, Libia me parece el punto de inflexión para China (especialmente) y Rusia de que Occidente no les iba a dejar comerse el pastel fácilmente y que debían preocuparse por mostrar músculo militar. Que ya lo hemos visto en Siria y en las presentaciones de nuevas armas chinas que este blog ha reportado.

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