viernes, 26 de diciembre de 2014

La historia de dos chicas: Malala y Nabeela

Una es conocida y archifamosa, otra desconocida. Las dos son de Pakistán.

Una sale en los medios de propaganda (antes llamados de comunicación) y todo el mundo canta alabanzas de su valor. Otra no ¿quién demonios es?

Una logra una insólita alianza entre todos los medios de propaganda del mundo, desde el más carca y reaccionario hasta el menos carca y reaccionario; desde la derecha hasta la otra derecha (antes llamada izquierda) e, incluso, en las páginas denominadas “alternativas”: cuentan su historia una y otra vez y elogian sus esfuerzos en pro de la educación de las jóvenes y niñas. Otra no ¿quién demonios es?

Mientras una recibía el Premio Nobel de la Paz, otra estaba haciendo ímprobos esfuerzos para que se condenase a los países que patrocinan premios como el de la Paz y, en especial, a EEUU. Una es Malala Yousafzai. Otra es Nabeela Rahman. Las dos resultaron heridas en sendos ataques: Malala por los talibanes, Nabeela por EEUU.



La historia de Malala Yousafai es de sobra conocida y no voy a abundar en ella, además, y como dice algún lector, soy “bastante radical” así que voy a serlo yendo a la raíz, que es lo que significa radical en su primera acepción, y a centrarme sólo en Nabeela Rahman (foto de la derecha).

Nabeela Rahman reside en una pequeña aldea de Waziristán del Norte y un buen día de 2012 estaba celebrando la fiesta musulmana del Eid, la fiesta del cordero, junto a su abuela Momina cuando descubrió lo que es la libertad y la democracia occidental: un drone, un avión no tripulado, las hizo saltar por los aires al lanzar una bomba contra su casa. Algún brillante demócrata, un insigne defensor de las libertades había decidido que su casa y su familia eran una amenaza para la libertad y en el tiempo que se tarda en apretar un botón la casa de Nabeela saltó por los aires muriendo su abuela y ella y otras siete personas más de su familia resultaron heridas.

Malala decidió que iba a recorrer el mundo para denunciar las atrocidades de los talibanes. Nabeela decidió que iba a recorrer el mundo para denunciar las atrocidades de EEUU. Una sale constantemente en los medios de propaganda, otra no porque ¿de qué se queja?, es un “daño colateral” en la lucha contra el terrorismo.

Malala es una causa contra el terrorismo islamista. Nabeela es un efecto de otro tipo de terrorismo, el occidental. Malala es un instrumento de propaganda. Nabeela es una piedra en el zapato. Malala, es cierto, ha hablado contra los drones pero de oídas y sin poner cara a las atrocidades occidentales. Nabeela habla en primera persona y pone cara a esas atrocidades, pero esa cara es la que hay que ocultar, nada de testimonios en primera persona.  

Malala lucha por el derecho de las niñas y jóvenes de Pakistán a la educación y a la cultura. Nabeela lucha por denunciar la realidad de las ejecuciones extrajudiciales que significan los ataques aéreos.

Malala tiene la simpatía del mundo. Nabeela tiene la antipatía del mundo. A fin de cuentas, viene a aguar la fiesta. ¿O es que quiere estropearnos el agasajo y el buen rollo con imágenes de cuerpos desgarrados y sanguinolentos?

Malala tiene masas dispuestas a escucharla, Nabeela sólo a un puñado de radicales que se regodean en la sangre. Malala tiene premios. Nabeela tiene problemas para conseguir un billete de avión y contar su historia. Malala es, para Occidente, una víctima. Nabeela es, para Occidente, un error que hay que ocultar.

Ese "error" son miles de vidas segadas por la barbarie "democrática" occidental. La ONG británica Reprieve acaba de hacer público un informe sobre el uso de drones por EEUU y otros países occidentales para "combatir el terrorismo" en Pakistán y Yemen y deduce que desde 2002, año que comenzaron los ataques con estos aviones no tripulados, se han producido 1.147 víctimas civiles de las que 218 eran niños como Nabeela. Hay que hacer notar que el estudio sólo habla de dos países, Pakistán y Yemen, y no de otros donde también se utilizan estos aviones como Irak o Afganistán.

Por cierto, ¿alguno de los periodistas -es un decir este nombre- que han calificado de matanza de niños el atentado talibán contra una escuela militar en Pakistán ha hablado de ello? ¿alguno de los periodistas -es un decir este nombre- se habría atrevido a decir lo mismo del régimen fascista de Israel? ¿hay que recordar que en la penúltima matanza israelí -con Israel nunca hay una última- fueron cerca de 500 los niños asesinados? En los medios de propaganda (antes llamados de comunicación) sólo hay siervos y la ética para ellos es desconocida. Sirven al poder y lo demuestran día tras día.

Ya lo dije una vez y lo repito: cada vez que compráis un periódico reforzáis un poco más a la burguesía. La prensa es una de las drogas que utiliza el poder para embrutecernos. Pero es posible dejar la droga.


El Lince

1 comentario:

  1. Por fin leo a alguien quitándole la careta a Mala la, menuda estafa.
    Ahora falta Mujica

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