Grecia
Mañana domingo hay elecciones en Grecia. Todo el mundo está mirando lo que allí ocurra y todo el mundo da por hecho que pase lo que pase, que gane la derecha como hasta ahora o que lo haga Syriza, el toque de atención que ha recibido la oligarquía y la famosa "troika" europea ha sido de tal calibre que habrá una renegociación de la deuda. ¿Es eso un triunfo? No, digamos que es un pequeño avance ante el miedo, un movimiento clásico del gatopardismo haciendo que cambie algo para que todo siga igual.
No soy un entusiasta de movimientos como Syriza, como ya sabréis y os recuerdo aquí. Pero no por eso os voy a privar de una reflexión de un conocido integrante de Syriza que dice muy a las claras qué está pasando y cuál es la tesitura por la que se mueve Syriza, cada vez más escorada a la derecha "para lograr la mayoría absoluta": ya no habla de salida del euro, ni la ruptura total con el plan de "rescate" impuesto por la "troika", ni la salida de la OTAN.
Sí plantea algunas medidas sociales como electricidad gratuita para 300.000 hogares y ayudas a la alimentación para otros tantos (a los que se considera en situación extrema), programas de vivienda no especificados, asistencia médica y ayuda para el transporte a los parados y revisión de los impuestos sobre calefacción y combustible.
O sea, Keynes en estado puro.
Me parece que lo más honesto es dejaros este artículo de un destacado mienbro de Syriza que define muy bien cuál es la tesitura y hacia dónde pueden ir las cosas. A él le gustaría que fuese por la vía de la contestación, pero yo apuesto que va a ir por la social-liberal. Porque ya lo decía Carlos Puebla: si tú no acabas con ellos, ellos acaban contigo. Algo que pasa, también en la Venezuela actual y los intentos de Chávez de lograr la "conciliación de clases" con cuestiones como el acuerdo con los terratenientes para la explotación de las "tierras ociosas" con los campesinos. La oligarquía nunca aceptó que un mestizo gobernase, y arrasase una y otra vez en las elecciones: recuerdo que hubo un golpe de estado, un referéndum revocatorio en su contra que perdió la oligarquía y varias guarimbas que también fueron derrotadas.
Primero, el artículo, que está sacado de http://alencontre.org/europe/grece/grece-Syriza-face-a-des-choix-difficiles.html y traducido por la revista Viento Sur.
Syriza se enfrenta a decisiones difíciles
Dimitris Belladis
Syriza puede convertirse en una fuerza de contestación,
aunque por desgracia también puede ser la base de un gobierno que aplique una
política social-liberal. No existe una tercera solución.
Tras la caída del gobierno de coalición entre Nueva
Democracia y el Pasok (Movimiento Socialista Panhelénico) –a pesar de los
esfuerzos coordinados del capital y de las instituciones de la eurozona por
apuntalar al gobierno de Samaras y a pesar de la propaganda que vaticina el
hundimiento de la economía griega–, la perspectiva de las elecciones ha abierto
una posibilidad histórica para Syriza y para el conjunto de la izquierda griega
e internacional. Es la primera vez desde el periodo de la ocupación durante la
Segunda Guerra Mundial –periodo en que la izquierda comunista tradicional tuvo
la oportunidad de asumir el poder gubernamental en Grecia y en Europa– que la
izquierda radical puede acceder al gobierno sola o en coalición. Es también la
primera vez desde el comienzo de la crisis económica internacional en 2007-2008
que un país sometido a la supervisión de instancias internacionales (la Troika)
tendrá la oportunidad de aupar a un gobierno de izquierda.
El éxito o el fracaso de esta experiencia tendrá enormes
consecuencias políticas, ideológicas, morales y psicológicas para los diversos
componentes de la izquierda que se sitúan “a la izquierda de la
socialdemocracia”, y esto determinará el éxito o el fracaso inmediato en este periodo
de lo que se ha calificado de “guerra de posiciones” o de “vía democrática al
socialismo”, según las distintas maneras de enfocar esta situación.
O bien la izquierda abre una vía de ruptura decisiva con el
capital –muy distinta de una simple “gestión humanitaria” de la crisis
capitalista– y emprende una transición al socialismo, en cuyo caso adquiriría
un peso moral suficiente para echar por la borda la famosa fórmula de que “hoy
por hoy no podemos avanzar hacia el socialismo; esta perspectiva pertenece a un
futuro muy lejano”.
O bien la izquierda (Syriza) no se convertirá en una fuerza
socialdemócrata clásica, sino en una gestora social-liberal, una correa de
transmisión de las políticas variables del Banco Central Europeo (BCE) o de EE
UU, en un gobierno que mantenga buenas relaciones con Merkel, Schäuble, Juncker
y compañía.
La única alternativa creíble al liberalismo puro y duro no
consiste en restaurar un keynesianismo clásico o edulcorado, sino que pasa por
poner el acento en una perspectiva anticapitalista que abra la vía hacia el
socialismo como única estrategia de salida de la larga crisis capitalista
estructural sobre la base de un programa transitorio. Desde este punto de
vista, estamos de acuerdo con la afirmación de que Syriza “no puede convertirse
en una socialdemocracia”, como declaran a menudo los líderes de la coalición de
la izquierda radical. Con un añadido importante: Syriza puede convertirse, o
bien en una fuerza antineoliberal y anticapitalista –mediante la construcción
de un frente de izquierda, de abajo arriba–, pero también puede abrir la vía a
un gobierno de gestión social-liberal.
El programa inmediato
Si se confirma la perspectiva de una ruptura, lo que
adquirirá actualidad y una gran importancia táctica será la cuestión de un programa
gubernamental inmediato (los “cien primeros días”), acompañado de un apoyo
popular y social de naturaleza dinámica. Este programa debe marcar un retorno a
la postura fuerte y enérgica expresada por Syriza durante el periodo 2008-2012
o incluso en ciertos momentos de 2012-2014, como la larga ocupación de la ERT
(la radiotelevisión pública griega clausurada por Samaras en junio de 2013) o
la resistencia en los bosques de Skouries (región en que el gobierno había
adjudicado a un grupo canadiense la licencia para explotar una mina de oro,
provocando una resistencia amplia y decidida por parte de la población). El
programa expuesto en la Feria Internacional de Salónica en septiembre de 2014
puede servir de “vehículo” para extender nuestra influencia, pero es
insuficiente.
Los puntos programáticos presentados en aquella ocasión se
refieren a lo que es estrictamente necesario para la gestión y la resolución de
una crisis humanitaria aguda, pero hay que poner el acento en medidas que
modifiquen notablemente el equilibrio de fuerzas entre las clases y reflejen la
potencial hegemonía de las masas trabajadoras en el seno de Syriza. Se trata de
medidas como el retorno al salario mínimo de 751 euros, la reintroducción de
los convenios colectivos, la exención fiscal de los ingresos anuales inferiores
a 12 000 euros, la abolición de la ENFIA (impuesto sobre la propiedad del
suelo, incluidas las superficies no habitadas), la reintroducción de las 14
pagas para los jubilados y el aumento a 700 euros de la pensión mínima. A esto
se añaden los gastos para los sectores de la educación y la sanidad y las
inversiones para el empleo público.
Sin embargo, la financiación de estas medidas no se ha
concretado suficientemente, salvo con respecto a las fuentes señaladas en
Salónica, a saber, el cese temporal del pago de la deuda o un cambio del
sistema tributario con respecto al capital, a los banqueros, a los armadores y
a los grandes terratenientes. Para un gobierno de izquierda no es posible ni
deseable –en la medida en que no se trata de un gobierno de “salvación
nacional”– satisfacer todas estas necesidades como si acabáramos de salir de
una guerra social que ha durado cinco años y como si lo que ha sucedido fuera
el fruto de un malentendido. Por tanto, hemos de clarificar qué significa la
“abolición” unilateral e innegociable de los memorandos en términos de leyes
que se apliquen punto por punto: leyes relativas a los salarios, las pensiones,
la seguridad social y el derecho al trabajo, sobre el control de la banca, la
renacionalización de los sectores privatizados y la eliminación del TAIPED, es
decir, el fondo para el desarrollo de la propiedad pública, creado por Samaras
para vender a cambio de nada los bienes públicos. Se trata asimismo de poner
fin a los despidos y al desmantelamiento de sectores públicos (educación,
sanidad, etc.) y de asegurar unas condiciones de vida dignas a los parados que
dejen de percibir el subsidio, a los ciudadanos excluidos de la seguridad
social y a los inmigrantes. Finalmente, es preciso restablecer el derecho de
manifestación y retirar del espacio público a las fuerzas especiales de la
policía. Al mismo tiempo habrá que lanzar una campaña y adoptar medidas
concretas contra el fascismo y el racismo. A medio plazo habrá que abolir todas
las leyes y reglamentos derivados de la adopción de los memorandos, lo que
afectará a 400 leyes y miles de decretos y ordenanzas.
El programa de
conjunto
Conviene recordar que Syriza no solo accederá al poder
gubernamental ni desarrollará su programa político sobre la base de lo que
manifestó Alexis Tsipras en la feria internacional de Salónica de 2014. Syriza
tiene un programa que habrá que desarrollar y que se adoptó en el congreso de
julio de 2013. Dicho programa establece claramente los instrumentos políticos y
económicos para avanzar hacia una redistribución social y una reconstrucción
productiva que responda a las necesidades de la sociedad. Esto implica un
control público y la propiedad de la banca, la suspensión de la privatización
de empresas públicas que desempeñen una función estratégica, así como la
adopción de medidas encaminadas a responder a las presiones y al chantaje del
capital, de la troika y de los acreedores.
Estas medidas no dejaron de ser válidas tras la feria de
Salónica, donde se puso de manifiesto el programa mínimo de aplicación
inmediata, pero no el conjunto de nuestro programa de gobierno aplicable a
corto y medio plazo. Uno de los objetivos principales sigue siendo la supresión
de lo esencial de la deuda, que por lo demás es imposible de pagar, en vez de
medidas a medias como una restructuración (con ampliación de los plazos de
devolución), una renegociación de los tipos de interés o siquiera una estricta
moratoria. Es imposible desarrollar una política favorable a las masas
populares y trabajadoras si continúa la pesadilla de la deuda y de su reembolso
o el objetivo de un presupuesto equilibrado acorde con las exigencias de los
mecanismos europeos de estabilidad.
Para terminar, las relaciones con las demás fuerzas de
izquierda tras las elecciones, las iniciativas a escala regional y local con
los aliados y la movilización popular son condiciones absolutamente necesarias para
la supervivencia de un gobierno de izquierda, un gobierno que tenga a Syriza
como columna vertebral. Necesarias también para iniciar un proceso de derribo
del sistema y no simplemente para “frenar” la “restructuración capitalista” que
tiene lugar en Grecia y en Europa desde hace años. La victoria puede ser
nuestra.
Dimitris Belladis es
miembro independiente de la Plataforma de Izquierda de Syriza y candidato en
las elecciones parlamentarias del próximo 25 de enero.
Segundo, la canción, el son de Carlos Puebla (1917-1989).
El Lince
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