¿Integración latinoamericana? No tan rápido
Vengo leyendo en los últimos días, como ocurre siempre en
los finales de un año, historias sobre lo que ha sido el año que termina. Una
de esas historias dice que el 2014, y los años anteriores, está marcado por
importantes avances en los procesos de integración regional y que se puede
hablar de una gran profundidad en el proceso de unidad latinoamericana. No tan
rápido.
Desde luego ha habido avances, pero en mi modesta opinión
están paralizados –cuando no en retroceso- desde la muerte de uno de sus
grandes impulsores: Hugo Chávez. Es el caso de la UNASUR y la CELAC y es algo que no se puede obviar y todo lo que
se diga, a favor y en contra, tiene sus condicionantes. Pero para mí hay un
dato que viene a dejar bien patente que las cosas no son tan de color de rosa
como nos gustaría. Este dato tiene que ver con la discusión en la Organización
de Estados Americanos sobre la reanudación de relaciones diplomáticas entre EEUU
y Cuba. Y tiene que ver, también, con la votación que América Latina, en
bloque, viene haciendo en la ONU sobre la condena del bloqueo a Cuba.
Resulta que en la ONU todos los países latinoamericanos
votan en contra del bloqueo. Ahí está bien, se sienten arropados y se diluyen
en la masa de países que lo rechazan, todos menos EEUU e Israel. Pero cuando
tienen que dar la cara ante EEUU se achantan, bajan la cabeza y donde dijeron
digo, dicen diego. Incluyendo los gobiernos supuestamente progresistas.
Es lo que pasó en la reciente cumbre de la OEA en la que se discutía
sobre la aprobación de un documento saludando la reanudación de relaciones
diplomáticas entre EEUU y Cuba. Cuando los países de la ALBA plantearon que había
que ir más allá y que había que exigir a EEUU que pusiese fin al bloqueo a
Cuba, la gran mayoría de países se abstuvieron. ¿La razón?, claramente no molestar
ni indisponerse con EEUU porque lo lógico hubiese sido que se aprobase por
aclamación, dado que todos lo rechazan en la ONU. Pero no.
Se votó: cinco países a favor del fin del bloqueo (Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua y El Salvador), 27
abstenciones y un voto en contra, el de EEUU. Lo más curioso es que entre
esas abstenciones estuvieron las de los gobiernos supuestamente progresistas
como los de Brasil, Uruguay, Chile y Argentina. Desde luego que los apologistas de lo real frente a lo imposible tienen cada vez más difícil justificar lo injustificable, ni siquiera apelando al cuento para niños del realismo pragmático.
Puede que haya quien diga, justificando a los supuestos progres, que la votación en la OEA es irrelevante o no tiene un excesivo peso político. Tal vez, pero es algo más que un síntoma. Es una certeza de qué política se impulsa, a quién se sirve y cuál es el amo.
Puede que haya quien diga, justificando a los supuestos progres, que la votación en la OEA es irrelevante o no tiene un excesivo peso político. Tal vez, pero es algo más que un síntoma. Es una certeza de qué política se impulsa, a quién se sirve y cuál es el amo.
Lo dicho, lo de la integración latinoamericana queda muy
bien sobre el papel y se han dado algunos pasos, pero aún hay un largo trecho
por recorrer y a poco que se rasque se llega a la conclusión de que el camino no
está nada claro. Puede que la integración latinoamericana termine en Miami.
El Lince
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