Un año del Donbás resistente (1)
Los neonazis de Kiev están acelerando los pasos para reiniciar la guerra a gran escala. Ya no son solo escaramuzas, sino que se concentra el fuego en varios sitios a la vez al tiempo que se reorganizan las fuerzas y se reubica material militar pesado. Los ejércitos, porque ya se puede comenzar a hablar de ejércitos, de Donetsk y Luganks están en máxima alerta. Pero mientras, vamos con el análisis prometido de la situación actual en el Donbás, que iré haciendo por partes. Primero, algo general y de vida cotidiana.
Los neonazis de Kiev están acelerando los pasos para reiniciar la guerra a gran escala. Ya no son solo escaramuzas, sino que se concentra el fuego en varios sitios a la vez al tiempo que se reorganizan las fuerzas y se reubica material militar pesado. Los ejércitos, porque ya se puede comenzar a hablar de ejércitos, de Donetsk y Luganks están en máxima alerta. Pero mientras, vamos con el análisis prometido de la situación actual en el Donbás, que iré haciendo por partes. Primero, algo general y de vida cotidiana.
"Actualizar la URSS"
Un año del Donbás resistente. Un año de guerra y de esperanzas. Una de ellas, la que más se repite, es que lo que la inmensa mayoría quiere es "actualizar la URSS". Voy a traducir este deseo. La lucha contra los nazis en la II Guerra Mundial tuvo en Ucrania uno de sus puntos centrales. Alemania se había trazado tres metas para destruir la URSS: tomar Leningrado, tomar Moscú y llegar hasta Bakú y hacerse con el control de los campos petrolíferos. No logró ninguna de ellas. Pero para alcanzar cada una de esas metas tenía que pasar por dos sitios que se convirtieron en verdaderos avisperos: Bielorrusia y Ucrania (toda la URSS era un avispero para los nazis). En el primer territorio, los grupos guerrilleros surgieron a miles, se calcula que en toda Bielorrusia hubo en el momento más álgido de la guerra 340.000 partisanos, verdaderos ejércitos puesto que se conocen grupos que contaban con h asta 2.000 integrantes; en Ucrania los combates fueron feroces en todo el país, sobre todo en una zona: el Donbás. La Tumba de Saur, destruida por los nazis en la fracasada ofensiva del verano de 2014, es el ejemplo más sobresaliente de ello. El monumento, que el gobierno de Donetsk se ha comprometido a restaurar, albergaba un memorial en homenaje a los 23.238 soldados soviéticos que murieron en la zona. Es un símbolo soviético, sí, pero irrenunciable para los habitantes del Donbás. No es extraño entonces ver imágenes como la de esta mujer, que acudió a votar en las elecciones que tuvieron lugar en noviembre de 2014, en Luganks, orgullosa de portar su carnet de la Unión Soviética. El simbolismo de la Tumba de Saur es tan fuerte que la República Popular de Donetsk ha emitido una tarjeta de crédito con su imagen, que os pongo abajo y os vuelvo a ofrecer el homenaje a los combatientes soviéticos y a los milicianos muertos en su defensa y reconquista a los neonazis de Kiev.
Actualizar la URSS. Difícil aspiración cuando los poderes
realmente existentes en Donetsk y Luganks aún no han sido capaces de deshacerse
del entramado de oligarcas locales que les apoyan. Esos que no tienen reparo en
ir deshaciéndose de quienes les cuestionan y critican, como el comandante de la
Brigada "Prizrak" (Fantasma), Aleksei Mozgovoi, asesinado en marzo.
Las investigaciones prometidas para resolver el asesinato de un hombre crucial
en la defensa del Donbás ante la agresión nazi no han avanzado ni un milímetro.
Pero el sentimiento soviético está muy arraigado y el que se mantengan, y se
repongan, las estatuas de Lenin y otros dirigentes soviéticos es algo más que
un sentimiento nostálgico: es la realidad de lo que vive, y siente, la gente.
Si hubiera que poner un porcentaje a esa esperanza de "actualizar la
URSS" diría que está, hoy por hoy, por encima del 60%.
Pese a que la industria está casi totalmente destruida, que
poco a poco se recuperan fábricas y minas, son las masas trabajadoras, esas que
crean el Producto Interior Bruto de las repúblicas populares, las que abogan
con mayor fuerza tanto por "actualizar la URSS" como por
incorporarse a Rusia. Y son los habitantes de las ciudades que más han sufrido
la agresión nazi las que manifiestan estos anhelos con mayor fuerza. Cuando las
milicias entraron en estas ciudades, los pocos habitantes que quedaban en ellas
les abrazaban, besaban y agasajaban con lo poco que tenían. El Donbás es ya
irrecuperable para Ucrania. No hay la menor disposición a volver a Ucrania.
Expresiones como "acepto un menor nivel de vida del que llevaba si con
ello el Donbás no vuelve a Ucrania" no son aisladas, son bastante comunes.
La otra respuesta que se da en el Donbás, casi unánime, es
"salir de Ucrania e incorporarnos a Rusia". Aquí el porcentaje es
mucho mayor, yo diría que el 80%. Eso deja en un exiguo 20% a quienes apuestan por seguir en Ucrania pero, eso sí, siempre que se acepte la federalización del
país. Hay gentes que propugnan un "Donetsk Distrito Federal", al
estilo de la capital de México. Esta expresión, por cierto, no se oye en Luganks.
Cuando hay que ser más cautos con los porcentajes es cuando
se habla de los oligarcas. Quienes quieren "actualizar la URSS" están
categóricamente en contra de que se devuelva a los oligarcas lo que tenían
antes de la rebelión anti nazi. Incluso son quienes critican con más fuerza lo
que entienden como inacción de los actuales dirigentes de las dos repúblicas
populares, que sólo han nacionalizado los bienes de los oligarcas que se han
posicionado con Kiev. Pero cuando se habla de quienes han puesto una vela al
dios rebelde y otra al diablo nazi, como Rinat Ajmetov, gran oligarca de Donestk
y cuya residencia fue protegida por el Batallón "Oplot"
(Rinoceronte), cuyo primer comandante fue el hoy primer ministro Zajarchenko,
muchos dudan a la hora de responder.
Quieren que el Estado controle la industria pesada, la
metalurgia, las minas, el transporte, incluso la producción de vodka, pero no otro tipo de sectores ni de
servicios. Y ahí entra Ajmetov. Tiene algunas propiedades en los sectores
mencionados, pero la mayor parte de su imperio económico son empresas de
servicios. Eso es lo que entienden por "actualizar la URSS". Y añaden otra cuestión: el respeto que se vivía en la URSS
por el otro, por las nacionalidades, por las lenguas. Eso es lo que quieren,
eso es lo que sienten.
Es sorprendente que en este año de resistencia, en estos
meses de tregua tras la firma de los II Acuerdos de Minsk apenas haya subido el
precio de productos esenciales, con la excepción de la fruta y la verdura.
Rusia tiene mucho que ver en ello, y también el gran oligarca Ajmetov. Rusia ha
enviado 200 cosechadoras como ayuda humanitaria que han servido para coger a
tiempo las cosechas y en estos momentos las dos repúblicas populares dicen con
orgullo, y es cierto, que se ha "aumentado significativamente" el
suministro de cereales tanto en Donetsk como en Luganks. Eso ha permitido que
los gobiernos hayan abierto "panaderías sociales" en las que el
precio del pan está subvencionado y es muy bajo. En estos momentos hay 54 "panaderías sociales", gestionadas por el gobierno de Donetsk, que garantizan 600 gramos de pan diarios por persona y que se sirve gratis a jardines de infancia, escuelas, comedores sociales y residencias de ancianos. Como no falta el humor, aquí os dejo dos montajes de las cosechadoras que se han publicado en Luganks. Una prueba irrefutable para quienes hablan de armas y soldados rusos en el Donbás.
No tengo muy claro si aquí entra también Ajmetov, pero no lo descarto. También tiene mucho que ver la llegada de alimentos
desde Rusia, como la leche; pero su precio se ha duplicado. Pero hay otros
productos que escasean, y mucho. La carne, por ejemplo. El pescado, en menor
medida puesto que se pesca en los ríos. Estas carencias se están supliendo con
los convoyes humanitarios enviados desde Rusia, y ya van 34 en total.
Prácticamente cada mes hay dos convoyes.
El Donbás se alimenta hoy de pollo, que se ha convertido en
el alimento básico. El aceite de girasol mantiene su precio desde hace más de medio año porque ha habido una buena producción, al igual que la de cerveza pero el precio de esta bebida se ha multiplicado por tres porque tanto en Luganks como en Donetsk se está persiguiendo la venta y producción ilegales de alcohol. Los alcoholes ilegales prácticamente han desaparecido. Por el contrario, se están popularizando los cigarrillos de la marca "San Jorge", en alusión a la cinta, símbolo del antifascismo.
Son datos que indican que está en marcha un sistema económico propio, con todas sus dificultades. De ello os hablaré pasado mañana si tengo tiempo, puesto que esta semana ando un poco liado.
El Lince
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