miércoles, 15 de noviembre de 2017

Vender Palestina para comprar Irán

La demostración de fuerza de los CDR catalanes el pasado día 8 ha sido similar a la de un terremoto: ha hecho temblar a todo el mundo (de orden). La burguesía catalana se ha dado cuenta de forma palmaria que no tiene el control de la calle y que está siendo sobrepasada, de ahí los llamamientos, los intentos, las recomposiciones para dar una cierta marcha atrás en el proceso independentista que estamos viendo desde ese día. O volvemos a controlar el proceso o se nos va definitivamente de las manos. Esa es la nueva apuesta del sector burgués y su intento de recomposición para retomar el control del proceso independentista.

Así que mientras doy un tiempo para ver como evolucionan las cosas en Catalunya retomo uno de los aspectos cruciales para el devenir del mundo (junto al petroyuan chino, Corea del Norte y Siria, con una muy curiosa neoposición de los kurdos): la huida hacia adelante de Arabia Saudita, un reino en descomposición que solo puede sobrevivir si alienta una guerra contra Irán a corto plazo.

Arabia Saudita está al borde del abismo, y como consecuencia de ello Oriente Próximo está al borde de la guerra. Nos estamos quedando en los pequeños detalles, como la impuesta (por Arabia Saudita) renuncia del primer ministro libanés o la detención de ciertos príncipes y burócratas sauditas, pero todo lo que está sucediendo no es otra cosa que el preludio de la guerra final o mejor, del intento final -puesto que todos los anteriores han fracasado estrepitosamente, desde Líbano a Yemen pasando por Irak y Siria- de "evitar" lo que los medios de propaganda occidentales llaman "el creciente poder de Irán".

Quienes han ido perdiendo una y otra vez no solo han sido los sauditas, sino también Israel y EEUU. Pero son los primeros, los sauditas, quienes están al borde del abismo, de la desaparición de la casa Saud. El wahabismo está dando sus últimos estertores y en ello ha tenido mucho que ver la guerra de Siria y la derrota de los yihadistas es ya un hecho que nadie cuestiona. Esto ha provocado que la vieja Arabia Saudita se haya desmoronado como un castillo de naipes. Aunque el estado no va a desaparecer, sí está surgiendo uno nuevo, basado en diferentes alianzas.

Esas alianzas son claras: Arabia Saudita, Israel y EEUU. Para que estas alianzas se solidifiquen aún más Arabia Saudita tiene que convertirse en un país "moderado" y con pocas influencias del pasado. Así hay que interpretar la purga que se ha puesto en marcha contra príncipes y ex ministros con la excusa de combatir la corrupción y que solo es una primera fase de esta estrategia de nuevas alianzas. Hay que contentar al pueblo con lo pequeño para que trague con lo gordo. Lo más significativo es que el nuevo sátrapa, Muhammad Bin Salman, ha logrado controlar lo que parecía más difícil: el Consejo Oficial de Ulemas. Es decir, controla el poder real en Arabia Saudita: el religioso.

Esta fase era la más difícil puesto que es en ella donde se asienta el poder del wahabismo. Controlada, las fatwas, los edictos religiosos pasan a estar dirigidos por el nuevo poder y también la influencia sobre el resto de musulmanes sunníes.

Pero esta fase no es más que la primera, y la más necesaria, antes de la segunda: el enfrentamiento militar a gran escala contra el único enemigo, Irán.

Para que ello sea posible hay que ir arrojando lastre por el camino, y lo primero es Palestina. Es más que conocido que desde hace años Arabia Saudita está buscando la fórmula para establecer relaciones directas (ahora las tiene indirectas) con Israel. Pues bien, un documento del Ministerio de Asuntos Exteriores saudita dado a conocer ayer expone, negro sobre blanco, lo que tiene que hacer el país para "establecer relaciones entre Arabia Saudita e Israel sobre la base de la asociación estratégica con EEUU".

El documento se recrea en los esfuerzos de EEUU para que sauditas e israelíes firmen la paz (una de las iniciativas de Trump), recoge el intercambio de visitas que se han hecho ambos y revela las concesiones que Arabia Saudita está dispuesta a hacer para "liquidar el problema palestino" y, a cambio, contar con el apoyo israelí para "contener a Irán" y, por supuesto, a Hizbulá.

El documento afirma que para que el acuerdo entre los tres países sea "eficaz y movilice a otros países árabes y musulmanes hacia una solución [en el sentido que propone] tiene que haber una solución a la cuestión palestina porque solo así se ganará legimitidad" [de dicho acuerdo].

"El acercamiento de Arabia Saudita con Israel implica un riesgo para los pueblos musulmanes porque la causa palestina representa un patrimonio espiritual, histórico y religioso. Este riesgo no será asumido a menos que la orientación de EEUU contra Irán sea sincero, puesto que Irán está desestabilizando la región a través de su patrocinio del terrorismo y las políticas de sectarismo e interferencia en los asuntos de los demás, comportamiento que el mundo musulmán ha condenado unánimemente de manera formal a través de la Conferencia de la Organización de la Conferencia Islámica celebrada en Estambul en abril de 2016", se dice textualmente.

El documento plantea que dado que Israel es el único país con armas nucleares en Oriente Próximo, "o bien se le da al Reino [Arabia Saudita] tal elemento de disuasión o se despoja de él a Israel". Eso servirá para que Arabia Saudita "aproveche sus capacidades diplomáticas y las relaciones políticas con la Autoridad Palestina y los países árabes e islámicos para facilitar la búsqueda de soluciones razonables, aceptables e innovadoras en temas polémicos en los artículos contenidos en la iniciativa de paz árabe [se refiere a la presentada en 2002 y renovada en 2006], ofreciendo soluciones creativas a los dos principales problemas: Jerusalén y los refugiados palestinos".

Jerusalén, para los sauditas, estaría sometida a una soberanía internacional según las resoluciones de la ONU de 1947, es decir, administrada por la ONU, y los refugiados se quedan en los países donde están. Es decir, se renuncia de forma expresa al derecho al retorno, también reconocido por la ONU. "El Reino puede contribuir con un papel positivo en la resolución del problema de los refugiados apoyando propuestas innovadoras y audaces como cancelar la recomendación de la Liga de los Estados Árabes, en vigor desde la década de 1950, haciendo un llamamiento a la no naturalización de la nacionalidad palestina [es decir, que los palestinos que nacen en los campos de refugiados ya no lo son, serían ciudadanos del país donde nacen y no palestinos], y distribuir a los refugiados palestinos en los países árabes y darles la nacionalidad para que se establezcan en ellos". Esto requeriría "un acuerdo de asociación con el presidente Trump, seguido de una reunión de los ministros de relaciones exteriores de la región, a invitación de EEUU, para obtener la aceptación de las partes".

Se allanaría así el camino para que Arabia Saudita tuviese "un papel más efectivo para apoyar y movilizar a otros [países árabes y musulmanes] hacia una solución que logre una nueva era de paz y de prosperidad entre Israel y el mundo árabe e islámico". Todo ello aderezado con una "cooperación intensiva de inteligencia en la lucha contra el crimen organizado y el tráfico de drogas respaldado por Irán y Hizbulá". Ya os dije que la campaña de las drogas y Hizbulá iba a salir, y ya está aquí.

El documento reconoce que "al comienzo, la normalización no será aceptable para la opinión pública en el mundo árabe, pero Arabia Saudita cree que la compatibilidad de las tecnologías israelíes con las capacidades económicas de los estados del Golfo y el tamaño de sus mercados y la energía humana librarán el potencial del Medio Oriente y lograrán prosperidad, estabilidad y paz".

Sin embargo, "el conflicto israelo-palestino ha sido utilizado por los extremistas para justificar sus acciones y ha distraído a los actores regionales de centrarse en la principal amenaza para la región: Irán".

Por lo tanto, "el acercamiento de Arabia Saudita a Israel tiene que contribuir a dar respuesta a las políticas agresivas de Irán en Medio Oriente"; debe ir acompañado de "un sincero enfoque estadounidense hacia Irán, es decir, aumentar las sanciones y reexaminar el acuerdo nuclear para garantizar la implementación de sus términos real y estrictamente, así como limitar el acceso de Irán a sus activos congelados y explotar el deterioro de la situación económica de Irán y comercializarlo para aumentar la presión sobre el régimen iraní desde adentro".

Supongo que ahora se entiende mucho mejor tanto la cuestión de Líbano como la postura de la mal llamada Autoridad Palestina, cuyo "presidente" fue llamado a Riad la semana pasada para ponerle las pilas tanto en lo que respecta al acuerdo con Hamás (y ya se está notando esas amenazas puesto que el lunes comenzaron, otra vez, los problemas en el paso fronterizo con Egipto de Rafá, en Gaza, por desavenencias entre Hamás y Fatah), y los sauditas lo hicieron en respuesta a la visita que dirigentes de Hamás realizaron a Irán a finales de octubre.

Si se tiene en cuenta que el pasado día 3 de noviembre se filtró un cable del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí en el que se daban instrucciones a todas las embajadas para que apoyasen la postura de Arabia Saudita con respecto a Líbano, se pone en todo su valor el citado documento saudita. El primer ministro libanés renunció un día más tarde de ese cable, el 4 de noviembre, con la acusación fundamental de que Hizbulá "controla" Líbano. Y la semana pasada Arabia Saudita dijo, ni más ni menos, que Líbano le había declarado la guerra porque los huzíes de Yemen lanzaron un misil contra un aeropuerto saudita y acusó de ello a Hizbulá y al propio Irán.

Pero Líbano ya de por sí da para un nuevo comentario, porque la jugada de hacer dimitir a Hariri, el primer ministro, está teniendo, por ahora, el efecto contrario al pretendido y ahora mismo los sunníes libaneses están en estado de shock tanto por el estado en el que apareció en una entrevista televisiva como por el discurso que ofreció, pobre, sin contenidos y más centrado en Irán y en Hizbulá que en Líbano.

El Lince

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Y con todo este panorama, Rusia se propone vender baterías antiaéreas S-400 a Arabia Saudita.

    https://mundo.sputniknews.com/defensa/201710091073000895-defensa-antiaerea-moscu-riad-cooperacion/

    Mientras tanto Pekín firma memorandos de entendimiento con Riad sobre cooperación nuclear.

    http://spanish.xinhuanet.com/2017-08/29/c_136564305.htm

    De seguro los iraníes, los sirios, los iraquíes, los palestinos, los yemeníes y los libaneses sabrán apreciar la lealtad, la rectitud y la visión altamente estratégica de Putín y Xi Jinping.

    ResponderEliminar