Ayer se reunió la Organización de la Cooperación Islámica, de urgencia, para abordar la decisión de EEUU de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel y trasladar su embajada allí. El reconocimiento está hecho, el traslado no será hasta dentro de unos cuantos años (unos tres o cuatro a lo máximo) para no sublevar más aún a una calle árabe que sí, que está indignada pero de puertas para adentro. Hace tiempo que los árabes consideran a Palestina un lastre y quieren deshacerse cuanto antes de ella. Sólo los musulmanes no árabes siguen teniendo un apego a Palestina, pero los musulmanes no árabes están muy lejos geográficamente.
El documento que aprobó la OCI es bueno, es casi lo que quería Turquía -que pasa así a ser oficialmente al abanderado de la causa palestina- y obliga, en teoría, a los 57 países firmantes. En él se reconoce a Jerusalén Este como capital del Estado de Palestina y apela a "otras naciones", es decir, no islámicas, a respetar el derecho internacional. Es decir, se ha hecho un llamamiento implícito para que quienes se dicen amigos del pueblo palestino asuman el documento, especialmente ciertos países de África y América Latina sin excluir a Asia. Esto, en sí, es ya un freno a que los vasallos de EEUU en todo el mundo muevan silenciosamente sus embajadas hacia Jerusalén una vez lo haga EEUU.
Por primera vez en años, sobre todo desde las revueltas de 2011 y con la salvedad del ataque a Gaza de 2014, Palestina vuelve al primer plano de la actualidad mundial. Pero no será por mucho tiempo.
Aunque todos los países musulmanes han estado presentes, el diferente nivel de representatividad indica que para unos cuantos esto no es más que otro documento de los muchos que se aprueban y quedan en papel mojado. Así, si han estado presentes jefes de Estado y de gobierno de Irán o Jordania la representación de Arabia Saudita o Egipto ha sido tan baja que es como si de hecho no hubiesen estado.
Arabia Saudita ha silenciado todo lo referente a la OCI y quienes dentro del país se han enterado de las conclusiones ha sido a través de fuentes clandestinas como Al Yazira. Los imanes de las ciudades santas de La Meca y Medina no han abierto la boca sobre Jerusalén, donde está el tercer símbolo religioso para los musulmanes, Al Aqsa, casi diez días después de la decisión de EEUU.
Los Emiratos Árabes Unidos han hecho un seguimiento tan escaso que se ha quedado casi en unos cuantos sueltos en sus medios de propaganda escritos y en una breve mención en las televisiones.
Así que dos que no van a cumplir, y lo vamos a ver pronto. El hecho de que los 57 países hayan evitado introducir no ya sanciones -impensables puesto que en práctica totalidad son vasallos de EEUU- sino simples advertencias (por ejemplo, llevando el caso a la Corte Penal Internacional, a lo que se niega sistemáticamente Abbas) pone de relieve que estamos ante la duda si la montaña parió un ratón. Aunque sea un ratón grande. Sólo queda la posibilidad de una evolución hacia algún otro animal, como el león del desierto, pero también está por ver.
La OCI ha sentado un realineamiento para el tema palestino, con dos aliados de EEUU (Jordania y la mal llamada Autoridad Palestina) intentando mantener el equilibrio pero ya haciendo movimientos para zafarse de la tutela de sauditas. Esto, que es claro en el caso jordano, está por ver en el caso palestino pero la supervivencia de Fatah y Abbas está en ello. Cuentan las malas lenguas árabes que Arabia Saudita y Egipto han hecho casi de todo para evitar que Jordania, que tiene relaciones con Israel, acudiese con su jefe de Estado a la cumbre de la OCI, pero la situación en Jordania es tan caliente que o iba o estallaba el país. Incluso Abbas fue condicionado para que no fuese personalmente, pero como las encuestas dicen que el 70% de los palestinos quieren su dimisión "inmediata", tuvo que acudir poniendo en riesgo ni más ni menos que 10.000 millones de dólares que, dicen, ofreció Arabia Saudita como ayuda económica si no asistía y aceptaba las propuestas sauditas.
¿Es esto un desafío a Arabia Saudita y EEUU? Está por ver, pero si los símbolos son importantes la imagen que queda es la de uno, el jordano, y otro, el palestino, flanqueando a Erdogan en al foto final de la OCI.
Hasta hace un par de años estos dos eran enemigos naturales de Turquía por su apoyo a los Hermanos Musulmanes, que son muy potentes en Jordania y el caso de Hamás en Palestina es evidente. Hoy parece que son sus aliados. Es más, parece que se cobijan bajo sus alas.
Desde un punto de vista militante, lo que se ha hecho ha sido insistir en lo obvio y casi sin intención de molestar a EEUU. No hay confrontación política con EEUU ni se da ningún paso práctico. Sólo una vaga amenaza, muy tenue, de llevar el caso a la ONU donde EEUU tendría que escenificar que incumple el derecho internacional de forma expresa.
Desde el punto de vista geopolítico, la cumbre de la OCI supone un realineamiento evidente en toda la zona que va mucho más allá de Palestina. Por ejemplo, Rusia ha estado presente en esta cumbre expresamente invitado y con el argumento de que 20 millones de sus habitantes son musulmanes. Turquía está poniendo tierra de por medio respecto a EEUU y la OTAN y lo hace muy deprisa. Eso no quiere decir mañana, ni pasado mañana. Pero el camino ya está comenzando a ser transitado y eso dificulta, y mucho, la estrategia de EEUU en la zona.
Tal vez sea el momento oportuno de recordar una encuesta de esta primavera, mucho antes de que se ganase la guerra de Siria, en la que se apuntaban datos muy curiosos y esclarecedores.
El Lince
No hay comentarios:
Publicar un comentario