martes, 7 de enero de 2020

La fuerza acompaña

Todo el mundo pendiente de Irán y su respuesta. Como estaba previsto, Irak es ahora la primera línea y lo que pasó este fin de semana en la votación para exigir la retirada de EEUU es el indicativo de por dónde van a ir los tiros. Literalmente. Pero no voy ahí, me quedo mucho más cerca: en Francia.

Son ya 60 las semanas ininterrumpidas que llevan los "chalecos amarillos" en su lucha y son ya 32 días ininterrumpidos en los que las huelgas están acorralando al gobierno. Hoy ha dado comienzo la fase más dura, el cierre total de las refinerías de petróleo (7 de las 8 que hay). Y es la primera vez que el gobierno ha dado señales de flaquear, como quien ve que no puede respirar y da bocanadas para que le entre algo de aire en los pulmones.

Los trabajadores de las refinerías ya habían decidido paralizar las mismas en asamblea los días 26-28 de diciembre en solidaridad con las dos que llevan paralizadas desde hace ya 14 días, Lavéra y Grandpuits. La novedad es que ahora ha sido el sindicato más potente y más poderoso, la CGT, quien ha hecho el llamamiento a la paralización total durante hoy, mañana y pasado mañana. Y lo ha logrado. En siete de las refinerías la paralización es total. La octava se mantiene trabajando con relativa normalidad en lo que la CGT denomina "responsabilidad" para no dejar desabastecida totalmente de combustible a Francia (y no enajenarse la hostilidad de una población que mayoritariamente secunda y apoya las huelgas, entre el 61% y el 75% según varias encuestas de los medios de propaganda burgueses este fin de semana).

La primera en paralizarse hoy ha sido la más emblemática: la de la multinacional estadounidense Exxon en Fos-sur-Mer. Aquí se refinan 140.000 barriles por día. Y se ha paralizado por completo. Esa ha sido la señal para el resto, que han ido paralizándose posteriormente.

El golpe ha sido fuerte, aunque desde el gobierno y sus ramificaciones (los medios de propaganda, mal llamados de comunicación) se ha venido insistiendo durante todo el día que no hay escasez de combustible y que las gasolineras están abastecidas porque se ha hecho estos días de fiesta. Pero, como pasa siempre, las verdades a medias ocultan grandes mentiras porque los depósitos de petróleo y las terminales claves de Dunkerque, Le Havre y Marsella hoy no han trabajado tanto por la huelga como por la falta de combustible.

El golpe recibido ha sido duro, muy duro. Tanto que por primera vez desde que comenzaron las huelgas y las luchas el gobierno está dando muestras de ceder. El primer ministro ha dicho que hay partes de la ley que se quiere imponer sobre las pensiones y la subida de la edad de jubilación que se pueden retirar y que, para ello, va a mantener reuniones el viernes, es decir, cuando finalice la huelga de las refinerías, con los "interlocutores sociales". Es decir, con los sindicatos amarillos que están deseando algún tipo de acuerdo pero que ahora no pueden asumirlo por la presión de la calle. Si van a esa reunión, e irán, será cuando parezca que han participado, también, en las huelgas y tras ellas hacen gala de su "responsabilidad". Para presionarlos, el gobierno ya ha enviado el texto de esas modificaciones en el sistema de pensiones y de jubilación al Consejo de Estado, un formulismo leguleyo antes de pasar al parlamento.

Es un retroceso parcial, cierto, pero también la constatación de que solo la duración de la protesta y la firmeza en los objetivos hacen posible estas pequeñísimas victorias. Desde luego, para la gran mayoría de los trabajadores franceses no hay nada que negociar salvo la retirada total del proyecto y por ello sigue siendo más que necesario la amplificación de la huelga y la radicalización del movimiento. Porque la fuerza sí acompaña, más allá de manifestaciones más o menos masivas.

Y porque los sindicatos franceses saben que en Francia se está viviendo, 30 años después, la guerra neoliberal que lanzó Margaret Thatcher contra los sindicatos mineros británicos y que les quebró definitivamente.

El Lince

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