Es el número de trabajadores sanitarios, voluntarios en su inmensa mayoría, integrantes del Partido Comunista en su inmensa mayoría, los que se encuentran ya en la provincia de Hubei combatiendo el coronavirus y ayudando a los afectados. Y, mientras, la humanidad con sus máscaras.
El número de muertos crece, el de afectados, también. Y todo el mundo lleva máscaras. Unos, para protegerse de la transmisión de la enfermedad. Otros, para ocultar su satisfacción ante un inesperado tropiezo de la superpotencia mundial que está poniendo en jaque la hegemonía occidental. La campaña contra China es tremenda, incluyendo la ideología. Y la OMS insistiendo que "hay que estar agradecidos por los esfuerzos del personal de salud en China, especialmente en Hubei, para descubrir cómo atender mejor a los pacientes infectados y evitar la propagación del nuevo coronavirus".
De nuevo es su director general, y lo dijo ayer; de nuevo alguien a cara descubierta quitando las máscaras occidentales: "Estoy asombrado por los miles de trabajadores de la salud en China, especialmente en Hubei, que están cuidando a los pacientes y recabando datos sobre el nuevo coronavirus 2019 para su análisis científico, mientras se encuentran bajo una presión inmensa" [En la imagen de más arriba podéis ver cómo queda la cara tras llevar la máscara y las gafas protectoras 12 horas seguidas; esta es la gente que está luchando, también, por nosotros] (...) "A partir de la rápida compartición de China de los datos de la secuencia del genoma a nuestro trabajo en la OMS para refutar mitos, estamos recabando, analizando y compartiendo rápidamente información para mantener seguro al mundo".
La carrera para buscar un antídoto está en marcha, pero antes hay que encontrar la causa. Y mientras los chinos no digan otra cosa, y lo refrende la OMS, lo demás son teorías conspirativas. Encontrar la fuente del virus es la mejor manera de hacer un tratamiento ya que permite la identificación de ADN completo y el inicio de experimentos de laboratorio en un intento de eliminar el virus hasta crear una vacuna para él.
Puede ser comprensible el estado de confusión y miedo, incluyendo la cuestión económica y cómo va a afectar al mundo. Pero lo que no es de recibo es la campaña contra China porque está dando ejemplo de muchas cosas. Cuando aisla ciudades enteras, limpia sus calles por todos los medios disponibles y hace lo posible y casi lo imposible, otros -sobre todo Occidente- miran desde la distancia y ocultan su sonrisa tras la máscara.
El Lince
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