Elecciones, sanciones, contrasanciones y un análisis muy correcto
EEUU y sus siervos europeos, junto a Canadá, han vuelto a
sancionar a Rusia por la situación en Ucrania. Los periódicos burgueses se
frotan las manos porque, ahora sí, “hacen daño” a Rusia: el rublo ha bajado y
está en su cotización más baja respecto al dólar. Pero resulta que Rusia está incentivando el comercio en
otras monedas y, sobre todo, en el rublo y la moneda del país con el que
comercia. Por ejemplo, en yuanes chinos.
Por el momento el Banco Central Ruso no se inmuta y no sale
en defensa del rublo, como harían los europeos en defensa de su muy tocada
moneda. ¿Y eso por qué? Pues porque Rusia está en el camino de reducir su
reserva de divisas en dólares y en euros y, por lo tanto, la caída en la cotización a quien perjudica es a los oligarcas
euroatlantistas y no a la población en general. Sólo tenéis que ver cómo la
población rusa está respondiendo.
Supongo que sabéis que el
14 de septiembre hubo elecciones a gobernadores en toda la federación rusa y en
ellas, ya con la nueva oleada de sanciones de EEUU y sus siervos en marcha, el
partido de Putin ha arrasado. Luego no parece haber mucho miedo,
precisamente, ni entre la población ni entre la oligarquía euroasiática que
rodea a Putin.
Estos son los resultados de las gobernaciones que he podido conseguir:
-
En Ivanovo su partido, Rusia Unida, logró el 80’32% (el
Partido Comunista, segundo, logró el 7’63%)
-
En Komi el 78’97% y el PC, también segundo, el 6’85% (pongo a partir de ahora el segundo partido)
-
En Cheliabinsk el 86’37% y el PC el 5’25%
-
En Altai el 50’63% y el segundo, Poder Civil, el 30’44%
-
En Udmurtia el 84’84% y el PC el 7’65%
-
En Krasnoyarsk el 63’28% y el PC el 14’01%
-
En San Petersburgo el 79’3% y el PC el 9’37%
Como veis, resalta el
dato de que en toda la federación rusa el Partido Comunista se sitúa en segundo
lugar, aunque muy por debajo de Rusia Unida a excepción de Orel, donde ganó
el Partido Comunista con el 89’17%, quedando el segundo el Partido Liberal
Democrático con el 3’74%. Seguiré el tema a ver cómo ha quedado la cosa en las
gobernaciones que no he podido conseguir aún, pero es muy importante que la única
oposición a Rusia Unida, hoy por hoy, sea el Partido Comunista y que esté
consiguiendo espacios de poder como el de Orel (770.000 habitantes) y el de la
ciudad de Novosibirsk (1’5 millones) en las elecciones anteriores. Estos son sólo
dos ejemplos, pero pone de manifiesto cuál es la correlación de fuerzas en
Rusia.
Mientras, aquí os dejo con un muy buen análisis de lo que
ocurre con las sanciones y contrasanciones. Aunque está escrito claramente
antes de la segunda ronda de sanciones de EEUU y la UE, no quita valor a lo que
significan puesto que ya desde EEUU y la UE están diciendo que se pueden
revisar a finales de mes “en función de si se mantiene el acuerdo de cese el
fuego en Ucrania”. Desde luego que se va a mantener, aunque a quien beneficia más
sea a la junta filonazi de Kiev (
ver análisis aquí). Así hay
que entender los movimientos que se están produciendo, tanto a nivel interno,
donde las críticas al mismo desde las milicias están provocando sorprendentes
movimientos políticos, como a nivel externo, donde los oligarcas de EEUU,
Rusia, la UE y Ucrania han firmado un documento, como lo leéis, de solución a
la crisis apostando por algo que siempre ha estado en el fondo de la postura
rusa: respeto al idioma, casi federalización y neutralidad del país al estilo
de Finlandia. Os hablaré con detenimiento de ello en otra ocasión.
Ahora os
dejo con el artículo en cuestión, que me parece muy interesante y de lectura
obligada.
Rusia da el
golpe de gracia a la Unión Europea (y al dólar)
ALBERTO CRUZ
Martes 16 de
septiembre de 2014 por CEPRID
El servilismo de la Unión Europea
respecto a EEUU pasa factura. Las sanciones que ha impuesto Rusia sobre
importaciones agrícolas, carne y pescado van a dar el golpe de gracia a la UE.
Los primeros síntomas ya están aquí: Alemania y Francia se estancan, Italia
entra en recesión y la tan propagandizada “mejoría económica” no es más que
humo.
Las sanciones de Rusia sobre el
sector primario de la economía europea van a suponer unas pérdidas de entre
6.000 y 7.000 millones de euros y pone en riesgo unos 130.000 empleos
vinculados a las exportaciones de alimentos (1). Hay que añadir los daños
potenciales para las empresas proveedoras de artículos y servicios auxiliares,
como el transporte.
Pese a que desde los llamados medios
de comunicación se está lanzando la versión de que todo está controlado, de que
la Política Agrícola Común ha previsto situaciones de este tipo la realidad es
que el presupuesto de compensación de pérdidas es de 400 millones, lo que
supone una cantidad que no llega al 8% del total de pérdidas estimadas.
Polonia, Lituania, Finlandia, España, Francia y la República Checa ya han
pedido que se aplique el fondo de compensación. ¿A cuánto va a tocar cada país,
a 70 millones? ¿y si en los próximos días hay más peticiones a 60, a 50 a…?
Además, y como reconoce la
Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), EEUU, la UE, Canadá,
Australia y Noruega –los afectados por las sanciones rusas- tienen que
reorientar “rápidamente” su producción agrícola y ganadera. Pero la pregunta es
¿hacia dónde? ¿hacia China, un socio estratégico de Rusia en estos momentos y
un enemigo potencial en el futuro –para EEUU lo es ya-? ¿hacia América Latina,
un continente productor de frutas y verduras, así como de carne? ¿hacia África?
La UE se encuentra con que no tiene escapatoria, no tiene mercados a los que
acudir lo que supone un golpe que puede ser irremediable para el sector
agrícola y ganadero.
La decisión de Rusia tiene un impacto
directo claro al tiempo que unas implicaciones indirectas. El directo:
prohibición de fruta polaca, productos lácteos finlandeses y bálticos, pescado
noruego… El indirecto: los agricultores franceses ya han dicho que no
permitirán la expansión hacia el oeste de la fruta polaca y comienzan los
movimientos de protesta en otros países, como en España. A largo plazo, las
sanciones que ha impuesto Rusia a los productos agrícolas con una duración de
un año, de momento, pueden cambiar la forma de toda la estructura de la producción
y el consumo de la UE. No es una afirmación aventurada porque ya, en el corto
plazo, se está produciendo una saturación del mercado por algo tan sencillo
como que no hay dónde almacenar la producción que iba destinada a Rusia.
Aunque la UE ha anunciado una ayuda
de 125 millones de euros para la retirada y distribución gratuita de algunas
verduras y frutas perecederas hay que tener en cuenta que se está en plena
temporada en algunos productos y no hay planes de almacenamiento ni margen para
buscar nuevos mercados.
Los europeos, en una especie de
alucinación colectiva, se sumaron a las sanciones que EEUU impuso a Rusia
defendiendo, no se olvide, un golpe neofascista en Kiev y pensando que, como
suele ser habitual, no habría respuesta. Pensaban que Rusia iba a ver afectado
su Producto Interior Bruto y se frotaban las manos con ello. Pero no ha sido
así. El PIB también era el indicador que esperaba Rusia y cuando vio que
continuaba creciendo, a un ritmo no muy impresionante pero subiendo (el primer
trimestre de este año creció el 0’9%, el segundo trimestre el 0’8%), asestó el
golpe. Un golpe de gracia a la Unión Europea.
Aunque las sanciones de Rusia apenas
llevan un mes implementadas ya se puede decir que son el factor determinante
para que la UE esté a punto de entrar en una nueva recesión puesto que se
producen en un momento en que la economía de la UE está en una profunda crisis
y asentada en el estancamiento. El Ministerio de Finanzas de Alemania acaba de
publicar su informe mensual (2) en el que reconoce que “la disminución del PIB
es probable que tenga que ver con el efecto de las sanciones y los efectos
negativos sobre la confianza debido a la crisis de Ucrania”. Y añade que “si la
crisis de Ucrania no se agrava más y no se imponen más sanciones más graves es
de esperar que la actual desaceleración económica sea sólo temporal”. ¿A qué se
está refiriendo? Pues al suministro de gas y petróleo que le llega de Rusia. La
producción industrial de Alemania ha caído el 0’2% y una recesión en este país
arrastraría no sólo al sur de Europa (España, Portugal y Grecia especialmente)
sino también a su más cercana influencia: República Checa, Hungría y Polonia.
Luego he aquí una de las razones por
las que la UE se ha tentado la ropa con las críticas a la decisión rusa de
enviar un convoy humanitario a Luganks. No se ha pasado de la crítica verbal
porque la UE no puede ir más allá. Hacerlo equivaldría al haraquiri como ente
político y económico. Y está muy cerca de ello.
El informe también añade que “otras
tensiones geopolíticas”, que no especifica aunque es de suponer que se refiera
a la confrontación de EEUU y China y a Oriente Próximo y Medio, y “el débil
desarrollo económico en la zona euro han contribuido a la contracción de la
zona euro”. Más claro, agua.
A la recesión de Alemania, o
“ralentización” como han dicho los alemanes, hay que sumarle que Francia ha
visto cómo se reduce su producción industrial y lo mismo ha ocurrido en toda la
UE (el 0’3% en la zona euro y el 0’1% en el conjunto de la UE). Es evidente que
el golpe asestado por Rusia ha desmontado el discurso de la recuperación y la
situación económica de la UE ha demostrado ser demasiado frágil para resistir
impactos externos y tensiones geopolíticas.
Además, están comenzando a conocerse
encuestas donde se refleja el sentir popular y en Alemania, por ejemplo, el 46%
de la población se opone a las políticas de Bruselas y Bonn con respecto a
Ucrania y Rusia porque están viendo las orejas al lobo. Los sindicatos
consideran que se pueden perder 21.000 puestos de trabajo y eso erosionaría de
forma considerable al gobierno de coalición que mantienen los
cristianodemócratas y socialdemócratas puesto que éstos se verían muy
presionados por los sindicatos, que fueron su gran apoyo en las pasadas
elecciones (3). Pero no es sólo esta cifra la que asusta. Economistas críticos
elevan esa cifra de posible pérdida de trabajo a los 400.000 porque este es el
número de personas que trabajan en empresas ligadas con el comercio con Rusia,
no sólo agrícola y ganadero.
Esta es una de las razones por las
que Alemania, junto a Francia, está intentando casi con desesperación algún
tipo de acuerdo entre Rusia y Ucrania que permita salvar la cara a la UE por su
apoyo al régimen neofascista de Kiev. Francia ve cómo tambien desciende su
producción industrial, aumenta el paro, el PIB está en números muy cercanos a
la recesión y se ve envuelta en una costosa maquinaria colonial-militar en
África, además de haber sido sancionado uno de sus principales bancos y sufrir
una constante amenaza su industria militar por los acuerdos con Rusia. Sobre
esto volveré más adelante.
No son los únicos países en pasar
apuros. Siguiendo sólo con el baremo laboral, Polonia va a perder 23.000
empleos, Francia, España e Italia 10.000 y así hasta los 130.000 que estimaba
la consultora danesa. Sin embargo, la única reacción hasta el momento ha sido
la de Finlandia, que ya ha dicho que no se va a sumar a la postura de sanciones
de la UE y que se desvincula de la decisión comunitaria porque “la cooperación
con Rusia es, sin exagerar, una cuestión de supervivencia económica”. Quien
dice esto no es un cualquiera, sino el propio primer ministro. No en vano,
Rusia supone el 10% del comercio exterior de Finlandia y el 25% del total de
las exportaciones de alimentos va para Rusia. Si Finlandia se sumase a la
postura de la UE sería, literalmente, un suicidio.
La oportunidad de América
Latina
Rusia propuso un programa de
desarrollo mutuo, un área de desarrollo general con un régimen comercial
preferencial desde Lisboa a Vladivostok. Esta propuesta fue despreciada por la
UE y, en cambio, apostó por la Asociación Trasatlántica de Libre Comercio. Por
lo tanto, es mucho pedir que los plutócratas de Bruselas hagan alguna
autocrítica respecto a su seguidismo y vasallaje con EEUU, pero lo primero que
tendrían que replantearse es la propuesta estadounidense de crear la ATLC. Si
estuviese ya en vigor, la UE habría quedado atrapada como un insecto en una
tela de araña y si no cambia de táctica política y el enfrentamiento con Rusia
va a más pronto pueden llegar las complicaciones políticas a nivel interno y
externo. Una de ellas, el fortalecimiento del euro escepticismo y los
sentimientos antiestadounidenses. Otra, el debilitamiento del euro en paralelo
al declive del dólar. Sobre ésta última volveré más adelante.
Las revueltas de agricultores, aún
pequeñas y más bien simbólicas, están siendo aprovechadas por los plutócratas
de Bruselas para amenazar a otros países con su habitual política amenazadora.
La UE ya está recurriendo a sus habituales tácticas de presión política con los
países que considera más débiles. Es el caso de América Latina. Ya ha habido
amenazas nada veladas sobre que América Latina no debe aumentar sus suministros
de alimentos a Rusia para cubrir el déficit que se genera con las sanciones a
los alimentos europeos, estadounidenses, canadienses y australianos.
La neolengua de la burocracia de la
UE dice que está “negociando” con los países latinoamericanos para “federar” al
mayor número posible de ellos a fin de presionar a Rusia. Estos chicos no
tienen remedio. Olvidan que 19 países, de los 42 que componen América Latina y
el Caribe, o votaron con Rusia o se abstuvieron cuando en la Asamblea General
de la ONU se votó sobre la anexión de Crimea. Y son estos países, precisamente,
los que más interés tienen en suplir a los productos occidentales en Rusia. El
argumento de Bruselas es curioso: dice que no es oportuno tratar con un socio
“poco confiable” como Moscú y que “sería un error” que los países
latinoamericanos “sacrificaran una relación económica ya extensa por beneficios
a corto plazo”.
Hay que hacerse una pregunta: ¿hay
algún atisbo de inteligencia en la UE? El comportamiento es claramente
colonial. Hay gente que no cambia y la única forma de que lo hagan es a
estacazos. América Latina perdería el tren de la historia si no aprovechase la
oportunidad, máxime teniendo en cuenta que no hace mucho tiempo, sólo un par de
meses, tanto Putin como el presidente chino Xi Jinping realizaron una gira por
el continente y en ella ambos, pero sobre todo Putin, hablaron de la cuestión
comercial.
Fue el caso de Brasil, sin ir más
lejos. Ahora los brasileños ven el cielo abierto con las sanciones a la UE y
EEUU y hasta los empresarios hablan de “revolución” con las posibilidades que
ha abierto la decisión rusa. Lo mismo pasa con Argentina, inmersa en una
batalla a vida o muerte contra los fondos buitres y amenazada por EEUU. La
presidenta Cristina Fernández es muy consciente y ha dicho que el gobierno va a
generar las condiciones para que el sector privado, con el impulso del Estado,
pueda incrementar las exportaciones y satisfacer la demanda del mercado ruso.
Argentina se ha desviado de forma espectacular del campo político
europeo-estadounidense desde el colapso económico de hace más de una década y
se ha acercado tanto al ALBA como a los BRICS. Seguro que la batalla que está
dando ahora contra los “fondos buitres” tiene mucho que ver con todo ello.
Las relaciones de Rusia con Brasil y
Argentina conducen inevitablemente a unas relaciones positivas con Uruguay, el
vecino menor de ambos países y socio del MERCOSUR. También este país ha dicho
que está dispuesto a aumentar sus exportaciones a Rusia.
Lo mismo ocurre con Ecuador, donde el
presidente Rafael Correa ya ha dicho que no va a pedir ningún permiso a la UE
para comerciar con Rusia y aprovechar esta posibilidad de abrir nuevos mercados
para los productos ecuatorianos, fruta y flores sobre todo. Ecuador tiene mucho
que ganar, máxime teniendo en cuenta que Rusia tiene la intención de invertir
1.500 millones de dólares en el sector de la energía.
El comercio entre Brasil y Rusia en
2013 supuso más de 3.000 millones de dólares, de los que 563 fueron en
exportación de carne bovina. Ahora se puede casi duplicar. Muy similar fue el
comercio entre Argentina y Rusia, 2.677 millones de dólares. Así se podría ir
país por país y comprobar que las posibilidades de Chile, Perú, México,
Colombia… son inmensas.
Los casos de Perú y Chile son
curiosos. Miembros de la Asociación TransPacífico, un bloque neoliberal afín a
EEUU y del que también forman parte Colombia, Costa Rica y México, quieren
entrar en el mercado ruso desafiando tanto a sus patronos estadounidenses como
a la UE. No es el momento para ahondar en este asunto, pero la relación que
ambos países mantienen con China –los dos tienen firmados con los chinos
acuerdos de libre comercio- tienen mucho que ver con su pretensión de
aprovechar las sanciones que ha impuesto Rusia para comerciar con este país. A
buen seguro China ha presionado para ello.
En el momento de escribir este
pequeño análisis, Rusia ya ha autorizado a empresas brasileñas y chilenas la
exportación de carne y pescado y mariscos a su territorio.
Todo esto es lo que quiere evitar la
UE haciendo gala de su comportamiento colonial. Pero ya es tarde. Rusia y China
tienen importantes acuerdos bilaterales con Venezuela, Cuba, Nicaragua,
Argentina y Brasil; los BRICS ya tienen reuniones con la UNASUR y la CELAC… Los
nuevos bloques regionales se están constituyendo en nuevos bloques de poder y
ya nada será igual.
No obstante, la valiente postura de
América Latina no está exenta de riesgos ya que quien aparezca a ojos de EEUU
como “socio de Rusia” estará marcado y será vulnerable a cualquier
desestabilización patrocinada por Washington. El caso de Venezuela es un buen
ejemplo, porque el papel de este país, sobre todo durante la presidencia de
Hugo Chávez, en la reinserción de Rusia en el continente latinoamericano fue
esencial. A la hora de hablar de la desestabilización de Venezuela, próvida y
alentada por EEUU, hay que tener en cuenta este factor geopolítico.
La
vuelta al patrón oro
Junto a este importantísimo cambio en
las relaciones económicas hay otra consecuencia letal para la UE y, a largo
plazo, para EEUU como consecuencia de las sanciones impuestas por Rusia: muchos
países están “reconsiderando” la prepotencia del dólar en las relaciones
económicas y Rusia está dando pasos para que, al menos, haya otras monedas. Y
esto preocupa, y mucho, a EEUU. Joseph Quinlan, director estratégico del Banco
de América, ha dicho que “este molesto giro de las relaciones entre Rusia y
Occidente por culpa de las sanciones puede ser el catalizador del comienzo de
un mundo multidivisa” (4).
Aunque el efecto de las sanciones no
pudiese apreciarse pronto, y ya se ha visto que sí con el ejemplo alemán, no es
aventurado decir que es el paso más importante que se ha dado hacia la
desaparición del dólar como moneda de reserva del mundo. La UE más temprano que
tarde se dará cuenta que no puede seguir subvencionando las enormes deudas del
gobierno de EEUU sólo para recibir palos y más palos, como las sanciones contra
los bancos franceses, por ejemplo. Porque otra de las medidas que Rusia está
poniendo en marcha es diversificar su intercambio comercial fuera del euro y
del dólar.
Una de las formas en que lo está
haciendo es admitiendo la compra y venta de productos en las monedas de los
países con que comercia. Es el caso de China, donde cada vez en mayor medida
las transacciones son en rublos y yuanes. Lo mismo ocurre con los otros países
BRICS. Otra, la compra de oro. Resulta que tres de los países BRICS (China,
Rusia y Sudáfrica) producen casi el 40% del oro del mundo, así que quienes han
dudado de que la puesta en marcha del Banco de Desarrollo de los BRICS sirva
para algo deberían reconsideran su postura. No hay que mirar sólo a lo inmediato,
sino a largo plazo.
Además, resulta que Rusia tiene las
quintas reservas más grandes de divisas del mundo y es el sexto país del mundo
en reserva de oro. En el primer semestre de 2014, el Banco Central de Rusia
decidió reducir sus reservas de moneda extranjera el 2’5% y anunció que esa
tendencia seguiría en el futuro. Junto a este anuncio, otro: el aumento de las
reservas de oro en 54 toneladas en sólo cinco años.
Comparemos estos movimientos con los
de la UE, que está viéndose obligada a vender sus reservas de oro como
consecuencia de la crisis: Alemania ha vendido 2’9 toneladas, Italia, Francia y
España han hecho lo mismo.
No son muchos los que en Alemania y
Francia se dan cuenta de hacia dónde les lleva la dependencia y vasallaje de
EEUU, aunque alguno de los últimos movimientos de Ángela Merkel con Ucrania
parecen dar a entender que hay un cierto hartazgo con Washington, lo que no
significa ni mucho menos ni ruptura ni siquiera autonomía.
Francoise Hollande es un payaso, pero
no tanto como para ignorar lo que está en juego con la presión estadounidense
contra el BNP Paribas –multado con 9.000 millones de dólares supuestamente por
comerciar con Cuba e Irán- e intentando que no venda a Rusia dos portaaviones
de la clase “Mistral”. Aunque la capitulación francesa fue total aceptando, por
boca del gobierno, “la responsabilidad” del banco en la violación de las leyes
estadounidenses, que no europeas, el malestar en amplios sectores de Francia es
tal que no escasean las voces “para una recuperación de la patria”. Sea lo que
sea esta frase y signifique lo que signifique aunque el caso del BNP Paribas ha
servido para que ahora el gobierno diga que va a cumplir el contrato con Rusia
pese a las presiones que está recibiendo de EEUU y la OTAN para que no lo haga.
El sentimiento europeo de hartazgo
respecto a la sumisión a EEUU crece con una actitud que les lleva a actuar como
policías de EEUU gratis mientras que tienen que pagar miles de millones de
dólares en multas cada vez que intentan hacer algún negocio que no le gusta a
EEUU. Eso se va a traducir en una paulatina distancia respecto al dólar como
moneda financiera.
El euro ya está en el alambre, un
enfrentamiento mayor con Rusia precipitará su caída junto al dólar. Aún
minoritarias, pero significativas, son las voces que están comenzando a sonar
sobre el papel del dólar en la economía europea, en recuperar la soberanía
nacional y en la necesidad de oponerse a unas leyes del mercado que sólo tienen
como límites los que EEUU marca como propios. Notas:
(1) Informe de la consultora danesa ING Groep, citado por RBC Daily el 22 de
agosto de 2014. (2) Reuters, 22 de agosto de 2014. (3) Alberto Cruz, “Alemania
y Portugal: ¿dos ejemplos para la izquierda? http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1768
(4) http://www.hardassetsalliance.com/
Alberto Cruz es periodista,
politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46
Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial”, editado
por La Caída con la colaboración del CEPRID. Los pedidos se pueden hacer a libros.lacaida@gmail.com o bien a ceprid@nodo50.org
También se le puede encontrar en librerías. albercruz@eresmas.com
Un dato a tener en cuenta es que EEUU y sus vasallos han decidido ir a la guerra contra Rusia pero ésto, al igual que ocurrió con el bloqueo y las sanciones a la URSS tras el triunfo de la Revolución de Octubre, servirá para potenciar una industria nacional que ahora está en manos, físicas y de capitales, de Occidente a través de los oligarcas. Eso no significa que deje de estar en manos de capitalistas y oligarcas, sino que éstos serán los oligarcas euroasiáticos y no los euroatlantistas. Es una diferencia esencial.
Creo que el objetivo de las sanciones es romper cualquier vínculo entre la UE y Rusia para así dar mayor relieve al Acuerdo de Asociación Trasatlántica de Libre Comercio del que habla Alberto Cruz en su artículo. Y también creo que Rusia sigue teniendo la sartén por el mango y que no debe tener miedo en responder a los sancionadores con contrasanciones aún más duras que las agrícolas y ganaderas. Si no hay respiro para Rusia, tampoco lo debe haber para Europa (y EEUU).
El Lince