La lógica del apaciguamiento
Las elecciones en el Estado español (España, para otras latitudes) se han saldado con un fracaso de quienes han estado apostando desde hace dos años por la lógica del apaciguamiento, el rebajar discursos, el rebajar -hasta casi desaparecer- propuestas emancipatorias, el rebajar todo cuanto pudiese molestar al poder (que no es lo mismo que el gobierno). Mis amiguetes progres hoy van con la cabeza baja y solo se atreven a criticar a quienes, como yo, no hemos votado porque se consideran ni más ni menos que "traicionados". La culpa no es suya, por supuesto, es de (nos)otros.
Son incapaces de levantar la vista más allá de su ombligo -vengo insistiendo en ello-, incapaces de comprender que "la izquierda marginal", su última hazaña calificativa, sí tiene principios y, entre ellos, está el tema de la OTAN por no ir mucho más allá. Han dulcificado tanto sus propuestas que son irreconocibles por mucha gente. Aunque hayan sacado los mismos escaños que hace unos meses, han perdido más de un millón de votos que se han quedado en la abstención. Han hecho lo posible por huir de "la izquierda marginal" y han sido incapaces de recibir el apoyo de los defensores del sistema. El último ejemplo que han proporcionado, un par de días antes de las elecciones de ayer, ha sido
defender a capa y espada a la Unión Europea tras el referéndum de Gran Bretaña en el que la población decidió la salida de la UE.
La UE es el Titanic y quienes desde la izquierda se empeñan en defenderla están comprando un billete en algo que saben se va a hundir. El referéndum de Gran Bretaña ha matado a la UE, entre otras cosas por lo que aportaba a su presupuesto. A ver cómo se rellena ahora y con cargo a qué supuestos porque los paganos ya se sabe quiénes serán: nosotros.
Cada vez hay un reconocimiento mayor a que ha sido la clase obrera británica, sobre todo la de Gales e Inglaterra, la que ha dado la patada a la UE. Es decir, ha sido una victoria dentro de la lucha de clases. Ha sido una victoria contra los efectos económicos del libre comercio y de unos tratados que siempre benefician a los inversores y a las empresas. Ha sido una victoria contra las medidas de austeridad, la reducción de puestos de trabajo, de salarios, la disminución de los servicios sociales. Todo eso es lo que representa la UE que, dígase lo que se quiera, es irreformable.
Gales e Inglaterra son la base de la clase obrera británica y de la industria principal. Escocia es dependiente de las exportaciones de petróleo a la UE, de ahí que tenga interés en permanecer, mientras que Irlanda del Norte tiene vínculos casi al 50% con Escocia y la UE en términos económicos, por lo que también es entendible su voto a favor de la UE.
Quienes dentro de la izquierda han salido en tromba a defender la UE han sufrido el mismo espejismo que los laboristas en Gran Bretaña. Los laboristas han ido perdiendo progresivamente influencia dentro del movimiento obrero británico a medida que se han ido alineando con la ofensiva neoliberal corporativa. En ese flanco es en el que han comenzado a incursionar los partidos fascistas y pro-fascistas en la propia Gran Bretaña, en Austria, en Francia, en Italia, en Suecia, en Noruega, en Finlandia, en Hungría. Y ese es el flanco que no han sabido defender las organizaciones progresistas, como ha sido el caso de Unidos Podemos en el Estado español-España.
Con la integración económica se ha provocado una pérdida de la soberanía. Si un país no controla ni siquiera su propia moneda -y aquí hay que resaltar que Gran Bretaña estaba fuera del euro- no hay soberanía que valga porque está a merced de los burócratas que controlan el Banco Central Europeo y que, a su vez, trabajan para las empresas transnacionales. Defender a la UE cuando están muy cercanos los casos de Grecia, o antes de Chipre, es de locos porque ambos mostraron de forma clara que las élites, los plutócratas, pueden estrangular financieramente a cualquier miembro de la UE que no les obedezca.
Frente a todo esto está surgiendo la rebelión que en Gran Bretaña se ha expresado en el referéndum y en Francia se está expresando en la fuerte resistencia del movimiento sindical contra la destrucción de los derechos sociales y laborales. Y quienes lo están capitalizando en toda Europa son los fascistas, con la izquierda "globalista" manteniendo la ficción de que "otra Europa es posible" que, si fuesen como los sindicatos franceses, sería algo más que un eslogan. Es algo a desarrollar mucho más extensamente, sin duda.
El movimiento sindical en el Estado español-España es casi inexistente, a años luz del británico y, sobre todo, del francés. Hace poco tiempo, participando en una conferencia sobre el fascismo, argumenté esto precisamente y que gran parte de la culpa del auge del fascismo la tiene la propia izquierda al abandonar las cuestiones sociales y laborales por otras más llamativas, pero menos relevantes. Que son estas fuerzas las que han sabido sustituir a la izquierda al recoger las inquietudes y anhelos de las víctimas de la globalización. Y que los fascistas han sabido conectar todo ésto con el discurso anti inmigración, frente al que no se ha sabido responder con contundencia. Critiqué a partidos y sindicatos y puse como ejemplo la respuesta que se está produciendo en Francia son la Ley del Trabajo que es muy similar a la que se aprobó en España y cómo han sabido desligar las dos cosas, trabajo e inmigración. Un asistente me dijo que no podía comparar porque "en España llevamos 40 años de democracia y en Francia llevan 200 años". Por esa regla de tres, tendríamos que esperar otros 160 años a tener no ya los derechos sociales y laborales que hay en Francia, sino a tener la organización y el espíritu de lucha que tienen los franceses.
El argumento de ese asistente era banal, pero significativo de lo que piensa la progresía porque era, ni más ni menos, que un concejal de mi localidad de esa formación política que ha sufrido un gran varapalo en las elecciones. Es como si alguien dijese que hay que defender el libre comercio y el neoliberalismo en el corto plazo porque eso podría conducir a que la clase obrera pudiese disponer de más tiempo para desafiar al neoliberalismo y al libre comercio a largo plazo. Es algo que no tiene sentido ni lógico ni intelectual, por supuesto. No se puede ser pro libre comercio, es decir, pro UE, y antineoliberal. Si no se tiene en cuenta que el libre comercio beneficia a corporaciones, banqueros e inversores es que se tienen claras pocas cosas. Los beneficios se acumulan para ellos, no para la clase obrera. Ni siquiera para la llamada clase media. Un ejemplo: el Banco Central Europeo ha decidido mantener el tipo de interés cero para los préstamos a los bancos. Ahora id al vuestro y decid lo mismo y veréis qué risa floja le entra.
La UE es una institución socialmente regresiva, hostil para la clase obrera y, si me apuráis, es una herramienta del capitalismo que está destruyendo los propios intereses de los diferentes países que la forman. Tan es así que el referéndum de Gran Bretaña -de ahí que os haya puesto el gráfico de antes- ha agudizado las tensiones entre Alemania y Francia. Y lo que se comienza a ver no es nada prometedor: fortalecimiento de los poderes militares y de policía. Es decir, palo y tente tieso con las protestas. Y eso es lo que están defendiendo los progres al insistir en defender la UE.
A buen seguro también van a proponer "una política monetaria más flexible", algo a lo que hasta ahora ha sido reacia Alemania. Pero eso no es garantía de nada y no va a resolver los conflictos dentro de la zona euro.
No creo que el referéndum de Gran Bretaña haya influido mucho en las elecciones de ayer, pero sí hay que tenerlo en cuenta a la hora de contabilizar razones del por qué Unidos Podemos ha perdido casi un millón de votos. Incluso se podría soñar con que si alguien hubiese dicho que se alegraba de que
los bancos (se me olvidó añadir que el Deutsche Bank perdió el 16'32%) y los multimillonarios estuviesen perdiendo dinero como consecuencia del resultado del referéndum británico, tal vez se podría haber parado en algo la sangría y amortiguado el fracaso. Pero no se hizo ni dijo nada parecido. No había que alarmar. Y no les ha servido para nada.
Si fuese vengativo, visto el resultado electoral diría eso de "Roma no paga traidores". Los progres han desmontado todo tipo de movilizaciones populares, han abandonado las calles en beneficio del sistema y ahora reciben este pago.
En Francia lo tienen claro: los derechos no se negocian, se defienden en las calles. En Gran Bretaña lo tienen claro: la Unión Europea ha ahogado los derechos laborales y sociales. Aquí no se tiene claro nada de nada. Y luego, a llorar.
Estaréis viendo muchas explicaciones de qué ha pasado en estas elecciones y por qué. Yo os doy la mía y añado un apunte: Catalunya. Quienes seguís ésto sabréis que
la única formación política en el Estado español que cuenta con mis simpatías es la Candidatura d'Unitat Popular. La CUP, como organización catalana, no participa en las elecciones generales, con buen criterio.
La CUP logró en las elecciones catalanas de septiembre del año pasado 338.000 votos. Todo el mundo se preguntaba dónde iban a ir esos votos en las elecciones de ayer. Pues ya tienen la respuesta. La CUP está compuesta por once organizaciones que se posicionaron de forma muy distinta, desde quienes apoyaron a En Comú Podem hasta quienes lo hicieron por Esquerra Republicana de Catalunya. Lo mismo ocurrió en las elecciones de diciembre del año pasado. Pero la gran mayoría de organizaciones que forman la CUP optó en ambos casos por la abstención militante.
Los resultados de ayer son muy relevantes: En Comú Podem, pese a ganar y mantener el mismo número de escaños, ha perdido 80.000 votos; Esquerra Republicana, que también repite en escaños, ha ganado 28.000 votos. Luego la conclusión es bien clara: el grueso de la CUP, militantes, simpatizantes y votantes, no ha participado en estas elecciones. La abstención ha sido del 34'39%, tres puntos más que en diciembre. Sería muy de agradecer que ECP y ERC sacasen sus propias conclusiones, de lo que plantean y hacia dónde van. Pero conociendo a las organizaciones y a los personajes, lo dudo mucho.
El Lince