El camino de baldosas amarillas
El referéndum sobre la permanencia o salida de Gran Bretaña de la Unión Europea está desatando tal pánico en los capitalistas que ahora no saben muy bien qué camino tomar. Salvo uno: el de las baldosas amarillas.
Os recomiendo de manera muy encarecida un excelente libro y una no menos excelente película: "El mago de Oz". Es una de las muy raras veces en las que la película se equipara con el cuento porque, por lo general, las películas suelen destrozar a los libros en los que se basan. El cuento -hay quien lo considera una novela- se escribió en 1900, la película es de 1939. Dicen que el cuento es una alegoría entre quienes peleaban por vincular la moneda al patrón oro y quienes no. Por eso la protagonista inicia su camino hacia el mundo de Oz (oz, onza, es la medida del peso del oro en inglés) "siguiendo el camino de baldosas amarillas".
El mundo tal y como lo conocemos se está cayendo a pedazos. El capitalismo ya no se sostiene si no es con muy altas dosis de represión, cada vez menos sofisticada, y busca desesperadamente una nueva guerra con la que relanzarse. La expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas y el enorme despliegue de la marina estadounidense en el Mar del Sur de China -que si se llama así, será por algo- son claros indicativos de cómo un Occidente moribundo se está resistiendo a morir y cree que lo podrá evitar si dispara primero.
No sé lo que ocurrirá el 23, cuando se celebre el referéndum en Gran Bretaña -y aunque las encuestas dicen que ganarán quienes quieren la salida de la Unión Europea (Brexit), recuerdo que también decían que ganarían los partidarios de la independencia de Escocia y al final la gente, aunque por muy poco, se asustó y decidió mantener el status quo-, pero lo que sí sé es que hay un pánico generalizado entre quienes tienen la pasta y que ya están siguiendo el camino de baldosas amarillas. Es decir, se están refugiando en el oro, cuyo precio va en paralelo a cómo evolucionan las encuestas sobre el famoso Brexit.
Este pánico está reforzando, aunque sea de forma indirecta, a Rusia y China, los dos países que llevan años comprando oro porque tienen la intención nada disimulada de volver a vincular a la moneda al patrón oro, como estaba hasta que EEUU decidió unilateralmetne en la década de 1970 dejar de hacerlo y convertir al dólar en la moneda de referencia a nivel mundial. Eso está empezando a ser ya historia, y a eso es a lo que también se opone EEUU. De ahí su agresividad y beligerancia porque, recuerdo, Rusia tiene decidido abrir su propia bolsa petrolera en rublos y China ya ha abierto su propia Bolsa del oro de Shangai.
La subida del precio del oro indica, además, que la idea de "otra Europa es posible" ya no la cree nadie y que hay una especie de "sálvese quien pueda" ante un barco que no solo va a la deriva sino que hace aguas por todos los lados.
Y cuando las ratas van abandonando el barco, como son unas ratas exquisitas, o sea, con posibles, lo que hacen es ir refugiándose en lo que consideran valores seguros. Y un valor seguro a lo largo de la historia ha sido el oro. En ello andan, por el camino de baldosas amarillas. Dicen que si gana el Brexit, ni el dólar ni el euro aguantarán mucho más tiempo y que el oro "será la moneda más fuerte del mundo".
En el caso de que el Brexit sea derrotado y Gran Bretaña permanezca en la UE, el roto será de tal calibre que habrá "una reacción populista en casi toda Europa e, incluso, en EEUU". De ahí que los capitalistas, grandes y pequeños, se estén refugiando en el oro porque pronostican "volatilidad de los mercados financieros, con efectos potencialmente adversos sobre la economía de la zona euro y el sector financiero". Y añaden otros dos puntos de incertidumbre: el más importante es Francia, con la posibilidad de que el fascista Frente Nacional gane las elecciones en 2017 (que es profundamente anti-UE); el segundo, de mucho menor relieve pero que sí siembra algo de zozobra, es el hipotético triunfo de Unidos Podemos en las elecciones del 26 de junio en el Estado español (España, para otras latitudes) a quien consideran "moderadamente euroescéptico".
A ver si adivináis qué gran especulador financiero está comprando oro a troche y moche. Sí, esta vez habéis adivinado: George Soros. Este tipo, financiador de las mal llamadas "revoluciones de colores", lleva semanas avisando sobre el peligro del Brexit y "las consecuencias absolutamente catastróficas a corto plazo para la economía europea que llevaría a la UE a la antesala del colapso". Y hace lo que siempre han hecho los capitalistas: comprar oro como forma no sólo de sostener un refugio seguro ante la catástrofe, sino de especular con él cuando el temporal amaine, si es que amaina porque otro que está a punto de la quiebra, como ya comenté, es el Deustche Bank (Banco de Alemania). Ayer las acciones del DB cayeron a mínimos históricos desde 2008. Justo el mismo día que el Banco Central Europeo anuncia una nueva remesa de 348 millones de euros para que las empresas privadas puedan comprar "bonos corporativos", es decir, una nueva forma de financiación de una economía que, digan lo que digan, mantiene su crisis.
El Lince
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