El juramento de las Brigadas Internacionales
“Soy un voluntario de
las Brigadas Internacionales porque admiro profundamente el valor y heroísmo
del pueblo español en lucha contra el fascismo internacional; porque mis
enemigos de siempre son los mismos que los del pueblo español. Porque si el
fascismo vence en España, mañana vencerá en mi país y mi hogar será devastado.
Porque soy un trabajador, un obrero, un campesino que prefiere morir de pie a
vivir de rodillas. Estoy aquí porque soy un voluntario y daré, si es preciso,
hasta la última gota de mi sangre por salvar la libertad de España, la libertad
del mundo”.
Las Brigadas Internacionales que combatieron en defensa de la II República Española fueron integradas por 51.000 hombres y mujeres de 54 países y naciones que no dudaron en dejarlo todo para luchar contra el fascismo. Hombres y mujeres irrepetibles que tras el golpe fascista que se produjo el 18 de julio de 1936 contra
el experimento emancipador que supuso la II República, con todas sus
limitaciones y contradicciones, decidieron dejarlo todo en sus países de origen
o de acogida para combatir al fascismo en tierras españolas.
Esos hombres y mujeres que integraron las Brigadas Internacionales fueron la conciencia antifascista de Europa y del mundo. ¿Quiénes eran? En una inmensa mayoría eran trabajadores de todas las ramas de la producción, mineros, estibadores y trabajadores portuarios muchos de ellos, pero también emigrados políticos, exiliados que ya conocían el fascismo en sus países, campesinos, estudiantes, profesionales de todo tipo, médicos, enfermeras… Hombres y mujeres que se habían involucrado casi desde el primer momento con la República, desde 1931, formando parte de los numerosos comités de solidaridad que se crearon en sus diferentes países, dando parte de sus escasos salarios para las cajas de resistencia, para la causa republicana, para la compra de cualquier material que fuese necesario enviar a España, para comprar armas… Gente sencilla que no dudó en hacer lo que sus gobiernos no habían hecho: solidarizarse con la legalidad republicana y su ideal emancipador aún sabiendo que “la República democrática de trabajadores de todas las clases”, como había quedado definida en la Constitución, tenía mucho camino por recorrer anclada como estaba en la corrupción, el poder de la iglesia y el reformismo de los dirigentes republicanos.
Son los abuelos de quienes toman decisiones parecidas en otras partes del mundo. Como quienes han acudido a la llamada de solidaridad del Donbás, aunque las comparaciones puedan ser odiosas.
Esos hombres y mujeres que integraron las Brigadas Internacionales fueron la conciencia antifascista de Europa y del mundo. ¿Quiénes eran? En una inmensa mayoría eran trabajadores de todas las ramas de la producción, mineros, estibadores y trabajadores portuarios muchos de ellos, pero también emigrados políticos, exiliados que ya conocían el fascismo en sus países, campesinos, estudiantes, profesionales de todo tipo, médicos, enfermeras… Hombres y mujeres que se habían involucrado casi desde el primer momento con la República, desde 1931, formando parte de los numerosos comités de solidaridad que se crearon en sus diferentes países, dando parte de sus escasos salarios para las cajas de resistencia, para la causa republicana, para la compra de cualquier material que fuese necesario enviar a España, para comprar armas… Gente sencilla que no dudó en hacer lo que sus gobiernos no habían hecho: solidarizarse con la legalidad republicana y su ideal emancipador aún sabiendo que “la República democrática de trabajadores de todas las clases”, como había quedado definida en la Constitución, tenía mucho camino por recorrer anclada como estaba en la corrupción, el poder de la iglesia y el reformismo de los dirigentes republicanos.
Eran hombres y mujeres de otra estirpe, de la que hoy es muy
difícil encontrar representantes. Tal vez en el Donbás ucraniano. Les hubo en
otras situaciones, como las guerrillas nicaragüense o salvadoreña, desde luego
el Che Guevara, pero no en el nivel que supusieron las Brigadas
Internacionales. Hombres y mujeres que llegaron a España acudiendo a la llamada de la solidaridad
internacionalista, en la defensa de sus convicciones muy profundas para morir
por ellas si era preciso. Y cerca de 10.000 murieron y sus cuerpos y su sangre
quedaron para siempre regando y fertilizando las tierras españolas. En su
inmensa mayoría eran europeos, constituyendo de esta manera la conciencia
antifascista de Europa: franceses, polacos, italianos, alemanes, balcánicos
(yugoslavos sobre todo), británicos, checoslovacos, austriacos, escandinavos
(sobre todo suecos), holandeses, húngaros, suizos, portugueses… y contrastando
así con su presencia, con su ejemplo, la política de no intervención de sus
países que había privado a la República de medios ofensivos y defensivos
eficaces para pasar a la ofensiva; una política que era aceptada, con mayor o
menor grado de convicción, por todos los partidos así fuesen socialistas,
democráticos o liberales y tanto si estaban en el gobierno como si estaban en
la oposición.
Son los abuelos de quienes toman decisiones parecidas en otras partes del mundo. Como quienes han acudido a la llamada de solidaridad del Donbás, aunque las comparaciones puedan ser odiosas.
a) No hay ni un elemento dentro de la legislación española que sustente la patraña neo-fascista porque, por esa regla de tres, todos los “contratistas”, es decir, mercenarios españoles dentro de las empresas de seguridad que hay por ahí lo serían. Pero estos no son antifascistas. También estos “contratistas” utilizan armas y explosivos aunque no “atenten contra los intereses del Reino del España” porque apoyan a los aliados de España. Como los que hay en Ucrania, por ejemplo.
b) No hay un solo dato de que hayan participado en combates. Tal vez sí o tal vez no, pero queda claro cómo el neofascismo español que representa el PP y sus adláteres elimina la presunción de inocencia que reclama para, por ejemplo, los torturadores del franquismo o para otros detenidos en, por ejemplo, Venezuela por alentar golpes de Estado.
c) Se argumenta que no se puede perseguir a los genocidas chilenos o argentinos porque no se han atacado intereses españoles o ciudadanos españoles. Ninguno de los antifascistas detenidos lo ha hecho, luego ¿por qué son perseguidos? Respuesta: por sus ideas y compromiso. Espero ver a Amnistía Internacional y similares clamando contra estas detenciones ideológicas. ¡Ironía, no lo van a hacer!
d) Las supuestas formaciones de izquierda en el Reino de España no han abierto la boca con estas detenciones: ni Izquierda Unida ni Podemos. Una nuestra de cómo asumen el juego del sistema, al tiempo que escupen sobre su propia historia. Estos días se conmemora en España el 78 aniversario de la Batalla del Jarama.
Para los de otras latitudes, es un pedazo de la historia de España que merece la pena resaltar porque fue una de las más emblemáticas batallas que tuvieron lugar en la guerra nacional-revolucionaria de 1936-1939: el Jarama. En esta batalla la XV Brigada Internacional, compuesta fundamentalmente por estadounidenses, canadienses, cubanos, británicos y balcánicos, mantuvo sus posiciones durante cuatro meses (de febrero a junio de 1937) parando una y otra vez la ofensiva de las tropas fascistas españolas e italianas consiguiendo ganar tiempo para que llegasen refuerzos, de la XI Brigada Internacional (alemanes, escandinavos, holandeses y austriacos) y de la XII Brigada Internacional (italianos y franceses) y tropas republicanas españolas que lograron una aplastante victoria sobre los fascistas destruyendo cuatro divisiones mecanizadas italianas. El precio que pagaron los internacionalistas por el triunfo fue muy alto: 1.200 muertos y 3.500 heridos.
Cuando se olvida la historia, o cuando se escupe sobre ella, estamos ante lo que dijo Daniel Bensaid: “quien no tiene memoria ni de derrotas ni de victorias pasadas, tampoco tiene futuro”.
Este es el homenaje que se realizó el 21 de febrero de este año en el Jarama.
El homenaje del gran Woody Guthrie a la XV Brigada Internacional u su valor y heroísmo en el valle del Jarama.
Y este un vibrante homenaje del irlandés Christy Moore a los brigadistas irlandeses.
El Lince