Una disculpa, pero sin respeto
En estos tiempos en los que el pidoperdonismo está de moda, Alemania acaba de subir el listón. Llevamos un tiempo oyendo a López Obrador, presidente de México, exigiendo al Estado canalla (más conocido como España) que pida perdón por la colonización y ese mismo tiempo -al menos dos años- a España diciendo que nanai y, por el contrario, lanzando una ofensiva diplomática para que México deje de insistir en ese tema. Otros países, como Venezuela, también lo han hecho pero sin insistir mucho en ello y, sobre todo, sin presionar.
A la chita callando, esta semana dos países han pedido perdón por su pasado. Pero de aquella manera, como si pidiendo perdón se corriese un tupido velo sobre la historia, pasada y presente. Han sido Francia, reconociendo su responsabilidad en el genocidio de Ruanda, y Alemania. En este país me voy a detener por ser quien es y porque ese perdón ha sido negociado con la cartera. Y eso, con la cartera muy pequeña.
Hoy los gobiernos de Namibia y Alemania han firmado un acuerdo por el que Alemania reconoce oficialmente el exterminio de los pueblos Herero y Nama durante unos pocos años (1904-1908) de la colonización del país africano, calificandolo como genocidio y se va a indemnizar a los descendientes. Han sido 5 años de negociación y Alemania considera que con este acuerdo "se encuentra un camino común hacia la reconciliación genuina en memoria de las víctimas".
Es un avance, desde luego, porque ha sido negociado entre los dos países pero donde el más poderoso, la antigua metrópoli, ha hecho doblar la cerviz (otra vez) al menos poderoso.
Según el acuerdo, Alemania va a destinar 1.100 millones de euros para la reconstrucción y desarrollo de Namibia durante 30 años (poco más de 36 millones al año) y básicamente en las zonas Herero y Nama para cuestiones de agricultura, suministro de agua y formación profesional.
Pero... Alemania se ha asegurado que el acuerdo cierre todas las futuras peticiones de indemnización por los desastres de la colonización que vayan más allá de estos dos pueblos. Satisfacer lo pequeño para evitar lo grande, esa es la conclusión de todo. Disculparse, pero sin respeto.
El meollo de todo está en la palabra genocidio. Para Alemania, este término no implica ninguna obligación legal sino moral. En una palabra: no existe obligación para las "reparaciones económicas", es decir, indemnizaciones. Y esta es la clave. Es cierto que Alemania fue una más de las potencias coloniales europeas y que no fue la única que reprimió hasta casi el exterminio a los colonizados. Pero también es cierto que con este acuerdo ha marcado un camino claro para otros países colonialistas y si es que alguna vez están dispuestos a revisar y reparar su pasado colonial (cada vez más presente en sus actuaciones).
Para los antropólogos, este es el primer genocidio del siglo XX. Los historiadores tardaron mucho tiempo en hacer suyo el calificativo. Fueron decenas de miles los herero y namas asesinados, muertos por desnutrición, enfermedades y trabajos esclavos (a lo mejor os suena en otras latitudes). El acuerdo se limita a solo cuatro años de los 30 que Namibia fue colonia alemana. Y se centró en los dos pueblos que encabezaron, y casi sostuvieron ellos solos, la rebelión anticolonial. No se sabe con certeza, pero se calcula que al menos 70.000 de ellos murieron.
Parte del monumento a las víctimas de la lucha anticolonial en Windhoek, capital de Namibia.
El Lince