Los tontos útiles y los imbéciles
Tengo muchas dudas sobre qué es más estúpido: comprar medios de propaganda escritos o ver y oír los medios de propaganda audiovisuales. Ya lo sé: las dos cosas a la vez.
Este mes de agosto va a hacer 20 años que tomé una de las decisiones más sabias de mi vida: dejar de comprar medios de propaganda escritos (antes llamados periódicos). Echando cuentas, he ganado no sólo en salud mental sino en alivio para el bolsillo: 365 días x 1 euro (pongamos) = 365 euros al año que x 20 años hacen un total de 7.300 euros que no he ofrecido (de ofrendar) a la burguesía. Una de las cosas que no soporto es ver a la gente como colegiales, ellos y ellas con las carpetas donde ponen las fotos de sus ídolos, con el medio de propaganda escrito pegado al pecho, con la mancheta bien visible para que los demás vean al grupo al que pertenece, con el que se identifica. Hay una necesidad imperiosa de identificarse con alguien del rebaño: "progresista", conservador, etc.
Ya decía hace muchos años, 40 para ser exactos, el filósofo alemán Herbert Marcuse que "los medios de comunicación, con su mezcla de verdades, medias verdades y mentiras manifiestas conducen a la inercia, a la sumisión y a la renuncia a cambiar". Si no queréis iros tan lejos en el tiempo, no hace mucho (2015) otro a quien deberíais seguir, el semiólogo italiano Umberto Eco, dijo una frase también demoledora: "los medios de comunicación intoxican más que el vino". Como buen italiano, el vino era su pasión, pero lo controlaba muy bien.
Hay un viejo aserto que dice que "el buen periodista es aquél que escribe (o habla) de todo y no sabe de nada". Es mucho más popular y un exponente claro de lo que cuando el río suena, agua lleva.
Ejemplos hay a decenas (de millones), sólo tenéis que tener los ojos y los oídos bien abiertos y, lo más importante, atreveos a pensar. Sí, ya sé que cuesta, pero venga, a intentarlo. A no dejar que ningún progre del tres al cuarto os diga qué hay que hacer, cómo hay que comer, cómo hay que vestir, cómo hay que comportarse. Y mucho menos la burguesía ¿o es lo mismo?
La digresión viene a cuento de lo que está ocurriendo en todo el mundo, pero con un enorme descaro acaba de ocurrir en Brasil.
Los progres nunca entenderán nada de nada, se han convertido en unos perfectos autistas, preocupados por la imagen y por salir unos segundos en la televisión. Siendo yo un jovencito, en cierta ocasión pude hablar largo y tendido con quien pasa por ser uno de los más respetados dirigentes de la izquierda española, natural y residente en Córdoba, para ser más exactos, y le comentaba la necesidad de que su organización se volcase en las entonces llamadas radios libres (hoy llamadas radios comunitarias, de las que ya quedan muy pocas en el Estado español -España, para otras latitudes- y en las que tal vez tengáis un referente en Radio Topo, de Zaragoza) y en las televisiones de barrio, las que entonces se llamaban "locales". La respuesta de este dirigente me dejó helado: "prefiero 15 líneas en El País que dos horas en una de esas cosas". Poco tiempo más tarde, ese medio de propaganda fue el adalid de la defenestración de ese dirigente, con una implacable campaña de descrédito calificativa y visual, sobre todo.
Eso mismo ha ocurrido en Brasil cuanto se produjo el golpe contra Dilma Rousseff. Los medios de propaganda, muy democráticos ellos, pidieron a dirigentes del PT que escribiesen en sus páginas sobre el tema, como también hicieron con algunos destacados intelectuales de izquierda. Sólo unos pocos se negaron argumentando que no se convertirían en "cómplices de los golpistas" aportando con sus escritos y análisis una pátina de respetabilidad y de decencia democrática a quienes llevaban meses manipulando, mintiendo sobre Dilma Rousseff y alentando el golpe. Eso me recordó lo que había hecho Heinrich Böll, también alemán, también en la década de 1970, al enfrentarse prácticamente en solitario contra los medios de propaganda alemanes por la criminalización sistemática que hacían de la disidencia política.
Lamentablemente, son honrosas excepciones que no se suelen dar muy a menudo.
Pues bien, volved a mirar la portada del medio de propaganda de más arriba. Está considerado como "el periódico progresista", el más grande y el más influyente de Brasil. Y todo ufano publicó una encuesta elogiosa para los golpistas y muy crítica con Dilma. Todos los medios de propaganda se hicieron eco de ella, tanto escritos como audiovisuales. Pero resulta que era falsa. Tres días después se descubrió el fraude, puesto que los datos habían sido manipulados groseramente y que lo que la gente quiere es que haya nuevas elecciones y que es muy crítica con el gobierno golpista, pidiendo su renuncia.
Al ser pillado en la mentira, el medio de propaganda tan progre dijo que sí, que había omitido deliberadamente los resultados de rechazo al gobierno golpista "porque la prerrogativa de un periódico es elegir lo que cree más periodísticamente relevante cuando se decide a publicar una encuesta". Y se quedó tan ancho.
Así que ahí lo tenéis, bienvenidos al mundo de la propaganda (antes llamado de los medios de la comunicación), de la droga. Os he dicho muchas veces que dejéis la droga, no convirtáis al quiosquero en vuestro camello.
Supongo que no hacen falta más pruebas, pero por si acaso aquí tenéis otra pequeña muestra de cómo, quién y con qué fines se publican y dicen las cosas en los medios de propaganda (antes llamados de comunicación).
Dedicado a Snowden y su labor de denuncia del espionaje estadounidense y occidental.
Dedicado a Tsipras tras su viaje a Moscú y al posible acuerdo para fabricar componentes del famoso fusil Kalashnikov en Grecia porque se entiende que es una forma de "romper" las sanciones occidentales.
Dedicado a Corbyn por atreverse a plantear que la postura de la UE de seguidismo respecto a EEUU y las sanciones contra Rusia es una locura.
Y el remate más impactante:
Resulta que Putin tiene un Caballo de Troya ni más ni menos que en EEUU y que puede ser el próximo presidente.
Cada vez estoy más convencido: somos nosotros, los imbéciles, los verdaderos tontos útiles del sistema.
El Lince
No sólo es nefasta la propaganda política, también los es la propaganda no política, comercial (publicidad) y el turismo, dos aspecto cada vez más invasivos y destructores sobre todo en las grandes ciudades.
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