El epicentro del nuevo Eurus
Hablando de pasos atrás, los de Syriza son espeluznantes. Syriza, el icono de los wahabíes seculares, es lo más parecido a un cangrejo. Syriza, la "izquierda radical", el icono de quienes han apostado todo por las instituciones -de eso viven y vivirán muy bien el resto de sus vidas; recuerdo que en el Estado español (España, para otras latitudes) con ocho años de diputado o senador se cobra la pensión completa de por vida- está vendiendo Grecia a precio de saldo. Syriza no se ha permitido ni un solo gesto propagandístico -la crítica a las sanciones contra Rusia, la crítica al despliegue de la OTAN, el acogimiento de refugiados, etc- que "justificase" alguna de sus acciones internas. Syriza no hace otra cosa que dar pasos hacia atrás. Syriza ha destrozado cualquier ansia emancipatoria que no sea la de los apparachik, los funcionarios y vividores del partido.
Syriza ha convertido a Grecia en el epicentro de las privatizaciones de toda Europa. Los wahabíes seculares (antes llamados progres) tienen a Varoufakis como su principal gurú. Varoufakis sigue manteniendo la falacia de que otra Europa es posible. Europa tiene que ir al vertedero y eso sólo lo ha entendido el neofascismo, imparable en todo el continente europeo, desde en norte al sur (clásica división en Europa, con los avances en Noruega, Finlandia, Francia, Holanda, Italia) hasta el este y el oeste (la nueva división en Europa, con los avances en Letonia, Lituania, Polonia, Hungría). Syriza tiene una gran responsabilidad en todo este auge. Y lo mismo quienes la imitaron y apoyaron, aunque lo nieguen.
En la mitología griega hay una palabra clásica, Eurus, que es "el dios del viento del sureste ". Syriza es hoy el nuevo Eurus, el viento del sureste que se ha llevado por delante cualquier esperanza.
Grecia está siendo vendida a precio de saldo. Y quien lo está haciendo es Syriza. El papel histórico de la socialdemocracia es hacer el trabajo sucio para el capitalismo. Lo que no se ha atrevido a hacer la derecha clásica lo está haciendo la otra derecha (antes llamada izquierda). Grecia está siguiendo hoy, de la mano de Syriza, un camino que no eligió su pueblo. Sólo hay que recordar el referéndum por el no a las condiciones que ponía la UE, el FMI y el BCE y que Syriza incumplió desde ese mismo día. La moribunda Unión Europea (que hoy cumple 60 años) sigue a pies juntillas el modelo de austeridad impuesto por el G-20 en 2008 cuando hay otros países de ese G-20 que diez años después están en otra onda, como China o el propio EEUU.
Ni siquiera aplica algo del derecho burgués, como el estado de necesidad (que ampara la ONU), para usar las fuerzas del Estado al servicio y las necesidades del pueblo. Syriza, como todos sus homónimos de los wahabíes seculares en cualquier parte del mundo, hace el juego al sistema capitalista. Le necesita para respirar (y vivir) mientras la gente pasa, literalmente, hambre. No es que yo defienda la ONU, pero mientras exista hay algunas cuestiones que merece la pena tener en cuenta y una de ellas es el estado de necesidad. Aplicarlo es vital para Grecia y ello supondría, el primer lugar, considerar una ruptura unilateral con la zona euro. Argentina, con los tan denostados Kichner, tuvo la valentía de amenazar con hacerlo -aunque es cierto que contó con el respaldo financiero de la Venezuela de Chávez-, y lo mismo hizo Islandia. Todos los poderes tuvieron que recular, empezando por el FMI, en sus agresiones a estos países. Syriza ni siquiera se lo ha planteado.
Syriza ha vendido puertos, aeropuertos, ferrocarriles, islas; ha vendido todo. Syriza se defiende afirmando que una parte no pequeña se ha vendido a entidades públicas de otros países, como China. Syriza ha vendido grandes propiedades inmobiliarias a empresas privadas, o aeropuertos (a empresas alemanas), pero los puertos -como El Pireo- se ha vendido a China. El de Salónica va a ser también privatizado y vendido a China. El metro de Atenas se ha privatizado y lo lleva una empresa italiana. Los ferrocarriles, a empresas francesas. Y así hasta el infinito. Syriza ha vendido toda la riqueza pública de Grecia.
En la Grecia de hoy más de un millón de trabajadores reciben parte de su salario en cupones de alimentos (válido para el canje en un supermercado en concreto), según reconoce la Eurostat, la oficina de estadística de la propia UE. El Ministerio de Trabajo griego, en manos de Syriza, reconoce que el 22% de los trabajadores griegos son empleados a tiempo parcial y ganan menos de 400 euros al mes. Si queréis más datos sólo tenéis que pinchar en la etiqueta de Grecia. Os sorprenderá.
Hasta la central sindical reformista, GSEE, vinculada a Syriza, ha tenido que reconocer que "el pago de una parte del salario en alimentos permite a las empresas reducir su contribución a la seguridad social y a las pensiones, dañando aún más el mercado de trabajo del país".
Syriza está sentando un precedente que no quieren ver los wahabíes seculares, siempre dando un paso adelante y muchos hacia atrás. Está allanando el camino para el neofascismo, que no tiene reparos en recoger algunas de las históricas banderas de la pretendida izquierda.
Los wahabíes seculares están hoy haciendo actos por todo el Estado español (España, para otras latitudes) aprovechando el 60 aniversario de la UE y mantienen esa estupidez de "Otra Europa es posible" porque les va la vida, literalmente, en ello. Es su sueldo y lo tienen que mantener. Pero el Tratado de Maastrich, en el que se sustenta la UE, el que dio origen al euro, había prometido una Europa política y social que nunca ha tenido lugar, y eso lo olvidan. La UE no es otra cosa que una "Europa de mercaderes", como muy atinadamente dijo un eurodiputado de Herri Batasuna hace muchos años. La UE es una alianza de acreedores que sólo tiene interés en destruir los logros sociales y las políticas de cada pueblo europeo. La UE no se puede reformar, hay que destruirla.
Decir no al euro es vital, salir de la UE es como respirar. No verlo así es ser un zombi, como lo es la propia UE, y en ello se han convertido los wahabíes seculares (antes llamados progres).
El Lince
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