Febrero de 2018. Irán entra a formar parte de la Unión Económica Euroasiática (UEE), de la que forman parte Rusia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán y Armenia. No, no es ciencia-ficción, es lo que se acaba de aprobar en Sochi esta semana que termina. Es el final de la Doctrina Brzezinski, eso de crear un caos en Asia Central para solidificar ad aeternum la hegemonía de EEUU sobre el mundo. Es otro clavo en el ataúd de la hegemonía occidental y su monomanía de sanciones y más sanciones pensando que el mundo sigue siendo tan plano como cuando ellos lo dominaron.
Rusia está proporcionando los clavos y las estructuras para que cada país vaya dando sus propios martillazos. Está empujando sin tanta contención como los chinos y lo hace porque el tiempo corre a su favor.
Nunca habrá que agradecer tanto a Occidente sus guerras como la que lanzó contra Siria en 2011. La intervención rusa, a instancias del gobierno sirio, ha supuesto un terremoto del que una y otra vez vemos secuelas que están reconfigurando el mundo. Rusia ha solidificado su alianza con Irán, ha acercado -peligrosamente para la OTAN y EEUU- a Turquía a su terreno y ha logrado casi lo imposible, que turcos e iraníes estén hora en unas excelentes relaciones.
La beligerancia occidental con sus constantes sanciones contra todo el mundo que no se doblega a sus intereses es el factor más importante que hay que tener en cuenta a la hora de valorar todos estos movimientos porque obliga a una mayor coordinación de objetivos económicos y de política exterior entre los agredidos. Rusia y China se convierten, gracias a la patológica estupidez occidental, en los grandes polos de atracción para estos países.
Eso es lo que intentó evitar Obama cuando aceptó, a regañadientes, el acuerdo nuclear con Irán. Trump ha recorrido exactamente el camino contrario. ¡Bien hecho!, el mundo es ahora mucho más claro y cada vez con mayores garantías de ser más seguro. Porque el mundo es seguro a medida que decrece la hegemonía occidental, injerencista e imperialista hasta la náusea.
¿Por qué hablo de Siria? Porque Siria ha puesto de relieve que EEUU cada vez tiene menos que decir (y ese zombi que es la UE, mucho menos) y que se acerca mucho (junto con ese zombi que es la UE) a la incompetencia tanto militar como diplomática. Es Rusia quien ha derrotado al llamado Estado Islámico, es Rusia la que ha establecido nuevos parámetros para la paz en ese país (como acaba de reconocer el enviado de la ONU al certificar el fracaso, otra vez, de las nunca realizadas Conversaciones de Ginebra) y quien con su apuesta por Astaná marca el calendario y ha logrado fortalecer un nuevo triángulo estratégico (Rusia-Irán-Turquía) que está dejando fuera de juego al tradicional EEUU-Israel-Arabia Saudita.
La entrada de Irán en la UEE abrirá de par en par la puerta para el ingreso de nuevos miembros. Turquía acaba de pedir, también en Sochi, el estatuto de observador. Tayikistán y Uzbekistán son observadores. Pakistán se lo está pensando y Molvadia, Siria y Turkmenistán han presentado a sus parlamentos iniciativas para la adhesión "en el futuro". En el caso de Siria este futuro está muy próximo, tras la victoria en la guerra aunque aún queden flecos de violencia con diferente importancia.
China ha propuesto una Zona de Libre Comercio entre ella y la UEE y ya hay un acuerdo, suscrito el 13 de diciembre, entre Rusia y China y que establece que el marco idóneo de ello será la Organización de Cooperación de Shanghái. Eso supone que hay dos instrumentos, la UEE y la Nueva Ruta de la Seda, que se complementan mutuamente y que dejan fuera de juego a Occidente porque, por si fuese poco, tiene la cobertura político-militar de la OCS.
Sólo quedan los BRICS, también en fase de expansión, para cerrar el círculo que aprisionará a Occidente. La nueva sobre los BRICS es que su banco, el Nuevo Banco de Desarrollo, está estudiando "un panorama amplio de proyectos a financiar en Asia" en un claro desafío al Banco Asiático de Desarrollo hegemonizado por EEUU y Japón. Ni qué decir tiene que son Rusia y China quienes están detrás de ello.
Sumad a todo esto el anuncio oficial de que el gasoducto Corriente Turca (Turk Stream) ha terminado su recorrido por tierras rusas (y por el Mar Negro) y ya se está comenzando a construir en territorio turco, que Irán acaba de anunciar una ampliación del gasoducto con Pakistán y que este país, como he dicho, se está pensando pedir su ingreso en la UEE.
Con el ingreso de Irán la UEE rompe el comercio de gas a nivel mundial. Si ahora produce el 21% del gas natural del mundo y el 15% del petróleo, la entrada de Irán va a colocar a la UEE en un lugar preferente y de referencia para el resto del mundo. Si se tiene en cuenta, además, que China y Rusia han firmado un memorando de entendimiento para la compra de petróleo en moneda propia u oro (el petroyuan) el impacto a nivel global va a ser enorme y a nivel interno iraní va a suponer una menor dependencia de la importación de gasolina refinada puesto que la paradoja de Irán es que es un gran productor de petróleo pero tiene muchas dificultades para su refinamiento.
No por casualidad, al mismo tiempo que se anuncia todo esto Gazprom, la empresa rusa controlada por el Estado que monopoliza el gas, dice que su producción ha aumentado el 13% este año. Pregunta tonta, de las mías: ¿qué país ha sido el causante de este aumento con su consumo de gas? ¿no se os ocurre? Pues China.
La Asociación Gran Eurasia está en marcha y cambia radicalmente las reglas del juego, puesto que en la reunión de la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN) del 11 de noviembre varias naciones expresaron su interés en establecer Tratados de Libre Comercio con la UEE. Vietnam ya ha dado el paso.
Esto es lo que está en marcha (y el mapa ya es antiguo puesto que este verano pasado India y Pakistán fueron admitidos como miembros de pleno derecho de la OCS y es más que probable que el año que viene lo sea Irán). Id sumando y seguid con los sueños, cada vez más estúpidos, sobre la hegemonía Occidental.
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