Los perros ladran, pero la caravana pasa
Es un viejo proverbio árabe que no se sabe de cuándo pero se estima que de allá por los siglos XI-XII. Y es lo que hay que decir cuando el quinto petrolero iraní está a punto de llegar a Venezuela.
Quienes sigáis esta página sabréis que el mundo árabe ha sido relatado y retratado en múltiples ocasiones, producto de varios años de recorrerlo. Así que no me es desconocido, aunque sí últimamente algo aburrido. Pero cuando se conoció la noticia del acuerdo Irán-Venezuela, o Venezuela-Irán, me tomé la molestia de ver qué decían los propagandistas árabes sobre el tema y lo he venido siguiendo hasta ahora.
En todos los países del Golfo Pérsico circuló un único titular: "Washington está decidido a evitar que los petroleros iraníes lleguen a Venezuela". Se hacía con regocijo y al leer esta propaganda la sensación que me quedó es que no era tanto un deseo como una orden, que las monarquías del Golfo estaban diciendo a EEUU lo que tenía que hacer (aunque bien es cierto que ayudó la fanfarronada habitual de Trump de que Venezuela estaba "rodeada").
Mal asunto: los petroleros han llegado. La decepción es enorme, aunque no se desesperan (del todo) y ahora se dice que EEUU tiene la opción de capturar los petroleros cuando regresen de vacío y que de no hacer nada "la reputación de EEUU está en juego" porque "si el desafío iraní termina sin respuesta de EEUU alentará a Teherán a enviar más petroleros y, además, alentará a otras partes sujetas a sanciones a hacer lo mismo".
Los sumisos hacen alarde de una cosa, de su impotencia, y muestran a las claras que sin EEUU no son nadie, que Irán está muy por encima de ellos (lo mismo habría que decir de Venezuela respecto a los países latinoamericanos).
En lo que no había caído yo hasta que lo he leído en estos medios de propaganda es en que Irán y Venezuela, Venezuela e Irán, han cronometrado todo y en fechas emblemáticas para los musulmanes: así, el primer petrolero llegó a aguas venezolanas el 24 de mayo, el día del Eid al-Fitr, el fin del Ramadán. Ayer os hablaba de que los dos países han hecho un acto que trasciende el simbolismo y no me equivoqué porque Irán ha transmitido un mensaje demoledor al mundo musulmán en una de sus fechas sagradas. Y eso se nota ahora, según lo que voy leyendo, porque en los países árabes este hecho no ha pasado desapercibido y ha sido, casi, como una afrenta para ellos: honrar el Ramadán abofeteando a EEUU.
El mundo árabe, especialmente el Golfo Pérsico, está viviendo entre la sorpresa y el enojo. El que los petroleros iraníes "estén haciendo un desafío impresionante y sin precedentes al país más grande del mundo" no entraba en sus cálculos, por lo que se preguntan, perplejos, "¿qué está pasando?".
Pues pasa que hay voluntad política de dos países de reforzar su soberanía y dejar de ser sumisos y vasallos a EEUU. Y pasa que la pandemia ha puesto al desnudo las vergüenzas del Occidente neocolonial y, sobre todo, de EEUU.
Y aunque EEUU responda, seguramente en el lado más débil, Venezuela, vemos la velocidad a la que el mundo está cambiando. Irán y Venezuela, Venezuela e Irán, han puesto en valor la geopolítica de los pequeños, del "sur-sur".
El Lince
La Primera Guerra Mundial alentó la Revolución Rusa. La Segunda, la Revolución China. La pandemia no es una guerra, pero ha debilitado al imperialismo occidental, y ha dejado a los yanquis sin la mitad de su flota de portaaviones. Y Washington sabe que Moscú y Pekín respaldan a los dos estado rebeldes, no por simpatía, sino por conveniencia. Si lo de los petroleros ha sido una bofetada, lo de ver un avión ruso cargado de ayuda médica aterrizando en EEUU ya lo tipifico como una patada en los co.....nes. Con perdón, ;)
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