miércoles, 24 de diciembre de 2014

Elogio de la ONU, esta vez en Haití

Supongo que a estas alturas de la historia habrá pocos –es un decir, lamentablemente no es así y seguimos creyendo en los cuentos para niños de lo real y lo imposible- que piensen que la ONU sirve para algo: derecho de veto, obsolescencia en los integrantes permanentes del Consejo de Seguridad, lentitud exasperante en la toma de decisiones y correa de transmisión de los intereses imperialistas. Ya os dije que uno de sus más sonoros fracasos, otro más, es ese cuento para niños de los Objetivos de Desarrollo delMilenio. Por no hablar de Palestina, o de Irak, o de...

Cuando el nicaragüense Miguel D’Escoto fue presidente de la Asamblea General de la ONU, en el año 2009, se encontró con un sistema corrupto y, por ello, servil a las presiones de los que más poder tienen. Pero ha sido el único que ha intentado hacer algo para que se reformase.

Miguel D’Escoto fue un presidente atípico y su mandato pasará a la historia de las relaciones internacionales por haber puesto en marcha dos iniciativas que molestaron, y mucho, a Occidente. La primera, la organización de una conferencia sobre la crisis financiera y económica mundial y sus impactos sobre el desarrollo; la segunda, la invitación a destacados intelectuales como Jean Bricmont, Ngugi wa Thiong’o y Noam Chomnsky, entre otros, para debatir frente a/con los siempre acartonados representantes diplomáticos ante la ONU sobre la nueva estrategia con la que Occidente quiere salvar su cara depredadora e imponer un nuevo sistema en las relaciones internacionales: la “responsabilidad de proteger”.

Es lo que antes se llamaba sin tapujos “derecho de injerencia”. Pero ese “derecho de injerencia” o “responsabilidad de proteger” no se aplica, por ejemplo, a los palestinos. Que les pregunten a ellos cómo ha ejercido la ONU este flamante uso de “la responsabilidad de proteger” a un pueblo que está siendo borrado de la faz de la tierra por el régimen fascista de Israel.

Uno de los países donde la ONU ha impuesto su “responsabilidad de proteger” es Haití, donde hay “fuerzas de paz” desde hace 2004, cuando una “intervención militar conjunta” de EEUU, Canadá, Francia y Chile derrocó al presidente constitucional Jean Bertrand Aristide. Hoy hay “fuerzas de paz” de 22 países con un total de 7.000 soldados.

No os voy a recordar el brote de cólera causado por estos soldados en 2010 y que ha matado al menos a 8.300 personas según la propia ONU, ni que aún sigue sin haber ni un solo responsable por ello; ni siquiera ha habido el recurso habitual de Occidente: pagar a las víctimas una compensación miserable.

Voy a poneros un ejemplo de cómo la ONU aplica eso de “fuerzas de paz”: a tiro limpio. Los altos niveles de corrupción en el gobierno, la miseria, el que no se haya reconstruido el país tras el terremoto de 2010, ese que salió tantas veces en los medios de propaganda (antes llamados de comunicación) contando las bondades de los gobiernos occidentales y de los “solidarios” prestos a “ayudar” a los negritos, han llevado a la población de Haití a la desesperación y a la protesta. Contra todo y contra todos.

Las elecciones se vienen retrasando desde el 2011 porque todos están corruptos hasta la médula aunque la escusa oficial, defendida por la ONU, es "problemas de organización debido a la crisis del país", la miseria se continúa extendiendo y la gente está comenzando a decir basta. Y salen a la calle. Y aquí tenemos a las “fuerzas de paz”, con sus casquitos azules y todo, defendiendo al poder y al sistema que les gusta a los blanquitos occidentales.

Los medios de propaganda que se han hecho eco de las protestas, muy escasos, entre ellos la propia ONU, han dicho que lo que se ve en el vídeo son disparos al aire y gases lacrimógenos para dispersar la protesta. Juzgad vosotros mismos y luego seguid pensando que la ONU, tal como está, sirve para algo. Pues salvo que los manifestantes volasen, lo cual no es descartable para los medios de propaganda, hubo al menos un muerto.


Vuelvo a D'Escoto y a lo que dijo en su discurso de despedida como presidente de la Asamblea General de la ONU en el período comprendido entre octubre de 2008 y octubre de 2009: “Yo soy de los que cree que la ONU es potencialmente una Organización indispensable para ayudar a la Humanidad a sobrevivir el conjunto de crisis convergentes que amenazan con llevarla a su extinción. El problema principal es, sin embargo, que no todos sus fundadores realmente creían, ni creen aún hoy, en la visión o los principios explícitos e implícitos en su Carta constituyente. Creo que no es desatinado señalar lo que todo el mundo sabe y eso, entre muchas otras verdades, es el hecho de que entre nuestros más poderosos e influyentes Estados Miembros hay quienes, definitivamente, no creen en el imperio de la ley en las relaciones internacionales y consideran, más bien, que eso de acatar las normas de derecho a que nos hemos formalmente comprometido al firmar la Carta, es algo que atañe solamente a los países débiles. Con tan bajo nivel de compromiso, no nos debería sorprender que las Naciones Unidas no haya logrado cumplir con los principales objetivos para los que fue creada. Consideran ciertos Estados Miembros que ellos pueden comportarse según la ley de la selva y defienden el derecho de los más fuertes a hacer lo que se les antoje con total y absoluta impunidad, sin tener que rendir cuentas a nadie. Además, consideran correcto el despotricar contra el multilateralismo y proclaman las bondades del unilateralismo al mismo tiempo que pontifican, sin ningún empacho, desde sus privilegiados escaños en el Consejo de Seguridad, sobre la necesidad de que los Estados Miembros cumplan a cabalidad sus obligaciones bajo la Carta, o que se les apliquen sanciones (selectivamente, por supuesto) por no hacerlo. Lo de la igualdad soberana de todos los Estados Miembros y lo de la obligación de impedir las guerras son, para ellos, pequeños detalles que no merecen ser tomados muy en serio”. Pues eso.

El Lince

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