Haz lo que digo, no lo que hago
Es un dicho castellano que se aplica perfectamente a Occidente. No soy un fan de las Organizaciones Para Gubernamentales (antes llamadas Organizaciones No Gubernamentales) puesto que su función no es otra que ser otro brazo de la política exterior de los gobiernos. Hace unos años alguien las definió con un gracioso juego de palabras, simulando al famoso agente secreto de ficción James Bond: "agentes del 0'7% al servicio del capital".
La historia de hoy tiene que ver con las OPGs (antes llamadas ONGs) y cómo ciertos gobiernos, como el chino y el ruso, están metiendo en vereda a estas OPGs con nuevas leyes que controlan su actividad. Os podéis imaginar el escándalo en el muy democrático Occidente, comenzando por sus habituales propagandistas del tipo Human Rights Watch o Amnistía Internacional, que consideran esas leyes como "herramienta para intimidar y suprimir las opiniones discrepantes".
La ley china, que es a la que me voy a referir y que entrará en vigor el 1 de enero de 2017, supervisa a las OPGs (antes llamadas ONGs) creadas o financiadas por Occidente "para que no vulneren la seguridad nacional". Si se considera así la labor de estas OPGs (antes llamadas ONGs) se prohibirá su actividad en China durante 5 años. Con esta ley habrá un control riguroso de la financiación extranjera de las OPGs (antes llamadas ONGs).
Los panegiristas de Occidente, como los señalados y otros, consideran que China "quiere prohibir la presencia de ONGs críticas sobre su suelo", por lo que piden "presión de la comunidad internacional porque probablemente obstaculice el desarrollo de la sociedad civil" y "enfaticen su repulsa contra la deriva autoritaria del gobierno chino". También la ONU, o al menos una parte de la ONU, dice que la ley china "no cumple los estándares internacionales sobre libertad de asociación y libertad de expresión".
Bien ¿no? Pues no. Resulta que Australia acaba de aprobar una ley similar para "controlar" las actividades de la cada vez más numerosa comunidad china en este país.
En Sidney la comunidad china se ha organizado y ha creado una ONG ( que tal vez sea también una OPG) con la finalidad de trabajar dentro de la propia comunidad y entre los australianos. Tiene, además, la pretensión de actuar como un grupo de presión para "advertir a las élites políticas [de Australia] contra interpretaciones irracionales o incorrectas de la situación de Asia". Lo dice abiertamente, no como otras que van de guays y son lo que son.
A ver si adivináis qué ha dicho el gobierno australiano. Os voy a ayudar un poco: "defiende los puntos de vista de Beijing en varios aspectos, como el Tíbet, hace apología del Partido Comunista de China y su injerencia en ciertos medios de comunicación [de Sidney] provoca preocupaciones sobre la supresión de comentarios críticos con el gobierno chino".
Los chino-australianos suponen ya el 4% de la población y, a menudo, son acusados de "50 Cent", término despectivo que se usa contra ellos y a quienes se acusa de recibir dinero del gobierno chino para mantener su cultura, sus costumbres y sus organizaciones.
¿Qué han dicho los panegiristas de los valores occidentales como Human Rights Watch o Amnistía Internacional, entre otros? Os voy a ayudar: nada. ¿Y la ONU, o una parte de la ONU? Lo mismo: nada. Se acusa a los chino-australianos de "activismo pro-Beijing" y nadie protesta. Se acusa a las OPGs occidentales en China, que son unas 7.000, de activismo pro-occidental y todo el mundo protesta. En Australia hay una y están de los nervios.
Este es un fácil juego de las diferencias. Haz lo que yo digo en China, en Rusia, en otros lugares; pero no hagas lo que yo hago en Australia, en EEUU, en otros lugares.
El Lince
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