El hobby de los niños burgueses
Tenía dudas sobre cómo comenzar esta historia, pero me he decidido por hacerlo así al ver dos opiniones similares, aunque distantes. La primera viene de unos amigos de Leipzig (Sajonia, Alemania) y la segunda llega de unos amigos de Nottingham (Inglaterra, Gran Bretaña).
Os comenté hace unos meses sobre el ascenso del fascismo en Alemania, como en otros países de Europa, y ponía como ejemplo de lo que está ocurriendo el caso de Sajonia-Anhalt, donde Die Linke (La Izquierda, es la traducción) había bajado del 23'7% al 16'4% en las elecciones de ese land en el mes de marzo. El alto nivel de desempleo, los coqueteos de Die Linke con los socialdemócratas del SPD y el abandono de las tesis clásicas y programas rupturistas de Die Linke habían abonado el campo para ese fracaso y que esperaba alguna explicación razonable por parte de la dirección de Die Linke de lo que había pasado. Ese descenso fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de una militancia que veía cómo la influencia del partido en los territorios de lo que fue la República Democrática Alemana desaparecía elección tras elección. Por ejemplo, en las elecciones de 2014 en otro land, Sajonia, Die Linke también perdió el 1'7% de los votos (aunque mantiene el 21% de porcentaje) que fueron casi íntegros al SPD.
Desde entonces, el debate sobre el futuro del partido se ha ido acentuando hasta llegar al congreso que acaba de celebrar. Fue los días 28 y 29 de mayo en Magdeburgo, la capital de Sajonia-Anhalt. El sitio elegido fue un intento de relanzar la maltrecha imagen de un partido que ha sido el referente para la clase obrera alemana desde la reunificación. Pero el congreso ha supuesto, otra vez, la visualización de las dos posturas clásicas: mantener los principios o buscar una coalición más amplia con otros partidos. Además, la crisis migratoria y la confusa posición de Die Linke sobre los inmigrantes le están haciendo considerables grietas que no sabe cómo restañar porque prioriza el acercamiento a los socialdemócratas. Uno de los argumentos que se han utilizado en este congreso ha sido "formar una coalición de izquierda con socialdemócratas y verdes contra el fascista Alternativa para Alemania". E, incluso, se habla de "tender puentes con los cristianodemócratas", o sea, el partido de Ángela Merkel.
A alguien se le ha ido la cabeza definitivamente dentro de Die Linke. Plantear acercamientos, coaliciones o puentes con quienes siguen desmantelando el estado del bienestar, privatizando los servicios públicos, volviendo las relaciones laborales a los tiempos de la esclavitud o defendiendo la participación de Alemania en zonas de guerra, al servicio de la OTAN o por sí sola, no tiene nada que ver con la izquierda. Ni siquiera con la excusa de "frenar al fascismo" porque el fascismo, con cara amable por el momento, ya está ahí y lo representan los mismos con quienes se quiere pactar o tender puentes.
En el congreso han salido de forma muy visible dos sectores que vamos a ver cómo se reconcilian. Por el momento, el mayoritario es el que rechaza la alianza con los partidos de "la izquierda liberal [buen calificativo, aunque yo prefiero el de la otra derecha] que sigue la agenda atlantista pro-estadounidense" aunque se ha intentado acercar al minoritario -de nuevo bolcheviques y mencheviques- en la cuestión de los inmigrantes (puesto que los minoritarios plantean que no hay que poner restricciones a la inmigración).
El quid de la cuestión, el término medio que busca ahora Die Linke, es la relación con Los Verdes. Formalmente herederos del "marxismo cultural" surgido de 1968 pero, en la práctica, absolutamente desideologizados en cuanto a la protección de los intereses de la clase trabajadora, a la que, literalmente, desprecian. Ya están muy lejos los tiempos en los que Los Verdes, de la mano de Petra Kelly, se convirtieron en el referente del movimiento antibelicista y antinuclear de Europa y coqueteaban con los sindicatos para arrebatar la supremacía a los socialdemócratas.
En este contexto aparecen mis amigos de Leipzig. Aquí la militancia de Die Linke se ha puesto en movimiento y está organizándose para llamar al pan, pan y al vino, vino. No han buscado un nombre revolucionario, simplemente se hacen llamar "El aguijón de Leipzig". Recuerdan que tanto el SPD como Los Verdes votaron a favor de la guerra contra Yugoslavia en 1999, que defienden a los fascistas del Maidán ucraniano y que son, sobre todo Los Verdes, "profundamente rusófobos" y, de forma curiosa, los principales defensores del mantenimiento de las sanciones contra Rusia que están ahogando el campo alemán, entre otras cuestiones.
Dicen: "Acercarse a Los Verdes es traicionar las raíces socialistas de Die Linke. Ellos no conocen las necesidades de los trabajadores, o de los parados. No son otra cosa que niños burgueses con un hobby, como es ahora la cuestión de los refugiados, a quienes les da igual todo lo demás. No les hables de anticapitalismo, de injusticias, porque lo que pretenden es acomodarse lo mejor posible dentro del capitalismo. Hablan de las víctimas de la guerra civil siria pero callan cuando los refugiados han de emplearse por sueldos que están por debajo del salario mínimo".
Y plantean que Die Linke tiene que reforzar el discurso contra el euro y contra la UE y no dejar ese flanco a los fascistas de Alternativa para Alemania porque es, junto con los refugiados, donde crece dado que gran parte de los problemas de la clase obrera se deben, precisamente, a este hecho.
Muchos kilómetros más allá, es lo mismo que me cuentan mis amigos de Nottingham. Son una pareja que ha emigrado del Estado español (España, para otras latitudes) dado que llevaban dos años sin trabajo ni perspectivas de tenerlo. Allí ella -es profesora- ha logrado empleo dando clases de español en un colegio y él está comenzando a trabajar en una fábrica. Ambos dependen, como todos en Gran Bretaña, de las Empresas de Trabajo Temporal, que son quienes te ofrecen estos trabajos casi de día en día. Él, por ejemplo, no ha trabajado aún todo un mes seguido.
Pero lo que cuentan no es solo ésto, sino algo mucho más jugoso que tiene que ver con el referéndum del próximo día 23, si Gran Bretaña sigue o abandona la UE. Ya os dije que aunque las encuestas dicen que gana el Brexit, la gente se suele asustar al final y no es así. El caso de Escocia es bien palpable de ello.
Mis amigos van de vez en cuando al pub y cuentan lo que oyen: "no hay mucho conocimiento de lo que piensa la clase obrera sobre el Brexit, y lo que hay es mucha ira y mucha frustración con la UE. Ahora mismo hay casi más debate con el Brexit que con el fútbol. Y lo que preocupa son la falta de viviendas, de escuelas, los bajos salarios, los altos alquileres, la falta de un empleo seguro. Apenas oímos hablar sobre inmigrantes o refugiados y esos temores que dicen los medios de comunicación aquí no se perciben. Aquí son otros. Aquí es la precariedad laboral".
"En los últimos 30 años, y de la mano de la UE, se ha producido un ataque sostenido contra los derechos de la clase trabajadora y eso ha salido ahora a flote. Los niños burgueses, la clase media que siempre ha renegado de los obreros, habla de que si Gran Bretaña abandona la UE "será culpa de una clase estúpida, ignorante y racista". Este tipo de discurso se ha convertido en su hobby, en su pasatiempo preferido. Pero tenemos la impresión de que la clase trabajadora está viendo una posibilidad de que algo cambie en sus vidas si se sale de la UE. El Brexit ha expuesto la brecha de la desigualdad y eso no lo quieren ver los niños burgueses, pero con independencia de lo que salga eso va a seguir ahí aunque la clase obrera se habrá hecho oir y, mayoritariamente, al menos en Nottingham, votará por salir de la UE".
Dice un refrán castellano que cuando el río suena, agua lleva. Así que o bien mis amigos de Leipzig y Nottingham son de la misma cuerda que yo, que lo son, o los discursos que oyen por ahí tienen el mismo denominador común: una pauta de comportamiento de los "progresistas" que es la misma en todas partes. Y con los mismos prejuicios y desprecios.
Buen fin de semana.
El Lince
Me encanta esta parte "No son otra cosa que niños burgueses con un hobby". Son iguales en todas partes.
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