Vuelvo con la postura de la única organización del Estado español (España, para otras latitudes) que tiene mis simpatías: la Candidatura d'Unitat Popular. Vengo defendiéndola desde hace tiempo y ahora que estamos entusiasmados con las encuestas que dicen que Unidos Podemos pisa los talones a la derecha (PP) y se merienda a la otra derecha (PSOE) aparecen con fuerza los discursos sobre la realidad, lo posible y lo utópico (o la convicción).
Vuelvo a las discusiones con mis amiguetes entusiasmados y que me recriminan que no vaya a votar "porque hago el juego a la derecha". No lo hago porque no estoy empadronado en Catalunya, porque en ese caso está claro por quién lo haría. Si yo les digo que el votar dentro de este sistema ya es "hacer el juego a la derecha", siempre que se asuma como una cuestión estratégica y no táctica -y aquí les recuerdo que desde que Unidos Podemos está en las instituciones han desaparecido las movilizaciones en la calle-, se ponen de los nervios; y si digo que no basta cualquier cosa y que siempre hay que ir con las cosas claras, me miran como si fuese un marciano. E intento explicarles la diferencia entre la CUP y los demás.
La CUP acaba de rechazar los presupuestos de la Generalitat de Catalunya, al igual que lo ha hecho Catalunya sí que es Pot (la marca de Unidos Podemos allá) aunque por razones diferentes. CSQP lo ha hecho por la cuestión nacional, aceptando la cuestión social. La CUP lo ha hecho por las dos razones, entendiendo que no se va lo suficientemente lejos en ellas.
Aquí entra la disquisición que mantengo con algunos mis amiguetes, conocedores (superficiales) de Marx pero defensores de Max (Weber) -o Zizek, que es lo mismo- y desconocedores de Voltaire. Dicen que frente a "la ética de la convicción" hay que anteponer la "ética de la responsabilidad" porque es la única manera de avanzar en un mundo donde hay que pactar y que, en los pactos, todo el mundo tiene que ceder. Esto es Max (Weber) en estado puro y sería aceptable si fuese una cuestión táctica, pero no en cuanto se convierte en una decisión estratégica. Si les pongo el ejemplo de lo que ocurrió recientemente en el land alemán de Sajonia-Anhalt, simplemente se encogen de hombros. Aquí la estrategia de Die Linke de aproximación a la socialdemocracia (la otra derecha), es decir, moderar todas sus propuestas para conseguir el pacto (el euro, Europa o los refugiados), supuso un claro reforzamiento de los fascistas.
Pero ha historia está llena de este tipo de falacias. Sin ir más lejos, ayer hubo una buena muestra de ello. Esta dicotomía de "la ética de la responsabilidad" frente a "la ética de la convicción" es lo mismo que acaba de aplicar la ONU a Arabia Saudita, a quien ha retirado de la lista negra de violadores de los derecho humanos, en concreto el país árabe era acusado de matanzas de niños en Yemen con sus bombardeos, porque los sauditas amenazaron con dejar de pagar los fondos de programas humanitarios de la ONU como los destinados a los refugiados palestinos. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha dicho textualmente: "Tuve que considerar la perspectiva muy real de que millones de otros niños sufrirían gravemente si, como me fue sugerido, los países cortaban fondos". Eso sí, dice que "fue una de las decisiones más dolorosas y difíciles" que ha tenido que tomar. La ONU se ha plegado al chantaje, pero eso sí: con responsabilidad.
A ver, amiguetes progres, explicadme ésto y seguid justificando a Max (Weber) -o Zizek, que es lo mismo- con lo de la responsabilidad y la convicción. Esta mañana he coincidido con uno en el tren y se lo he dicho. Respuesta: se ha quedado en silencio y ha bajado la cabeza.
Así que voy al meollo: mis amiguetes -aún no siendo independentistas- defienden que la CUP tenía que haber aceptado los presupuestos de la Generalitat "porque son los más sociales en años" (eso es "la ética de la responsabilidad"). Cuando les digo que por eso mismo CSQP tendría que haberlo hecho -aún rechazando la independencia-, se callan. Y aquí entra Voltaire, al que desconocen. Voltaire dijo muchas cosas pero una debería grabarse de forma muy clara en nuestra mente: "la civilización no elimina la barbarie, solo la perfecciona". Eso es lo que está ocurriendo en Catalunya y otros lugares: alguna reforma cosmética que impida cualquier tipo de explosión social. No se plantea la eliminación de la pobreza, por ejemplo, sino su "reducción". Es lo mismo que hizo la ONU, volviendo al ejemplo anterior, cuando con sus famosos Objetivos de Desarrollo del Milenio (¿se acuerda alguien de ellos?) pretendía "erradicar la pobreza" y un tiempo después cambió el objetivo a "erradicar la pobreza extrema". La pobreza es necesaria para el capitalismo. Más que necesaria, imprescindible.
Lo que dijo Voltaire fue hace casi trescientos años y casi cien años antes de que Marx dijese que "el socialismo burgués o conservador lo que pretende es ahuyentar a la clase obrera de todo movimiento revolucionario haciéndole ver que lo que a ella le interesa no son tales o cuales cambios políticos, sino simplemente determinadas mejoras en las condiciones materiales, económicas, de su vida" (esto aparece, textual, en "El manifiesto comunista").
Porque de lo que se trata no es de hacer asistenciacionismo con "las clases más desfavorecidas" (caridad, en la terminología cristiana) como han hecho Venezuela o Brasil y proclaman algunos en Europa. Pregunté a mis amiguetes si se habían molestado en oír a la CUP o sólo hablaban de oídas de lo que alguien decía que había dicho la CUP. Nadie lo había hecho, lo que dice muy poco en su favor. En castellano eso es "hablar por boca de ganso", o sea, repetir lo que otro ha dicho y que, en este caso, es lo que transmiten los medios de propaganda (antes llamados de comunicación).
La CUP dijo que en el proceso de reestructuración del capitalismo que estamos viviendo se están diseñando sociedades donde la emergencia social se cronifica y se convierte en una realidad de miseria para millones de personas, y que los instrumentos de política económica de las instituciones públicas se convierten en parte del problema porque se basan en un modelo de capitalismo que asegura sus beneficios a base de incrementar la pobreza y la desigualdad. Y dijo algo de Perogrullo: "la política pública hoy se ha convertido en la política de la gestión de la miseria dejando cada vez mayorías crecientes de la población a la intemperie, al abrigo de la caridad".
¿Queremos caridad o queremos justicia social y dignidad colectiva, como se proclama? Porque son dos cuestiones incompatibles. No hay que resignarse a ser simples gestores de la miseria. No se puede considerar alguien de izquierda si se acude a pactar políticas públicas que sirven a los intereses de los poderosos y que suponen -aunque sea algo dulcificada- la cronificación de la pobreza y la desigualdad como elementos estructurales de la sociedad. Esto es Voltaire en estado puro.
La CUP no oculta nada, va de cara tanto en sus asambleas como en sus posiciones; no esconde lo que es ni lo que pretende. Es anticapitalista y con un fuerte componente comunista entre sus bases, y eso en unos momentos en los que el comunismo -como el socialismo- dicen que ha desaparecido. La CUP tiene muy claro que utiliza el Parlament para explicarse, "para mostrar con hechos y no palabras ni gestos cuál es nuestra apuesta de país y de cómo avanzar para alcanzarlo; para demostrar que los pasos hacia la independencia son irreversibles y que justamente el ejercicio de nuestro derecho a decidir pasa por no admitir el chantaje de tener que hacer frente a la realidad social de nuestra sociedad con unos recursos castrados por la austeridad. Para nosotros lo que hay que expresar con los presupuestos es que la sociedad catalana no está dispuesta a ver sufrir ni de hambre ni de frío, ni de falta de vivienda y escuela a nadie, y este es el motivo para no aceptar unos presupuestos impuestos que justamente la condenan a todos estos sufrimientos y sólo nos ofrecen las migajas para hacerle frente".
Que los presupuestos tumbados eran menos austeros que los anteriores es cierto, pero también lo es que podían haber sido mucho más sociales y no lo han sido por una cuestión de clase. De nuevo la clase, esa lucha de clases que, dicen, no existe. Mientras la desigualdad crece y se cronifica la respuesta no son más o menos migajas. Mientras no se cuestione a Europa, véase el caso de Grecia con Syriza, la pregunta es ¿cuánta democracia aguanta el capitalismo? La respuesta es sencilla: lo que aguante su bolsillo. Si les tocas el bolsillo, se acabó la democracia. Esto es Marx en estado puro.
El Lince
Cuando empecé a leer este blog recuerdo una pequeña discusión con el autor sobre Žižek. En ese momento me parecía que al filósofo esloveno se le castigaba en exceso en un tema puntual y eso era lo que yo reclamaba. Con el paso del tiempo y los artículos, el mismo Žižek le ha dado toda la razón al Lince.
ResponderEliminarEl epitafio de la tumba de Voltaire en Paris, comienza diciendo (en francés): "Combatió el ateismo...
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