Hoy no tengo tiempo para mucho más, pero quiero trasladaros una emotiva carta que refleja el sentimiento de una persona comprometida con la Revolución Cubana. Es una vivencia personal que se entronca con la colectiva y refleja, al mismo tiempo, un sentimiento muy mayoritario dentro de la sociedad cubana.
Camagüey 9 de mayo de 2016 “Año 58 de la Revolución”
Camagüey 9 de mayo de 2016 “Año 58 de la Revolución”
Querido Fidel:
En Cuba cuando un ser querido se acerca a su cumpleaños siempre buscamos hacerle el mejor regalo, por eso me siento a escribirle estas
letras en nombre de mi familia, para anunciarle cual será nuestro homenaje por
su 90 aniversario.
Cuando en el horario de la mañana del 18 de mayo escuche a
mi Jorgito discutir su trabajo de Diploma, en opción al título de
Licenciado en Periodismo, seguramente pensaré en cuantas personas han hecho
posible semejante proeza. Pensaré en los médicos que desde el mismo día de su
nacimiento lucharon sin reservas por su vida. En el fisiatra que me recibió en
su consulta con mi bebé de solo 27 días y me dijo que tenía una parálisis
cerebral infantil, es decir, una lesión estática en el sistema nervioso
central. No podía decirme si caminaría en un año, en cinco, o si nunca lo
haría, si podía aprender un oficio o nunca asistiría a una escuela.
No le niego que los grandes sueños de dos jóvenes de origen
humilde, recién formados por la Revolución como licenciados en Derecho y en
Marxismo e Historia, se convirtieron en una pesadilla al saber que teníamos un
niño que no era igual a los demás, pero no por mucho tiempo. Este profesional
también formado por la Revolución nos explicó que a nuestra disposición también
estaba el sistema de salud que contaba con un servicio de rehabilitación, único
tratamiento que necesitaba mi hijo en ese momento.
Así llegamos al Hospital Julito Díaz de la capital que nos
acogió por cuatro años, tiempo en que mi pequeño daba sus primeros pasos y
echaba a andar por la vida.
Al volver a nuestra provincia y ante la preocupación de cómo
podía aprender a leer y escribir llegamos al salón de 5to. año de vida de la
escuela Enrique José Varona para alumnos con trastornos de lenguaje, con
nuestro diamante en bruto, el que recibió educación e instrucción, soñada,
pensada y hecha realidad solo por una obra de infinito amor de la que usted es
su protagonista principal. Por ello, entre tantos recuerdos que vendrán a mi
mente al escucharlo exponer su tesis, habrá una idea constante: GRACIAS FIDEL.
Porque cuando hizo falta una computadora para poder escribir
por las secuelas que dejaba su padecimiento en el control muscular, la tuvo
allí.
Cuando necesitó en más de una ocasión un maestro solo para
él que lo atendiera en las escuelas y le permitiera asistir a ellas igual a los
demás, los tuvo allí.
Cuando después de las operaciones necesitó un medicamento
que costaba 470 dólares el bulbo para mejorar su mano derecha y saludar su
bandera como los demás pioneros de su escuela, se buscaba en Europa porque el
brutal bloqueo impedía adquirirlo más cerca y con mejores precios y siempre
estuvo su medicina allí, sin costarnos un centavo.
Muchos podrán preguntarse ¿por qué tiene tanta voluntad?
¿Por qué su pasión por la Revolución?
Recuerdo una vez que caminábamos de la escuela hasta la casa
y una persona al verlo con sus limitaciones le dijo que tomara el camino de
Dios que eso lo ayudaría. Él, muy pequeño todavía, le respondió, gracias señora,
pero yo tengo un dios que es Fidel Castro y una biblia que veo todos los días,
La Revolución Cubana. Y es que él, mi Comandante, ha crecido viendo su ejemplo.
Por eso con sólo 13 años en aquel 4to. Congreso Pioneril,
donde daba las gracias por lo que había logrado, le prometió a usted, a Raúl y
al Partido formarse como un joven útil e incondicional a su Patria, promesa que
ese día hará realidad desde la Universidad de Camagüey que lo acogió y formó.
Del mismo modo que hizo suya la lucha por el regreso de Los
Cinco desde sus escasos 9 años hasta su liberación, porque de usted aprendió la
entrega sin descanso por las causas justas.
Cuando no pudo patear una pelota de fútbol, o dar un batazo
para impulsar una carrera que pusiera delante a su facultad en los Juegos
Taínos, se sentó en la mesa de Ajedrez y ganó su medalla, porque de usted
aprendió a sortear las dificultades.
Así subió las elevaciones más altas de su provincia, La
Comandancia de la Plata y el Pico Mella, representó a sus compañeros en el
XVIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Ecuador, defendió el
derecho de Cuba a su autodeterminación en la Cumbre de Las Américas en Panamá,
llevó a Europa, específicamente a 13 ciudades alemanas lo que hace este país
por cada uno de los cubanos, en un documental sobre su vida.
Más recientemente cuando un pequeño grupo de cubanos
esperaba visa para viajar a Estados Unidos a la II Jornada Contra el Bloqueo,
se le otorgó en tiempo solo a él, y de ante manos le ofrezco disculpas por lo
que le voy a contar: frente a la disyuntiva de viajar solo por primera vez y no
en composición de delegación donde recibiría el apoyo de sus compañeros, le
pedí que no viajara, que eran señales tanta demora y contratiempos, ¿y sabe qué
me respondió?: en todo esto hay una clara señal mami, me toca a mí solo ir a
defender a Cuba, y así lo hizo. Claro que no podía esperar otra respuesta de
quien le ha prometido ser incondicional a su Patria.
Hace unos días usted le hablaba a los delegados al Congreso
del Partido que sería de las últimas veces que hablaría en aquella sala, pero
no, mi Comandante, ya usted es inmortal, estará en cada joven, hombre o mujer
que hable desde allí, en cada niño o niña que sienta las manos generosas de la
Revolución, en cada ser humano que sea salvado por los médicos cubanos en nuestra
Patria o en cualquier parte del mundo, en cada hombre o mujer de América latina
u otra latitud que aprenda a leer o escribir, en cada letra que escriba Jorgito
desde su profesión para defender a Cuba.
Porque Fidel es Jorgito, que es la dignidad de la Revolución
en pie, es la prueba palpable y real de que la utopía a la que usted entregó
cuanta riqueza material y espiritual tenía hoy es una inmensa obra de amor que
no deja abandonado a ninguno de sus hijos.
Gracias Fidel. En nombre de toda mi familia le regalamos en
su 90 cumpleaños la formación integral que recibió Jorgito en la primera
Universidad creada por la Revolución, la Ignacio Agramonte Loynaz, representado
por el título en Periodismo.
Martha Julia Belisario Hernández
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