Segundo intento de aportar algo de luz sobre el tema de Corea del Norte, con la convicción de que cada vez se está más cerca de la ruptura de la alianza entre China y Corea del Norte. Si hasta ahora no lo tenía claro, los pasos que están dando van en esa dirección y tengo la impresión de que ya no hay vuelta atrás salvo una sorpresa mayúscula de última hora que no preveo. Sólo me atrevo a ver un atisbo de recuperación con lo ocurrido en la reciente sesión de la Asamblea Popular Suprema de Corea del Norte (que siempre se reúne en primavera, es decir, no ha sido extraordinaria ni producto de los acontecimientos), donde se han producido varios relevos significativos dando entrada a sectores más "diplomáticos" (denominación mía) en detrimento de los más "militaristas" (también lo digo yo). El hecho es que es la primera vez en 19 años que hay más civiles que militares en cargos de responsabilidad política, y tal vez signifique algo para evitar la ruptura total.
Los dos países se han enrocado en sus posturas y los dos van a salir muy dañados como esto siga así. China porque deja cada vez más claro que se está comportando como una superpotencia vulgar y corriente y dejando de lado cada vez más su histórico "consenso de Beijing", o lo que es lo mismo: una forma diferente de actuar en política exterior basada en la multilateralidad, la diplomacia y la no injerencia en los asuntos internos. Corea del Norte porque se enfrenta a una amenaza colosal que va a hacer retroceder al país varias décadas: el bloqueo total. En estos momentos la situación depende de un hilo, literalmente.
El martes China dio un ultimátum a Corea del Norte: o renuncia definitivamente a sus pruebas misilísticas o nucleares o impulsa una nueva ronda de sanciones mucho más duras en la ONU incluyendo el suministro de petróleo. Eso significaría, lisa y llanamente, volver a la hambruna, que tanto se critica, que ocurrió a principios de los años 1990 tras la desaparición de la URSS y cuando el país se quedó sin recursos.
El miércoles Corea del Norte respondió acusando a China de protagonizar "un acto de deslealtad y traición" y añadiendo que "nunca va a pedir el mantenimiento de la amistad con China arriesgando su programa nuclear, que es tan valioso como la propia vida, no importa cuán valiosa sea esa amistad".
El jueves China respondió diciendo que se muestra "cada vez más escéptico" sobre la necesidad de mantener el Tratado de Amistad, Ayuda Mutua y Cooperación entre los dos países. No es una amenaza baladí puesto que este tratado, con una vigencia de 20 años, se viene renovando con regularidad desde 1961 -cuando se firmó- y hay que volver a hacerlo en 2021. Ahora mismo este tratado está en el alero, aunque China no lo va a romper hasta esa fecha por lo que supondría de deterioro de su imagen internacional. Una cosa es romperlo y otra no renovarlo. El efecto es el mismo, pero la imagen es definitiva y es lo que ahora mismo está asustando a China.
Si hace unos días Corea del Norte criticaba a China sin mencionarla, ahora lo hace expresamente. Es la tercera vez en la historia de las relaciones entre los dos países (la primera con la Revolución Cultural, la segunda con la ruptura chino-soviética) que Corea del Norte critica con tanta dureza a China. La diferencia es que ahora ya no son cuestiones ideológicas, o no solo, las que han salido a relucir.
China parte de la base de que las pruebas nucleares, sobre todo, provocan inseguridad en su frontera porque puede haber fugas radiactivas puesto que donde se realizan está a escasos 100 kilómetros de China. Corea del Norte argumenta que nunca en todas las pruebas realizadas se ha constatado la menor presencia de contaminación radiactiva y que si no ha habido el menor impacto en los norcoreanos que viven en la zona, muchos menos en los chinos.
China argumenta que esas pruebas nucleares plantean una amenaza para sus "intereses nacionales" (es decir, un lenguaje muy similar al que utiliza EEUU cuando actúa en el exterior puesto que los intereses nacionales a que se refiere Beijing es a su programa estrella Nueva Ruta de la Seda), pero Corea del Norte argumenta que sus intereses nacionales "y estratégicos" consisten, precisamente, en el desarrollo de armas que hagan el país inmune a cualquier agresión imperialista, evitando así lo que ha sucedido en otros lugares (la referencia más recurrida es Libia, país destruido tras la renuncia de Gadafi a sus armas químicas y a su avanzado plan de conseguir armas nucleares, aunque aún no contaba con ellas).
Corea del Norte dice una verdad difícilmente refutable: "China debe reconocer de una manera honesta que la RPDC sólo ha contribuido a la protección de la paz y seguridad de China durante más de siete décadas (...), por lo que debería reflexionar mejor sobre las graves consecuencias que conlleva su acto imprudente de talar el pilar de las relaciones entre la RPDC y China".
El viernes China vuelve a la carga y habla de esta crítica norcoreana como"pieza hiperagresiva (sic) completamente llena de pasión nacionalista" y dice que "no quiere una discusión ojo por ojo" con Pyongyang, pero que Corea del Norte tiene que saber, "a nivel oficial o de base", que va a reaccionar "de una manera sin precedentes" si hay esas pruebas. Y aparece el párrafo más significativo de todos: "Pyongyang no entiende el verdadero significado de 'interés nacional' cuando se trata de la gran imagen de la diplomacia china". Es lo que os he venido diciendo, China tiene que mantener, o cuidar, su imagen como "superpotencia responsable" y como un actor de peso en el escenario geopolítico nuevo que se está abriendo con el colapso del imperialismo clásico occidental.
Para rematar la faena, Fu Ying, presidenta del Comité de Asuntos Exteriores de la Asamblea Nacional del Pueblo acaba de decir que "los estados poderosos pueden tener una mayor influencia sobre la situación internacional y deben también soportar las consecuencias de lo que dicen o hacen; los estados más pequeños o más débiles pueden contrarrestar o responder a las presiones de los estados poderosos, pero hay que pagar un precio por ello". Más claro, agua.
El mundo va a mirar de otra manera a China a partir de aquí. China ha marcado una línea roja no sólo a Corea del Norte, sino a todo el mundo.
China está haciendo el trabajo sucio a EEUU, aunque ahora está comenzando a utilizar un lenguaje mucho más duro sobre las maniobras militares y despliegue de misiles estadounidenses en Corea del Sur, calificando las mismas como "violación manifiesta de las resoluciones de la ONU". Hasta ahora nunca había dicho eso y se ha visto obligada a ello por la terquedad de Corea del Norte. Si hace fuerza sobre su plan de "doble suspensión", de pruebas y maniobras, respectivamente, se habrá apuntado un tanto importante, aunque ya nada será igual.
En paralelo, y mientras esto sucede, si es que sucede, no es absurdo decir que EEUU ha logrado su primer éxito en política internacional al poner a la defensiva a China, que está optando por poner de rodillas al pequeño en vez de enseñar los dientes al grande (aunque disminuido). Sobre todo porque este viernes, utilizando la excusa de "país patrocinador del terrorismo", EEUU ha introducido en el Senado un nuevo proyecto de ley para endurecer las sanciones a Corea del Norte de forma unilateral, que son ilegales según el derecho internacional, y China aún no ha dicho ni mú al respecto.
Mientras se sigue a la espera de los acontecimientos, muy vertiginosos, otra entrega de cómo es realmente Corea del Norte. Si mirasteis con atención la entrega del otro día- recuerdo que podéis ver bastante de lo más actual en Naenara- el tipo de las fotos ese que decía mostrar lo prohibido publicaba un pie de foto que decía que determinada toma era ilegal porque salía un túnel del metro y que eso "amenazaba la seguridad nacional" de Corea del Norte. Otra mentira más que sumar a las que dicen los propagandistas habituales. Aquí está el metro de Pyongyang, y veis los túneles perfectamente y sin trabas. Es que, como dice un refrán castellano, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Pero en Occidente lo que vende es la mentira, no la verdad.
El Lince
Gracias por el aporte, Lince.
ResponderEliminarCada vez se me aparece con más frecuencia el fantasma de Gorbachov transmutado en Xi.
Hace unos meses parecía que China había entendido que su futuro no dependía de achicarse ante el Imperio, pero, no, sólo lo pareció. Desde la visita de Xi a Trump, China ha dado una fatal vuelta de tuerca y se ha colocado de palafrenera de los EE.UU.
¿El THAAD va a seguir donde está? Pues no sé yo. Supongo que una vez que, con la inestimable colaboración de un país (teóricamente) comunista, devuelvan a la miseria a la RPDC, los EE.UU. lo retirarán en agradecimiento de los servicios prestados... hasta que China hagan algo que no les guste y vuelta a empezar.
Poderoso caballero en don Dinero.
Lamentable,gracias Lince
ResponderEliminaroportuno, coherente e irremediablemente arrodillado¡
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