Un crujido de hojas
Hace ya muchos años mi compañera y yo (seguimos juntos) decidimos hacer unos cuantos viajes por ahí para conocer mundo. Habíamos terminado nuestras respectivas carreras universitarias y nos dimos un año de vacaciones, si es que se pueden llamar así. Acabábamos de volver de Nicaragua y cuando íbamos a recoger nuestras mochilas vimos que se habían perdido. Por lo tanto, a reclamar. Allí había otras personas a quienes había sucedido lo mismo. Una de ellas era Amaia, una monja carmelita. Bueno, ex monja. Ella volvía de Filipinas. Comenzamos a hablar, como es lógico, y pronto vimos que estábamos ante una mujer excepcional. Tras hacer los trámites de reclamaciones, cogimos juntos un taxi hacia Madrid y quedamos en volver a vernos en cuanto recuperásemos nuestras cosas. A la semana nos llamaron. Nuestras mochilas habían ido a Zurich por alguna extraña razón y ya estaban de vuelta. Llamamos a Amaia y, por suerte, también su maleta había aparecido. Así que quedamos unos días más tarde.
Amaia acudió con todo un surtido de propaganda varia: libros, revistas, bolsos, pendientes (aretes, para la gente de América Latina), pulseras, collares de Filipinas. Y nos contó su historia.
Amaia era vasca (Euskal Herria, un territorio que se sitúa en la parte norte del Estado español y la parte sur de Francia) y los vascos tienen fama de ser muy católicos, muy vaticanistas. Así que la jovencita Amaia, siempre tan religiosa, hizo enfemería, trabajó un poco pero la llamaba su vocación religiosa y se hizo monja. Carmelita. Ella no quería quedarse en el Estado español, por lo que pidió que la destinasen a las misiones, a convertir negritos, chinitos y demás infieles. La destinaron a Filipinas y en este enorme país (es un archipiélago con 7.000 islas) acaba en una de las islas principales, Mindanao. A los 15 meses de estancia decide abandonar la congregación.
Había visto tanta miseria, tanta explotación, tanta represión que no lo pudo soportar por más tiempo. Y tomó una opción que la marcó de por vida: se internó en la selva y se integró como sanitaria en las estructuras del Nuevo Ejército del Pueblo (New People's Army), el brazo armado del Partido Comunista de las Filipinas. 20 años estuvo en sus filas, hasta volver al Estado español (España, para otras latitudes) y comenzar un arduo trabajo de propaganda e información sobre la situación del país. Como ex metrópoli, en España hay una importante colonia filipina, sobre todo mujeres que se dedican al "servicio doméstico". Los ricos de siempre se diferencian de los nuevos ricos en eso, precisamente, en si su "servicio" es o no filipino.
Amaia es, en femenino, un Camilo Torres o un Manuel Pérez de Colombia, un Gaspar García Laviana (cura español que murió combatiendo con el Frente Sandinista) de Nicaragua. Como Amaia hay mucha gente, pero poca en comparación a lo que es la iglesia católica, siempre pegada al poder, siempre defensora de los privilegios. Por mucho que algunos hablen del papa y sus discursitos. O de la ya casi olvidada Teología de la Liberación, en la que se encuadraban los mencionados (aunque Camilo Torres sea un poco anterior, pero fue claramente uno de sus predecesores) y la propia Amaia.
Amaia nos regaló un maravilloso documental de 1988 que se titula "Un crujido de hojas. Dentro de la revolución filipina". Su directora es una canadiense, Nettie Wild, a quien conocí por suerte a finales de la década de 1990, si no recuerdo mal fue por 1997, en Chiapas haciendo también un documental (ella) sobre el movimiento zapatista.
Esta historia viene a cuento porque os dije hace casi un año que en Filipinas se estaba siguiendo con mucho interés todo el proceso de negociación entre el gobierno de Colombia y las FARC y que el gobierno filipino y el Partido Comunista de las Filipinas/Nuevo Ejército del Pueblo repetían casi miméticamente los pasos que se daban en La Habana. Casi. Una de las cosas que no ha hecho el NEP ha sido declarar un alto el fuego unilateral. O lo hacían los dos o ninguno. Así que el gobierno cedió. Como también lo hizo con la demanda guerrillera de excarcelar a 16 de sus dirigentes presos para que participasen en las negociaciones que se han venido realizando en Noruega, las tres primeras rondas, y ahora en Holanda.
Ya ha habido cuatro rondas de contactos, se han llegado a algunos acuerdos (ya digo que el modelo es muy similar al de Colombia-FARC) para el desarrollo de las comunidades campesinas (carreteras, escuelas, electricidad); algunos avances en relación con los derechos humanos y alguno que otro en la implementación de un programa formal con respecto al respeto a los derechos de los pueblos indígenas, así como los desplazados internos.También se ha hablado de la posible creación de una Región Autónoma en Mindanao controlada por el NEP. Sin embargo, en la quinta ronda el gobierno se ha levantado de la silla argumentando que el NEP había roto los acuerdos al atacar a un contingente militar. Eso pasó la semana pasada. El Frente Democrático Nacional de Filipinas (que engloba al PCP/NEP y otras organizaciones) justifica la acción guerrillera ante los ataques realizados por el ejército contra un pueblo de 1.600 habitantes al norte de Cotabato, donde murió un vecino y cinco resultaron heridos. Aunque no fue un ataque directo a la guerrilla, esta lo entendió como un ataque a una de sus bases de apoyo. Fue uno de los muchos ataques gubernamentales pese al acuerdo bilateral de cese el fuego.
El gobierno de Filipinas justifica este ataque en la ley marcial que ha impuesto en toda la isla de Mindanao ante la toma de una ciudad, Marawi, por parte de una organización denominada Maute (Estado Islámico de Lanao) y que se considera ligada al llamado Estado Islámico (ISIS). De hecho, son sus banderas las que luce en la ciudad. Eso ocurrió el pasado día 23 y hasta ahora el ejército no ha podido recuperar la ciudad, que tiene 100.000 habitantes.
Y como no es capaz de hacerlo, al presidente filipino sólo se le ha ocurrido solicitar a la guerrilla comunista y al Frente Moro de Liberación, islámicos, que también están en activo en una parte de Mindanao, que colaboren con el ejército para desalojar de Marawi a los del llamado Estado Islámico.
Marawi es una ciudad hoy asediada dese dentro y desde fuera. Su población no la puede abandonar y hay denuncias de impedimentos de ayuda que diferentes organizaciones quieren hacer llegar a la ciudad. Los islamistas han destruido varias iglesias católicas, entre ellas la catedral, y los bombardeos de ejército contra los islamistas no están ayudando precisamente.
Como es lógico, el NEP dice que la oferta gubernamental es una estupidez mientras el gobierno no retorne a la mesa de negociación mientras parece, o al menos eso dice el gobierno, que el Frente Moro se lo está pensando.
El FDNP dice que el gobierno ha cancelado la quinta ronda de conversaciones (que tenía que comenzar el 5 de junio) no sólo con la excusa del ataque sino porque ha impuesto "condiciones innecesarias e inaceptables" para ellos. No es la falta de ataques lo que se necesita sino un acuerdo global sobre reformas socioeconómicas (es decir, lo de la paz en sentido negativo, ausencia de conflicto, o en sentido positivo, resolución de las causas que generan el conflicto). El gobierno de Filipinas quiere que no haya respuesta a sus ataques como principal elemento para la negociación. La guerrilla considera que sólo con sus ofensivas tácticas y de respuesta a los desmanes del ejército se puede avanzar en las negociaciones socioeconómicas y, sobre todo, que no se puede dejar a su libre albedrío al ejército cuando está instalada la ley marcial porque eso "consolida un gobierno militar y sienta las bases para la imposición a escala nacional de la ley marcial".
El gobierno de Filipinas ha rectificado a medias y dice ahora, para lograr la colaboración de la guerrilla contra el llamado Estado Islámico, que la ley marcial no se aplicará al NEP (es decir, a las zonas que controla) "aunque realice actividades ilegales".
Pero los bombardeos aéreos siguen, los ataques artilleros siguen y el abuso sobre las poblaciones también. Por lo tanto, el NEP dice que no se pueden silenciar unos cañones mientras otros cañones continúan con sus estruendos. Al mismo tiempo pide a los islamistas del Frente Moro que desoigan el llamamiento a colaborar con el ejército en contra del "fantasma del radicalismo islámico" mientras continúa la ley marcial. Porque aunque la ley marcial se aplica sólo a la isla de Mindanao (19 millones de habitantes) el ejército y la policía están en estado máximo de alerta en el resto de islas, sobre todo en Luzón (donde está la capital, Manila). Hay soldados en todos los lugares públicos, tanques en todos los edificios oficiales y controles en las principales carreteras. Esa militarización se va extendiendo y no hay garantía alguna de que se revierta a corto plazo.
Ni qué decir tiene que Occidente considera al NEP como "organización terrorista". Ya se sabe, no son los "contras" sirios y al contrario que ellos, pelea por una sociedad socialista.
Así que a lo mejor toca hablar de Filipinas estos días, a ver cómo evoluciona la cosa. Una lástima que haya perdido el contacto con Amaia. Ella volvió a su tierra y nosotros nos cambiamos a una pequeña ciudad, casi un pueblo. Pero gracias a ella sí he podido ir conociendo algo más de Filipinas y del Nuevo Ejército del Pueblo. En diciembre celebró su 48 aniversario y este fue uno de sus actos principales. Si os fijáis en el vídeo, aparecen otras localizaciones donde las fuerzas guerrilleras también conmemoraron su aniversario.
El Lince
que bueno que los colombianos leyeramos este articulo para que vean que nuestro proceso no es tan malo como pretenden hacerlo ver los de la ULTRACERECHA COMANDADA POR EL PARAURIBE .......
ResponderEliminarSí el ejemplo de los filipinos son las Farc, están en el horno.
ResponderEliminarDespués de los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y la principal guerrilla de ese país, lo único que cambió en Colombia es que prácticamente ya no están las Farc. El resto (paramilitarismo, violencia, injusticia, racismo, miseria,exclusión,alineación incondicional con el imperio, etc.) sigue todito igual.
Creo que algún día los chavistas tendrán que hacer su autocrítica y reconocer su responsabilidad política en el desastre colombiano.
ResponderEliminarSobre todo ante la evidencia que ese desastre fue el que hizo saltar el cerrojo estratégico para colocar a Venezuela en la situación inextricable en la que se halla hoy.