jueves, 19 de julio de 2018

No es el ocaso, pero...

Mientras Trump anda haciendo lo que puede en EEUU (diciendo un día, desdiciéndose otro) para llevar algo de racionalidad a la política exterior -si es que hay alguna ahora mismo- y afronta la etapa más problemática de su mandato de cara a las elecciones, cruciales, de noviembre, y son lo único que le interesa ahora mismo, en Rusia a Putin no le van tampoco excesivamente bien las cosas.

Tanto Trump como Putin tienen interés en neutralizar los frentes externos para centrarse en los internos. Dado que hay que esperar a noviembre para hablar de EEUU, es hora de recuperar una vieja promesa: hablar del neoliberalismo de Putin y de la resistencia social que está encontrando, mucho mayor de lo previsto.

Todos los gobiernos, y el ruso no es la excepción, siguen la máxima de Augusto "pan y circo". El circo ha sido el mundial de fútbol y ha sido el momento perfecto para dejar a la gente sin pan. Porque ha sido el momento elegido por el gobierno ruso (plagado de neoliberales) para anunciar el incremento de la edad de jubilación. Hasta ahora se mantiene la jubilación soviética, 60 años para los hombres y 55 para las mujeres. Pero desaparece para pasar a 65 y 63, respectivamente. Bien es cierto que en el caso de los hombres se llegará a esa edad en 2028 y en el de las mujeres en 2034, pero si se tiene en cuenta que la esperanza de vida en la Rusia actual es de 73 años, eso supone que se trabajará toda la vida para no disfrutar nada de nada o hacerlo muy poco tiempo. Porque las expectativas, mantenidas por el propio Putin en su famoso discurso de marzo, indican que la esperanza de vida llegará a los 77 años en 2020 y a los 78 en 2030.

En el Estado español (España, para otras latitudes) la esperanza de vida es de 83 años y la edad de jubilación llegará a los 67 en 2027. Un poco más que en Rusia en cuanto al tiempo de disfrute.

El argumento en Rusia, al igual que en el Estado español -y fue un incremento iniciado por los "progres"- es el aumento en la esperanza de vida. Y se dice, sin pudor alguno, que es así "a medida que el legado soviético de alcoholización retrocede y la atención médica continúa mejorando". Como es habitual en cualquier gobierno, se mezclan churras con merinas y se miente de forma más o menos descarada. La alcoholización del pueblo ruso subió exponencialmente como consecuencia de la perestroika y, sobre todo, durante el yeltsinismo (con el propio Yeltsin como paradigma del alcohólico), mientras que la destrucción del modelo sanitario soviético supuso una reducción de la esperanza de vida de diez años que sólo ahora se está comenzando a recuperar un poco. Leed o releed el capítulo dedicado a Rusia en el espléndido libro de Naomi Klein "La doctrina del shock".

Este anuncio ha provocado que la popularidad de Putin haya caído la friolera de 16 puntos, de su máximo del 80% al 64% actual. La gente solo argumenta una única cuestión: el aumento de la edad de jubilación.



Y lo más importante, la gente cree, por primera vez, que Rusia va "por el camino equivocado" (42%) casi en igual proporción que quienes consideran que va "en el camino correcto" (46%). Fijaos, por ejemplo, en cómo han ido evolucionando los porcentajes desde 2014. Y cómo en marzo, mes de las elecciones presidenciales, el porcentaje de quienes consideraban que todo iba bien era del 63%. No es el ocaso de Putin (ni de los neoliberales), ni mucho menos, pero...


Supongo que ahora entenderéis mejor lo que os decía de que el Partido Comunista de la Federación Rusa, sin ser ninguna maravilla, tiene unas brillantes expectativas de cara a las elecciones de septiembre. En las presidenciales de marzo sacó un 11%, ahora, tras el anuncio del aumento de la edad de jubilación, se ha colocado en el 14'5% y subiendo mientras que el descenso de Rusia Unida, el partido de Putin, es espectacular, pasando de casi el 50%  a finales de mayo al 38'7% actual.



Son los comunistas quienes están lanzando las manifestaciones contra el aumento de la edad de jubilación, y lo están haciendo de forma masiva. Eso ha provocado el nerviosismo del Kremlin, que no ha dudado en acusar a uno de los diputados comunistas, Nikolai Bondarenko, de "extremismo" por su discurso en contra del plan de aumento de la edad de jubilación y le ha suspendido de sus funciones parlamentarias.


El Kremlin está en problemas por primera vez durante la era Putin y supongo que ayudará a entender el por qué de lo que os decía de la reunión Trump-Putin: los dos son conscientes de que hay que "normalizar" algo el frente externo porque el frente interno lo tienen muy revuelto y con plazos muy concretos, septiembre en Rusia y noviembre en EEUU.

El Lince


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