miércoles, 19 de junio de 2019

Zarmena Waziri 

Hace un mes os comenté que había dado una conferencia en una universidad en la que tuve una discusión con un conocido intelectual europeo, ahora profesor en una universidad mexicana, sobre si el capitalismo chino es "más duro y agresivo" (sic, eso decía él) que el occidental. Desde luego, la respuesta es obvia, pero tenéis un recordatorio, más o menos, en lo publicado unos días después.

Pero allí pasó algo más. Como dice una muy buena amiga, soy una rana que me meto en charcos. Y lo hice. No sólo en el de más arriba, sino en otro: el feminismo. Utilizando el caso de Sudán, y de la icónica foto de una mujer subida en el techo de un coche cantando durante las protestas populares iniciadas en abril, critiqué la forma neocolonial que se tiene de interpretar el feminismo. Yo, un hombre. Y lo hice poniendo un ejemplo del que os hablé también aquí: Fátima Ahmed Ibrahim. Una de las organizadoras me dijo que tenía razón, que era algo en lo que -aunque tarde- ya estaba el movimiento feminista y, para mi sorpresa, mi aportación se recogió en las conclusiones finales de ese seminario.

Pues hay otro caso de feminista histórica, en este caso afgana, que está en serios problemas por culpa de los mal llamados "progres".

Se trata de Zarmena Waziri, una de las impulsoras de la Organización Democrática de las Mujeres Afganas en 1965, y está a punto de ser deportada desde Dinamarca a su país. Lo dramático del caso es que tiene 72 años y tiene demencia senil.


Y lo más dramático del caso, aún, es que en Dinamarca ha ganado las elecciones un partido socialdemócrata que ha calcado, casi línea por línea, palabra por palabra, el programa xenófobo de corte casi neonazi del gobierno anterior del Partido Liberal.

En unos momentos en los que el avance del fascismo es general, con las excepciones de Bélgica o Chipre, por ejemplo, son casos como este los que marcan algunas muy pequeñas diferencias entre las distintas etiquetas. Y las marchas de marzo, o las de abril, o las de noviembre o de cuando sea, si es que han servido para algo, tienen que tener en cuenta estas realidades. Hay mucha gente, en muchas partes, que lleva una vida de lucha, que la ha llevado y que es desconocida totalmente por ese endogámico Occidente que, una y otra vez, no hace otra cosa que mirarse el ombligo.

Hubo una época en la que en Afganistán el gobierno, gracias a la presión de las mujeres, reconoció igualdad en la educación, en los derechos de la familia, en la igualdad de acceso a la atención médica. Zarmena Waziri fue una de esas luchadoras que lo hicieron posible.

El Lince

1 comentario:

  1. A esta mujer la sororidad por ahora no le ha salvado de la deportación...

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