jueves, 22 de abril de 2021

El fantasma de Lenin

22 de abril de 1870, nace Lenin. 17 de abril de 2021, comienzan las colas ciudadanas para rendir homenaje a Lenin en su tumba en la Plaza Roja de Moscú. 22 de abril de 2021, siguen las colas.




21 de abril de 2021, Putin pronuncia un discurso ante la Asamblea Federal en la que abordó cuestiones internas de Rusia, sobre todo referentes a sanidad, educación, política social y economía. 

Son muchas las veces que Putin ha prometido dar un giro a la política neoliberal del gobierno pero no lo ha hecho hasta ahora. ¿Por qué en esta ocasión lo vuelve a prometer y a abordar? Porque el fantasma de Lenin está comenzando a preocupar al Kremlin. Porque las estadísticas oficiales muestran, una y otra vez, cifras decepcionantes antes, durante y después del coronavirus. Porque la gente está comenzando a plantear de forma abierta que hay que acabar con la política neoliberal, enfrentarse a Occidente y acabar con los corruptos de una vez por todas. Y siempre surge la figura de Lenin.

Rusia, a pesar de la (o las) vacuna Sputnik está en una situación sanitaria muy precaria y no solo por el coronavirus. Por eso Putin tuvo que salir al trapo y prometer, otra vez, casi de todo. Como, por ejemplo, renovar casi al completo el parque de ambulancias del país, demasiado viejas. O insistir en que hay que reducir las listas de espera, o acelerar las citas con los especialistas. Porque hay añoranza popular de lo que era la sanidad durante la etapa soviética.

Rusia no es ajena -como ningún país neoliberal- al aumento de la desigualdad y la pobreza que se han disparado como consecuencia del coronavirus. Y Putin ha tenido que pedir que "no se repita la situación de estantes vacíos como en la Unión Soviética". Putin siente el aliento del fantasma de Lenin en su nuca y lo intenta espantar con este tipo de alusiones. Pero tiene que pedir una mayor regulación de precios aunque especificando que no se va a hacer desde arriba, es decir, que pide a los empresarios que no abusen. Pide, no exige. Lenin sonríe. Sobre todo cuando apunta que "hay que garantizar que los ingresos reales de las personas crezcan" para así lograr "cambios tangibles en la lucha contra la pobreza".

Pero la historia es tozuda y el ejemplo de personajes como Lenin está ahí, siempre presente. Y Putin lo sabe: "es muy importante que nuestros jóvenes busquen e inspiren los logros y victorias de nuestros antepasados y contemporáneos destacados (...) Todavía abro algunos libros de texto escolares de vez en cuando y me sorprende lo que veo allí, como si lo que está escrito no tuviera nada que ver con nosotros (...) No se menciona la Batalla de Stalingrado ¿Cómo es posible? ¿Quién escribe estos libros de texto? ¿Quién los aprueba? Es increíble". Lenin vuelve a sonreír. 

Y aunque pasó bastante la mano por el lomo de los empresarios tuvo que anunciar que "los proyectos de infraestructura en las regiones deben implementarse, principalmente, en interés de la gente (...) Las prioridades serán la construcción de autopistas y circunvalaciones en áreas urbanas, la mejora de la infraestructura del sector de la vivienda y los servicios públicos y el sistema de transporte público". De nuevo girando la vista hacia lo público. Lenin sigue sonriendo. Porque "los préstamos para infraestructura y presupuesto estarán totalmente bajo el control de la Tesorería Federal y se proporcionarán exclusivamente para proyectos específicos que beneficien a nuestra gente". 

Y todo esto tiene que estar escrito, negro sobre blanco, para el 1 de julio. ¿Fecha casual? Puede ser, pero como mal pensado que soy diré que es el mes de 1917 en que fracasó el primer intento de los bolcheviques (y sectores anarquistas) de derrocar al gobierno provisional de Kerenski y traspasar el poder a los soviets. 

O bien Putin está viendo el fantasma de Lenin o Lenin está muy vivo en el acerbo ruso. Quedaos con lo que queráis.

Y, por cierto, hay quien conmemora su nacimiento saboteando monumentos a los neonazis ucranianos escribiendo su nombre.

El Lince

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