El fascismo hindú

Ya os anuncié que iba a comenzar a hablar de India. Dentro del sistema de castas existente en el país, hace unas semanas se produjo el suicidio de un estudiante dalit (los pobres de los pobres, antes llamados "intocables") porque los estamentos universitarios le negaron una habitación en el campus por ser eso, un dalit. Se le obligó a desalojar la habitación que ocupaba, se le dificultó la posibilidad de seguir en su clase y el acoso llegó a tal extremo que el joven decidió suicidarse, también, y así lo dejó escrito, para denunciar la situación permanente en que viven los y las de su casta. Se llamaba Rohith Vemula y tenía 25 años.

"Amo la ciencia, las estrellas, la naturaleza. Pero estoy muy lejos de ello ahora. Veo que la gente aquí no tiene valores, que hace tiempo se ha divorciado de la naturaleza, que no tiene creencias y que vive una vida artificial. La casta superior lo controla todo, especialmente la universidad. Hay una discriminación abierta, unas veces, y encubierta, otras, hacia los estudiantes de las zonas rurales. En lugar de encontrar un hogar, los dalit y los adivasi (indígenas) se encuentran con el rechazo porque ingresan por el sistema de cuotas [tanto los dalit como los adivasi tienen un número reducido de plazas para ingresar en la universidad según las medidas del gobierno] y por eso no se les considera tan buenos como los demás".

Estas son algunas de las cosas que decía Rohith en la última carta que escribió explicando su suicidio. Otras no las decía, pero son la realidad a que se enfrentan dalit y adivasi: la prevalencia del inglés como medio de instrucción, despreciando la lengua mayoritaria en la India, el hindi; el desprecio por la diversidad y la ausencia de empatía hacia los estudiantes de los estratos mencionados...

Arundaty Roy dice que es un intento de aniquilación de una casta, los dalit, y de unos pueblos, los adivasi, que explica qué han supuesto 70 años de independencia de la India. Las instituciones educativas del país no tienen otra finalidad que la de aumentar el capital cultural de las élites de las castas superiores. Nada diferente a otros países, otras universidades, por cierto.

Cualquier apelación a la camaradería, a la organización, a la participación de dalit y adivasi en la vida de la universidad es considerada como un desafío directo a las élites dominantes. Muchas de las asociaciones de dalit y adivasi son consideradas o bien "filoterroristas" o bien "antinacionales".

Y así son considerados quienes han salido a las calles en apoyo de Rohith y certificando su denuncia de clasismo en la universidad. Y como en todas partes, han sido reprimidos a palos. Pero no sólo por la policía, sino por los paramilitares del Rashtriya Swayamsevak Sangh, que se puede traducir tanto como Organización Nacional de Voluntarios o como Organización Patriótica de Voluntarios, y que tiene una larga trayectoria de enfrentamientos comunales -defiende siempre a las castas superiores- contra los dalit y los adivasi. Son profundamente hinduístas y, por lo tanto, anti musulmanes, anti católicos y anti todo lo que no sea hindú. Para ellos los dalit y los adivasi no son hindúes si no se someten. Por lo tanto, hay que combatirlos. Y aquí están, mano a mano con la policía reprimiendo una manifestación en apoyo a las denuncias de Rohith Vermula. Son los que aparecen de paisano atacando a los manifestantes.

Esto es la India de hoy, con un incremento muy importante del fascismo -como en otras partes, véase el caso de Europa sin ir más lejos- y una cada vez mayor resistencia por parte tanto de los dalit como de los adivasi. Vamos acercándonos ya a los naxalitas, de los que os hablaré para que veáis que hay sitios donde se está construyento un poder parelelo al del Estado, un poder revolucionario que no es en absoluto conocido en el mundo.

Por cierto, espero que hayáis leído el texto de Arundaty Roy "Caminando con los camaradas". Si no ha sido así, os recuerdo la primera entrega y os pongo la segunda. No voy a daros todo el trabajo hecho, así que buscad la tercera y la cuarta por vuestra cuenta.

El Lince