martes, 7 de febrero de 2017

El primer tiro, por la culata

El reciente ataque de la junta neonazi de Kiev al Donbás tenía un guión perfectamente definido. Ver las bombas sin preguntarse qué hay detrás o por qué en estos momentos es ver el humo pero no ver el fuego. O ver los resultados sin ver los orígenes. Los solidarios con el Donbás lo olvidan muy a menudo, lamentablemente. Así nos va. Sin estrategia y a golpe de corazón, que está bien, pero insuficiente y, sobre todo, sin continuidad.

Desde un punto de vista militar la situación no es muy diferente de la de hace un año, de la de hace dos. La diferencia es que ahora la milicia ya no se calla, lo que indica un grado notable de hartazgo. Así que si por cantidad son los neonazis quienes tienen una superioridad evidente, en la calidad es la milicia quien tiene todas las de ganar. Lo han demostrado con creces en todos estos años.

La ofensiva neonazi tiene como gran objetivo, compartido y hablado -sin duda- con la OTAN (que, a su vez, hace lo que decide el Pentágono que, a su vez, hace lo que dicen quienes realmente mandan en EEUU, que no es el presidente precisamente), provocar un movimiento en falso de Rusia que justifique toda la parafernalia y paranoia de "agresión rusa" al mundo. Por lo tanto, la ofensiva es trágica, hay muertos, como en otras. Lo que diferencia a esta ofensiva de las anteriores es que ahora parece que la junta neonazi de Poroshenko tiene la intención de continuarla al menos durante todo este mes.

¿Por qué? Como dije, Ucrania preside todo el mes de febrero el Consejo de Seguridad de la ONU. Es una presidencia rotatoria, donde cada país que forma parte de ese consejo lo preside durante un mes. Y Ucrania ha montado toda esta historia para lograr una condena, así fuese moral (o sea, logrando un veto), de Rusia en el CSONU y de esta forma asegurarse alguno de sus otros objetivos, críticos para la supervivencia de Poroshenko. Pero no lo ha logrado.

Hoy, día 7, el CSONU, a iniciativa de Ucrania, pretendía abordar la "agresión rusa" y "el ataque a civiles" en la localidad de Avdeevka. Y hoy Ucrania ha cosechado un sonoro fracaso puesto que sólo Gran Bretaña y EEUU se han sumado a su propuesta, lo que ha obligado a los neonazis a retirarla dado que no iban a conseguir más votos. Es decir, que 12 países se iban a oponer, lo que pone de manifiesto el hartazgo y el cansancio de quienes hasta ahora apoyaban a Ucrania de forma incondicional -y es significativo que Francia no se sumase a la misma- con un tema que ya huele.

Los neonazis de Kiev han visto como su primer tiro les ha salido por la culata.

Si bien es cierto que EEUU apoyaba la iniciativa de Ucrania, también lo es que ayer se produjo una conversación telefónica entre Trump y Poroshenko en la que, por lo que se ha filtrado, Trump recriminó a Poroshenko su política respecto al Donbás. Incluso se habló de algo que no gusta en Ucrania: el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk, por muertos que estén.

La información que ha ofrecido EEUU de esa conversación no menciona en ningún momento a Rusia como responsable de la escalada actual. Adiós a la parafernalia y a la paranoia antirrusa. Por el contrario, se afirma que se va a trabajar "con todas las partes involucradas". Si eso no es un lenguaje neutro, se le parece bastante. No sólo porque no se acusa a Rusia, sino porque no se ofrece ningún tipo de "respaldo firme" -como hacía Obama- a Ucrania.

Eso ha molestado, y mucho, a congresistas y senadores de EEUU, que han salido en tromba a acusar a Rusia "de la escalada" [en el Donbás] y a afirmar que "son necesarias nuevas sanciones". Tengo la impresión que Trump está sobre un campo de minas claro, de sus oponentes y de su propio partido, y que por ello se está moviendo con mucha cautela para no dar un paso en falso. Así, si en la ONU apoya a Ucrania -y dudo que no supiera que la iniciativa estaba condenada al fracaso- fuera de la ONU se hace el loco. Empate. Y ese empate hace que no haya movimiento alguno. Luego se mantiene el status quo. Eso perjudica de forma clara a Poroshenko mientras que beneficia a las repúblicas populares de Donetsk y Luganks.

Dicho así puede que suene a cínico en medio de los bombardeos, pero es una realidad que hay que tener en cuenta. El peligro es que los neonazis lancen un órdago (jugada de cartas en las que se apuesta toda la partida a un solo movimiento, que puede ser incluso un farol) e intensifiquen los bombardeos. Hay candidatos alternativos a Poroshenko que apuestan por esa vía en unos momentos en los que la situación económica y social es tan mala que se está hablando de elecciones anticipadas.

Poroshenko tiene un mes, este de febrero en el que preside el CSONU, para hacer un movimiento ganador en esa liza interna. Sólo tiene una baza: la guerra abierta contra el Donbás. Pero para ello necesita no sólo el apoyo de la moribunda UE, sino de EEUU. Y eso es lo que no veo por el momento. Trump es un empresario y, como tal, tiene que saber cuál interlocutor le conviene más para su negocio, si Poroshenko, si Timoshenko, si algún otro cacique u oligarca local, etc. Eso no va a ser inmediato porque Ucrania no es una prioridad para Trump, por más que lo intenten desde la OTAN al Pentágono.

La distensión con Rusia sigue siendo prioritaria para Trump, porque la prioridad es la lucha contra el yihadismo y el llamado Estado Islámico. Ucrania no es ni siquiera secundario.

El Lince

1 comentario:

  1. Creo que Trump es mejor de lo que parece o no tan malo y digo porque:

    He leido que tiene intenciones de restablecer la ley
    Glass–Steagall

    Si esto es cierto marcara un antes y despues, recuerden que todo empezo con Nixon en lo q se refiere al petrodolar.

    No olvidemos que gobernar EEUU es una pesadilla, con Mc Cain y el resto de psicopatas que es lo que son.

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