Recordaréis que el otro día me hacía una serie de preguntas sobre cómo se había llegado a una situación en la que China amenazaba a Corea del Norte. Dos de esas preguntas se referían a cuándo se ha llegado al momento de ruptura y si no es así, cuánto de cerca se está de ella. Así que he decidido hacer algunos intentos de ofrecer algo de luz. He aquí el primero.
A finales de febrero China anunció que iba a poner en marcha el bloqueo a las importaciones de carbón provenientes de Corea del Norte según las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Aunque dicho bloqueo no ha sido efectivo hasta el mes de abril -o mejor dicho, ha sido toreado hasta este mes- el anuncio sentó a cuerno quemado en Corea del Norte. Todos los medios norcoreanos salieron al unísono a criticar a China con un lenguaje inusual por lo muy duro que era porque se decían cosas como que "un país vecino, que a menudo dice de sí mismo que es amigo, ha tomado medidas inhumanas como el bloqueo total del comercio exterior" y se añadía que "labrándose el camino como gran potencia, está bailando con la música de los EEUU". Aunque nunca se mencionó a China por su nombre se le acusaba de "afectar el nivel de vida" de la población norcoreana por haber tomado esa medida.
Junto con las diatribas que os podéis imaginar, había una que ha terminado haciendo mella en los chinos ahora mismo: cómo se ha pasado de una posición "implacable" de rechazo al despliegue de misiles de EEUU en Corea del Sur a una "cooperación de vis-à-vis con EEUU" contra Corea del Norte.
China ni siquiera se dignó responder y actuó con desprecio
afirmando "no tener el menor interés" en participar en ese debate
iniciado por los norcoreanos. Eso fue interpretado como un cambio cualitativo
en las prioridades geopolíticas de China, mientras que en Beijing se soltaba
cuerda en el convencimiento que Corea del Norte no tendría otra opción que
adaptarse a lo que dijese China.
Craso error. Tal vez China pensó que iba a ser fácil
encontrar otros socios (ha estado coqueteando con Corea del Sur, incluso con
Japón, e intentando mostrar una imagen moderada con los países de la ASEAN),
pero ha resultado que no. En Corea del Sur manda EEUU, como lo demuestra el
despliegue de los misiles a unos días de las elecciones tras la dimisión de la
presidenta por corrupción, mientras que resulta que en Corea del Norte mandan
los norcoreanos. Para bien o para mal.
Para que esos coqueteos chinos con surcoreanos y japoneses,
dos enemigos históricos, diesen sus frutos, Corea del Norte tenía que estar
quieto y sin enredar. Eso fue así un tiempo, más o menos entre los años 2011 y
2015, pero Corea del Norte terminó preguntándose ¿a cambio de qué? Porque su
situación no cambiaba, sus reclamaciones no eran atendidas y los EEUU seguían
haciendo maniobras y desplegando armamento en Corea del Sur e incrementando sus
bases en Japón. Luego su existencia seguía siendo, nominalmente, amenazada. Fue
entonces cuando desde Pyongyang se dio un toque a China con el impulso de las
pruebas de misiles y nucleares y eso fue interpretado por China como un intento
deliberado de los norcoreanos de torpedear su acercamiento a Corea del Sur y
crear unas condiciones más favorables para el despliegue de los misiles de
EEUU, con lo que se debilitaría ese acercamiento Beijing-Seúl. Pero tuvieron
que ceder y fue cuando China propuso, con la aceptación norcoreana, su famoso
plan "de doble suspensión", las pruebas nucleares y de misiles por
Corea del Norte y las maniobras a gran escala de EEUU y Corea del Sur,
rápidamente rechazado por Washington.
Sin embargo y pese a ese rechazo, la ira china no fue
dirigida con tanta fuerza contra EEUU (ni contra Corea del Sur) como contra
Corea del Norte. ¿Cuál es la razón? Por una parte, porque China se consideraba
poco menos que obligada a hacerlo por alguien que debería estar agradecido por
el apoyo con que siempre ha contado desde Beijing. Por otra, porque China decía
que tenía que mantener, o cuidar, su imagen como "superpotencia
responsable" y como un actor de peso en el escenario geopolítico nuevo que
se está abriendo con el
colapso del imperialismo clásico occidental.
Es decir, China está actuando más por cuestiones de imagen
que por convicciones y estas consideraciones han influido en la política
exterior de China en los últimos meses, especialmente durante la etapa final de
las elecciones presidenciales de EEUU dadas las promesas de Trump, como sí ha
cumplido luego, de retirar a EEUU de la Asociación Trans Pacífico que deja el
campo libre a China en toda Asia. Para ayudar a todo ello, Corea del Norte era
el gran caramelo que tenía que ofrecer y nada mejor que apostar con fuerza por
las sanciones, como el bloqueo del carbón antes mencionado.
Y si hace dos años Corea del Norte tensó un poco la cuerda
por esos coqueteos de China con Corea del Sur y Japón, ahora lo ha vuelto a
hacer por el coqueteo chino con EEUU. Sólo que ahora ya sí parece que hay
un mosqueo colosal en Pyongyang con China, que duda claramente con el
compromiso chino de seguridad respecto a Corea del Norte. Ya no quieren
palabras, quieren actitudes. En esas estamos.
Eso está provocando también mucho malestar en Beijing, que
ve cómo se extiende la rebelión interna por el conflicto que se ha creado, que
ha sido amplificado por EEUU con sus amenazas, envíos de barcos y despliegues
de misiles. El núcleo duro del gobierno chino se enfrenta ahora a una
situación muy delicada a nivel interno puesto que dentro de poco tiempo, en
otoño, se tiene que celebrar el XIX Congreso del Partido Comunista y Corea
del Norte se va a convertir en una de las banderas de enfrentamiento entre los
dos sectores en liza, el pro-occidental y el más ideológico. De
ahí los movimientos con un cierto retroceso que está realizando China en estos
últimos días después de casi haberse alineado directamente con EEUU,
repartiendo críticas a norcoreanos (más) y a estadounidenses (menos), pero
haciendo hincapié en la necesidad de negociar para evitar el desastre.
Uno de esos retrocesos consiste en que China ha tenido que
anunciar la reanudación de los vuelos entre Pyongyang y Beijing a partir del 5
de mayo. Los había suspendido cuando se comenzó a hablar de que se iban a hacer
pruebas nucleares o misilísticas (16 de abril). Otro consiste en reconocer
que no se está cumpliendo a rajatabla el bloqueo a las importaciones de carbón
provenientes de Corea del Norte "por razones humanitarias" y que
cuatro buques con este mineral han llegado recientemente al puerto de Hebei
mientras que otros dos fueron rechazados y obligados a volver a su puerto de
origen en Corea del Norte. Una de cal y otra de arena, en lo que parece -a
vueltas con el parece- que va a ser la tónica del comportamiento chino a partir
de ahora.
Está claro que EEUU está moviéndose para dificultar una
celebración normal de ese crucial congreso, en el que puede salir no muy bien
parado (es decir, teme como a un nublado un reforzamiento de la ya reforzada
asociación estratégica con Rusia y el reforzamiento de Eurasia como contrapeso
de Occidente). También está claro que Corea del Norte, al menos por el
momento, no se está dejando impresionar por las presiones chinas y está
diciendo que tiene su propia política. Así que la ecuación que hay que resolver
es cuánto de cal y cuánto de arena está dispuesta a utilizar, o que puede
utilizar, China en su trato con uno y con otro.
El Lince
Excelente tus aclaraciones, tienen mucho sentido. Ahora bien de aqui se desprende que estamos solo cambiando el polo del poder, aun asi tiene que ser mucho mejor que la mafia anglosajon sionista.
ResponderEliminarPorque aunque ambos modelos son capitalistas, la ideologia anglosajon sionista deberia poner la piel de gallina a cualquier persona con dos dedos de frente, ni que hablar de los comumistas de pura cepa.
Saludos.