Apuntes
Críticos sobre la primavera árabe en
Libia*
Una semana después del 17 de febrero del
2011, un grupo divisionista del partido Socialista Unido de Venezuela: llamado Marea socialista… publicó un manifiesto en el portal de Izquierda rebelion.org,
y, yo quiero citar a continuación dicho manifiesto títulado: Gadafi masacra a manifestantes desarmados.
El
pueblo de Libia vencerá: La Revolución Árabe se instaló en Libia. Y
aquí ha adquirido su rostro más violento. El gobierno de Gadafi ha desatado una
masacre que muestra a los pueblos del mundo el horror de que son capaces los
dictadores sumisos o no al imperialismo. Los bombardeos aéreos de manifestantes
en la segunda ciudad más importante de Libia y el fuego recorriendo Trípoli, la
capital, son testigos de esta masacre.
Algunos en el mundo pretenden dudar de la
realidad de ese levantamiento. Insinúan el interés de la OTAN y del
imperialismo en su afán de mantener el control sobre el petróleo y el gas de
Libia. Y de todo el mundo árabe. Este argumento es falso aunque exista ese
interés.
Si hiciera falta una prueba, la sola medida
de cortar las comunicaciones con el exterior, la telefonía fija e internet es
una medida de guerra de un Estado. Pero en este caso es contra un pueblo
rebelado contra una dictadura.
De líder independentista a fines de los 60
del siglo pasado Gadafi se ha convertido en un dictador capitalista socio de la
Unión Europea a la que suministra el fino petróleo de su desierto y es aceptado
por Estados Unidos con quien en los últimos años ha tenido un contubernio. El
precio de esta metamorfosis lo pagó y lo paga el pueblo libio.
Los mismos que ponen en duda la realidad de
los hechos también sugieren, claro que no abiertamente, que algo similar pasa
con las revoluciones en Túnez y en Egipto. Pero ninguno de los “defensores del
pueblo Libio” contra las intenciones de la OTAN se ha pronunciado a favor de
los cambios democráticos pedidos por esos pueblos. Ni rechazan abiertamente las
masacres que se están produciendo.
Una insurrección en toda la línea
Lo que está sucediendo en Libia es una
sublevación popular en toda la línea. Una insurrección contra una dictadura que
está probando que es sangrienta. La división en diferentes tribus, unas aliadas
y otras supuestamente enemigas de Gadafi, forma parte de una realidad que se
está manipulando para construir el relato de “oscuros” intereses que se
esconderían detrás del levantamiento.
Sin embargo, lo que ocurre es parte del
movimiento sísmico, del terremoto democrático que recorre el mundo árabe, toda
África, Asia y Europa. Estos países que se mantienen firmes en rebeldía,
principalmente sus jóvenes, están cansados de represión, mordaza y falta de
futuro, han salido a la calle y ya no volverán atrás. Sobre todo porque no
tienen retorno. En las calles de Trípoli y de todas las ciudades de Libia la
suerte está echada, o triunfa la insurrección popular y salen Gadafi y su
régimen o triunfa Gadafi y provocará un baño de sangre enormemente superior al
que se ha visto hasta ahora.
Por eso un sector importante de las fuerzas
armadas se ha pasado a la rebelión. Por eso las masas no temen a la represión.
Porque saben que si retroceden será peor.
Está en curso una insurrección en toda la
línea, pero como sea que concluya este capítulo de la Revolución Democrática en
Libia, no será con un sector del viejo régimen tratando de imponer una salida
ordenada. No quedará piedra sobre piedra de ese régimen ni de su vetusto
dictador.
Viva la revolución democrática árabe
Marea Socialista se pronuncia categóricamente
en solidaridad con el pueblo Libio y el pueblo árabe que lucha por conquistar
libertad y democracia. Debajo del manto de mentiras o falsas interpretaciones
interesadas está la realidad de un pueblo sojuzgado por casi medio siglo.
Las transformaciones democráticas que piden
los pueblos árabes no son solo el derecho al voto. Está también y sobre todo,
la necesidad de una vida digna. Trabajo, nivel de vida, y perspectiva de un
futuro negado por esos dictadores y sus regímenes. Los pueblos, las masas de
esa región del mundo han encontrado el camino de la lucha para lograr lo que
quieren. Ese fantasma recorre todos los continentes. Y en su lucha han abierto
las puertas a la revolución internacional contra el capitalismo y sus regímenes
de opresión y miseria.(1).
Me llama mucho la
atención la fecha de la publicación del manifiesto que acabo de citar, una semana después del 17 de febrero del 2011, quiero expresar que la
pequeña fracción de Marea Socialista es un pequeño grupo de izquierda venezolano;
divisionista y disidente del partido Socialista Unido de Venezuela:
principalmente; los miembros de Marea Socialista, son académicos, y
estudiantes universitarios que dirigen la línea editorial del portal
alternativo venezolano Asamblea popular
Americana(Aporrea). Como la izquierda europea; el Partido Marea Socialista difundió la siguiente
matriz de opinión:´´ Gadafi masacra a manifestantes desarmados’’.
Obviando el siguiente hecho… en Libia en febrero del 2011 se desarrollaba una guerra multiforme o GUERRAS HÍBRIDAS:’’ durante los acontecimientos de 2011 conocidos como “primavera árabe”,
que inmediatamente reconocí como una serie de revoluciones de color, pero que
de manera interesante se convirtieron en unas pocas notorias guerras
no-convencionales.’’ (2). Pero, ¿qué quiere decir
esto? En Libia; las potencias occidentales provocaron una guerra
para desarticular el Estado-Nación, también esta Guerra Multiforme
tenía como objetivo: destruir la visión panarabista de Libia, la cooperación
Sur-Sur, en el tercer mundo y el liderazgo del Coronel Gadafi en toda África.
El
Coronel Gadafi y las Causas justas
Muammar Gadafi siempre le exigió a la Surafrica
del Apartheid, la liberación de
Nelson Mandela, también Gadafi demostró su
solidaridad con los sindicatos de Mineros :durante una huelga, en los años 80,
en el Reino Unido, durante el gobierno
de la Primera Ministra Margaret Thatcher (3).
África después de Gadafi: Rememorarse también que
África ha sido, hasta hace apenas unos decenios, tierra de colonización. De una
colonización impuesta por las potencias europeas a sangre y fuego, a base de
guerras, exterminios y deportaciones. Todos los poderes locales que osaron
oponerse y resistir a los conquistadores –portugueses, holandeses, británicos,
franceses, alemanes, italianos o españoles– fueron aplastados.
En el aspecto económico, las potencias coloniales
establecieron, de modo autoritario, una economía fundada en la exportación de
materias primas hacia la “metrópoli” y en el consumo obligatorio de productos
manufacturados producidos en Europa. De esa manera, África perdió en los dos
tableros. Y esa doble explotación, por lo esencial, no se ha modificado.
Por ejemplo, Costa de Marfil, primer productor
mundial de cacao (el 40% del volumen mundial) nunca ha podido desarrollar una
industria chocolatera exportadora. Lo mismo se puede afirmar de Malí o Níger,
dos de los principales productores de algodón, quienes se han hallado en la
imposibilidad de montar una verdadera industria textil. Y eso porque, en
general, las excesivas tarifas aduaneras impuestas por los países importadores
ricos a los eventuales productos elaborados en el Sur arruinan toda posible
competencia con los productos fabricados en el Norte.
Los países desarrollados quieren conservar la
exclusividad de la transformación de las materias primas, o, en el marco de la
globalización liberal, aceptan deslocalizar sus fábricas hacia China o
Bangladesh, donde la mano de obra es hábil, dócil y sobre todo barata, pero no
están en absoluto dispuestas a invertir en África, ni en desarrollar en este
continente un sector industrial importante.
La división internacional del trabajo, efectuada en
favor de los intereses de los países del Norte, atribuye a África un papel
subalterno, marginal, lo cual impide a este continente entrar en la espiral
virtuosa del desarrollo.
Las fabulosas riquezas mineras y forestales del
continente africano son vendidas a precios de saldo, para el mayor
enriquecimiento de las empresas importadoras y transformadoras del Norte. De
ese modo, no se crean empleos ni siquiera en las industrias agroalimentarias,
que es el sector básico a partir del cual se puede edificar un verdadero
desarrollo agrícola, y más tarde industrial. Por eso también, África es el
último continente que aún conoce con regularidad crisis alimentarias y hasta
hambrunas.
Esta región del mundo, tan a menudo calificada por
los medios dominantes del Norte de “subdesarrollada”, “violenta”, “caótica” e
“infernal”, no habría conocido tal inestabilidad política – golpes de Estado
militares, insurrecciones, masacres, genocidios, guerras civiles, terrorismo
yihadista–, si los países ricos del Norte (empezando por las antiguas potencias
coloniales) le hubiesen ofrecido posibilidades de desarrollo reales en lugar de
seguir explotándola. La pobreza creciente se ha convertido en causa de desorden
político, de corrupción, de nepotismo y de inestabilidad crónica. Y esta misma
inestabilidad desalienta a los inversores, tanto locales como internacionales.
Con lo cual se cierra el círculo vicioso del laberinto de la pobreza.
Todo esto explica por qué hoy un (o una) joven del
sur del Sahara, en plena salud y a menudo con buena formación educativa, no
desea seguir viviendo en lo que es el calabozo del mundo. Decenas de miles, en
este momento, están marchando hacia los vados que conducen a Europa, con la
esperanza de poder vivir, por fin, una vida normal. Y quizá también con la
reivindicación inconsciente de que algo les debemos de nuestra riqueza actual.
Esto es solo el comienzo, y no se sabe qué tipo de
muros habrá que construir para desalentar el flujo. Porque el Banco Mundial
acaba de advertir de que la bomba demográfica ya ha estallado, y que ya hay en
los países pobres unos 2.500 millones de jóvenes menores de 22 años que no
encuentran trabajo en sus países. Y cuya única perspectiva es correr al asalto
de las murallas de Europa...
Para algunos países africanos del Sahel, que están
entre los Estados más pobres del mundo, como Malí, Burkina Faso, Níger y Chad,
el algodón, “oro blanco”, representa entre un 30% y un 40% del valor de sus
exportaciones. Es, por consiguiente, un producto vital del que, en estos Estados,
viven directamente tres millones de agricultores e indirectamente más de quince
millones de personas… “El algodón está ligado a la historia de África y a la
penosa historia de la esclavitud –dice Aminata Traoré, exministra de Cultura de
Malí–, pero hoy queremos que nos ayude a liberarnos y no que nos esclavice de
nuevo”.
Estos países pobres, en los últimos decenios, han
sacrificado otras infraestructuras y han hecho esfuerzos considerables
(construcción de embalses, canales de riego) para aumentar las superficies
dedicadas al cultivo del algodón. Y hoy se encuentran en una situación
dramática porque, a pesar del bajísimo coste de una producción realizada por
campesinos pobres, el algodón africano se vende mal a la exportación y resulta
más caro que el que producen algunos países ricos como Estados Unidos, que
controla el 30% de las exportaciones mundiales de la fibra blanca.
¿Cómo es posible que el algodón producido a precio
de oro en Norteamérica resulte más barato que el que se cultiva a coste
infrahumano en África? Sencillamente porque Washington vierte a sus productores
de algodón unas subvenciones anuales de unos 3.000 millones de dólares… Por eso
el algodón estadounidense puede venderse en el mercado internacional a un
precio inferior al de su coste y hasta más bajo que el precio del “oro blanco”
africano.
Consecuencia: si esas subvenciones se mantienen, se
producirá una catástrofe económica de gran envergadura en esos países africanos
del Sahel que ya se encuentran entre los menos avanzados del planeta. Millones
de agricultores seguirán abandonando el campo para ir a enrolarse en los
ejércitos yihadistas que controlan gran parte del Sahel; o irán a hacinarse en
los barrios de chabolas de las periferias urbanas desde donde la miseria y el
hambre empujarán a los más atrevidos a tratar de emigrar a Europa. A bordo de
cayucos hasta Canarias, o atravesando el desierto del Sahara hasta Libia
intentando después cruzar a Italia.
Del algodón a la patera solo hay un paso. Y aunque
parezca que una cosa no tiene que ver con la otra, los países de la Unión
Europea, y entre estos los más expuestos a la entrada de los inmigrantes clandestinos
subsaharianos, deberían insistir para que se supriman las subvenciones a las
exportaciones agrícolas, y en particular a las del algodón, que solo benefician
a unos miles de agricultores norteamericanos mientras arruinan a millones de
africanos.
Recordemos que la actividad principal, a escala
planetaria, sigue siendo la agricultura. De todos los campesinos del mundo,
apenas unos 30 millones disponen de un tractor, 250 millones trabajan con
instrumentos de tracción animal y 1.300 millones usan herramientas manuales…
Esa es la dramática realidad de la agricultura de hoy.
En junio de 2005, para tratar la situación de África
y como coartada en dirección a la opinión pública mundial, los jefes de Estado
del G-8 invitaron a los presidentes de Sudáfrica, Argelia, Etiopía, Ghana,
Senegal y Tanzania, además de a Kofi Annan, entonces secretario general de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU). La idea de Tony Blair, primer
ministro británico en aquel momento y que presidía ese G-8, era reducir la deuda
externa de los países intermediarios, después de haber reducido la de trece
países pobres de África. También proponía aumentar la ayuda pública al
desarrollo (APD) unos 25.000 millones de dólares al año durante un lustro hasta
alcanzar el 0,75% del producto nacional bruto (PNB). El presidente
estadounidense George W. Bush se opuso a ello bajo el pretexto de que África no
sería capaz de absorber tal cantidad de capitales... Sin embargo, la ayuda
propuesta por Tony Blair era inferior a lo que estaba costando entonces la
guerra de Irak. Otros observadores recordaron que Estados Unidos consintió
consagrar, después de la Segunda Guerra Mundial, no el 0,75% de su PNB, sino el
1% durante cuatro años para ayudar a reconstruir Europa con el Plan Marshall...
Si de verdad quisieran ayudar a África, los países
ricos tendrían que tomar, con urgencia, cinco sencillas medidas:
— Primera, suprimir definitivamente la deuda externa
africana (por cada dólar prestado, África ya ha devuelto 1,3 dólares solo en
intereses).
— Segunda, suprimir las subvenciones a las
exportaciones agrícolas que inundan, a precios de saldo, los mercados de los
países en desarrollo y destruyen la agricultura local.
— Tercera, abrir los mercados agrícolas de
Norteamérica, de la Unión Europea y de Japón a los productos africanos.
— Cuarta, aceptar que los países africanos
establezcan una política proteccionista en favor de sus producciones locales
tanto agrícolas como industriales, sin que el Fondo Monetario Internacional
(FMI) o el Banco Mundial los sancione.
— Y quinta, reorientar la investigación farmacéutica
para curar las epidemias endémicas de África (cuando hoy, el 90% de la
investigación farmacéutica está orientada a mejorar la vida del 10% de la
población rica mundial).
Los recursos abundan y existen soluciones para
erradicar la pobreza en África y en el resto del planeta; falta voluntad
política. ¿Cuándo se acabará de admitir que suprimiendo la pobreza y las
injusticias, se suprimen las principales causas del terrorismo en el mundo?(4).
FUENTES CONSULTADAS:
- http://www.rebelion.org/noticia.php?id=122999
- http://katehon.com/es/article/entrevista-referente-las-guerras-hibridas-con-andrew-korybko
- https://elpais.com/diario/1984/11/02/opinion/468198009_850215.htm
- http://www.sinpermiso.info/textos/el-gran-sueno-africano
Ramiro Gómez
*Este artículo ha sido enviado expresamente por su
autor para su publicación en esta página. Hecho. Si consideráis interesante
hacer llegar alguna aportación, bienvenida. Las iré publicando, tal vez una o
dos al mes.
Por cierto, en la historia de Libia, como en la de cualquier otro país, está bien hablar de historia pero, sobre todo, del hoy y de hacia dónde se va. Por ejemplo, en la Libia actual casi nadie habla del papel del régimen fascista de Israel. Cuando los medios de propaganda de ese país realizan halagos del tipo que "gobierna" Libia hoy entiendo que lo que hay es una penetración de los intereses israelíes en ese país. Es sabido que ha habido ataques de Egipto contra los yihadistas y contra quienes pelean contra Haftar y es muy probable que también los haya habido de Israel. Egipto no es el único país árabe que bombardea en Libia, también lo hace Emiratos Árabes Unidos. ¿Cuáles son los intereses del régimen fascista de Israel en Libia? Pues petróleo y armas. Se comenta que Libia e Israel están hablando, precisamente de eso, en los Emiratos.
Esto no es descabellado puesto que Israel está en muy buenas relaciones con Egipto y Jordania, con quienes tiene un acuerdo de paz, y ahora con Arabia Saudita y otros países del golfo Pérsico. Es el desarrollo "natural" de su bien rollito con los sunníes y es sabido que hay una coordinación creciente entre los servicios de inteligencia de todos estos países.
Egipto no quiere que los yihadistas se extiendan más hacia el Sinaí. Israel, tampoco. Así que ambos confluyen y ayudan a Libia. Incluso Rusia tampoco lo quiere y apuesta también por Haftar, un hombre que durante la presidencia de Gadafi recibió entrenamiento militar en la URSS y que, parece, mantiene vínculos con Rusia.
El Lince
Grandioso artículo. Yo añadiría los intentos de UE, Inglaterra y EEUU para hacer retroceder a China, India e Irán de incursionar en los negocios con Africa.
ResponderEliminarJulio, Libia me parece el punto de inflexión para China (especialmente) y Rusia de que Occidente no les iba a dejar comerse el pastel fácilmente y que debían preocuparse por mostrar músculo militar. Que ya lo hemos visto en Siria y en las presentaciones de nuevas armas chinas que este blog ha reportado.
ResponderEliminar