lunes, 11 de diciembre de 2017

Tal vez pasado mañana

La decisión de Trump de reconocer Jerusalén como capital de Israel está dando mucho que hablar. Pero se está mirando donde no se debe, para variar.

Los países árabes están aceptando la paz con Israel de la misma forma que la aceptó Japón en la II Guerra Mundial: con humillación. Japón estaba vencido, pero había una posibilidad remota de que continuase resistiendo o esa resistencia se pudiese reavivar en el futuro. Eso había que matarlo de raíz y se lanzaron dos bombas atómicas, innecesarias desde el punto de vista militar, para humillar al país y obligarle a que aceptase la paz según la diseñó EEUU. Pues eso mismo es lo que está ocurriendo ahora mismo con Jerusalén.

El reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel es la bomba atómica que EEUU lanza contra los países árabes para que acepten la imposición de una paz con Israel. Derrotados varias veces -con la excepción de Hizbulá, que no es Estado- en enfrentamiento directos, ahora han sido derrotados otra vez en enfrentamientos indirectos (Siria) y sus movimientos para lograr la paz intentando conseguir algún tipo de contraprestaciones (la propuesta presentada por Arabia Saudita no hace mucho) han sido respondidos de la única forma que EEUU e Israel lo entienden: la humillación.

Es decir, que si quieren que se les haga caso en su estrategia sectaria de guerra contra Irán tienen que pasar por las horcas caudinas y aceptar las humillantes condiciones de los vencedores. Los historiadores romanos recogieron ese hecho histórico con todo detalle, cómo los soldados romanos fueron desarmados, despojados de sus vestimentas de guerra y obligados a pasar de uno en uno debajo de una lanza horizontal que estaba sujeta a otras dos clavadas en el suelo para que así tuviesen que agachar casi medio cuerpo para cruzarla. Es decir, se veían obligados a inclinarse ante los vencedores de una manera deshonrosa.

Ni qué decir tiene que los árabes harán lo mismo. Arabia Saudita ha impuesto ya como condición a la mal llamada Autoridad Palestina que reniegue de Jerusalén Este como capital de una hipotética Palestina independiente -y esto sí que va para las calendas griegas, es decir, algo que no se producirá nunca- y nombre su capital en una localidad que se denomina Abu Dis, cercana a la Jerusalén ocupada.

La mal llamada Autoridad Palestina no ha hecho otra cosa que patalear, pero no ha sido capaz siquiera de impulsar una movilización de rechazo a la medida de EEUU y, ni mucho menos, a la propuesta saudita.

Lo mismo se puede decir de Hamás, que pese a lanzar un llamamiento a una Tercera Intifada, está sorprendentemente callado a la espera de acontecimientos.

¿Y cuáles pueden ser esos acontecimientos? Pues da la casualidad (es un decir, en política internacional no hay casualidades) que Putin ha estado hoy en Siria donde se ha entrevistado con Assad, que mañana va a El Cairo para entrevistarse con su nuevo amigo Sisi y que pasado mañana estará en Ankara para verse con Erdogan. No hace falta ser muy hábil para ver que lo que se está tratando es algo más que el tema sirio y que lo que se está cocinando es una respuesta, o una falta de ella, a la decisión de EEUU de reconocer Jerusalén como capital de Israel.

Porque también da la casualidad de que pasado mañana también estará en Ankara el presidente iraní (luego de nuevo el eje Rusia-Irán-Turquía) y que lo hace en el mismo momento, y con la excusa, de que el miércoles se celebrará en Ankara una reunión "de urgencia" de la Organización de la Conferencia Islámica con un único punto a tratar: Jerusalén. La OCI se ha doblegado siempre a los intereses, y el dinero, de Arabia Saudita y logró que se condenase a Irán, por ejemplo, y a Hizbulá este mismo año. Pero eso fue antes de Jerusalén.

Turquía preside en estos momentos la OCI, está enfrentado a Arabia Saudita y ha considerado a Israel como "estado del terror" al condenar la represión contra las limitadas protestas de rechazo a la decisión de EEUU sobre Jerusalén. Es decir, estamos a dos días de que se visibilice (o no) la ruptura entre el mundo árabe y el islámico. Es decir, que estamos a dos días de ver el recorrido que tiene la guerra contra Irán, que se limitaría única y exclusivamente a un sector árabe-israelí y que ya no sería ninguna cuestión sectaria sunní contra shíi.

Si Turquía (que está muy molesta con EEUU por el apoyo al fallido golpe de Estado de hace año y medio, por el constante apoyo estadounidense a los kurdos -que están callados sobre Jerusalén, por cierto-  y que acaba de retirar sus tropas de un ejercicio de la OTAN por considerar que no se trataba al país adecuadamente: de forma textual se ha dicho que "el comportamiento de la OTAN hacia Turquía ha sido brutal y deshonroso") logra imponer su visión en la OCI pondrá en serios problemas a EEUU-Israel-Arabia Saudita porque se extenderá también a Yemen, donde Turquía ya ha dicho que "se está derramando sangre musulmana". El matiz es importante porque no dice árabe, sino musulmana.

Si pasado mañana, de vuelta al terreno de las hipótesis, Turquía vence será la primera vez en la historia que la batuta del liderazgo del tema palestino pasará de estar en manos árabes a estar en manos no árabes (Turquía y, de rebote, Irán y puede que también Qatar, que se vengaría así de su bloqueo) y Palestina ser convertirá en un problema musulmán. Y esto es algo que siempre ha buscado Irán y que refuerza aún más su papel y su prestigio. En esta situación, cualquier -y digo cualquier- actuación israelí en Siria, por ejemplo, se vuelve totalmente explosiva por no decir suicida.

Al mismo tiempo, si pasado mañana pasa todo esto -de nuevo la hipótesis- el cambio que se dará en Palestina será radical: Fatah será arrojado al basurero, quedando ya formalmente como colaboracionista, y se encumbrará a Hamás como el auténtico representante del pueblo palestino. Esto es lo que está esperando Hamás que ocurra, de ahí su actitud tan cauta ahora.


El Lince

4 comentarios:

  1. Israel es históricamente el país más parecido a la Alemania nazi.

    Ojalá la entidad nazi-sionista termine su horrorosa historia de genicidios, limpiezas étnicas, masacres, torturas y guerras de la misma manera que el Tercer Reich: es decir ojalá termine pulverizada.

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  2. Por lo visto, Donal Trump se quiso pegar un pegote de arrogancia imperial para disimular los efectos de la victoria de Rusia y sus aliados sobre el fascismo yihadista occidental declarando a la ciudad de Jerusalén capital de Israel.
    Ojalá y de una vez por todas, ese estado Nazi Sionista sea borrado de Palestina y se restituya el estado de Palestina acogiendo en su seno a todos los pueblos y credos incluido el judío.
    El periplo de Putin, mucho debe de tener que ver ante el exabrupto vomitivo del representante del Tigre de papel.

    Salud y Revolución.

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  3. El maldito «pueblo escogido por Díos».Israel vaya falacia

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