jueves, 2 de julio de 2020

Sandías, nabos y moho

Estos días ha habido dos cosas electorales que son significativas: en Francia, las elecciones municipales han supuesto una cierta derrota de Macron y un cierto ascenso de las listas unitarias de "izquierda" con los ecologistas al frente; en Rusia, la reforma constiticional favorable a Putin ha logrado un porcentaje muy amplio de votos pero lo significativo es que casi el 25% de quienes han votado lo han hecho en contra. Eso significa que la oposición a Putin comienza a tomar cuerpo y que esa oposición es por la izquierda. Pero me voy a centrar en Francia.

El resultado de las elecciones municipales se puede ver de muchas maneras, desde las favorables hasta las desfavorables. Los optimistas, necesitados de alguna victoria tras tantas derrotas, dicen que ha "reverdecido la izquierda" porque ha habido un "tsunami ecologista" que se ha llevdo por delante el macronismo. Los pesimistas, que el macronismo ha resistido en las zonas rurales y que solo en las ciudades, y hay que matizar en cuáles, ha recibido el revés.

Nada del otro mundo, si no se tiene en cuenta la abstención de casi el 60% (por una abstención similar se han echado pestes de la "dictadura" venezolana en otras ocasiones, hablando de desafección, de crisis, de deslegitimación, etc.).

Por diseccionar un poco la cosa, las alianzas que se han articulado alrededor de los verdes han sido de socialistas y comunistas, lo que hasta ahora era La Francia Insumisa. Pero LFI ha desaparecido en estas elecciones básicamente por los verdes, que se negaron en redondo en la mayoría de los casos a coaliciones si no las dirigían ellos. Esta fue la postura de uno de los mayores oportunistas de la historia moderna, Daniel Conn-Bendit (sí, el ídolo del famoso Mayo del 68), pese a que LFI había conseguido muy buenos resultados en la primera vuelta.

LFI se había dado un tiro en el pie al apostar por la "geometría variable" en las alianzas y abandonar su esencia de actuar como "delegado político" de los diversos movimientos sociales y políticos, no solo los "chalecos amarillos", sino quienes peleaban contra el nuevo régimen de pensiones, mucho mas restrictivo, y la privatización sanitaria. Eso es lo que han utilizado los verdes para llevarse el gato al agua aunque LFI aún juega un papel de primer orden dentro de todas esas coaliciones aunque sus candidatos hayan sido muchos menos que los verdes y tiene en sus manos, por ejemplo, conseguir la alcaldía de Marsella.

El resultado en algunas de las principales ciudades, por la importancia demográfica que tienen, hay que reseñarlo pero sin alharacas. Solo hay que recordar ejemplos como los de Madrid o Barcelona, por ejemplo, como emblemas de "los ayuntamientos del cambio" y lo que no cambiaron. Así que, cuando menos, precaución a la hora de dar botes de alegría y de repetir el mantra de que los verdes son como las sandías: verdes por fuera y rojas por dentro.

La pregunta que hay que hacerse antes de ponerse a comer sandías y a dar botes de alegría es qué hay detrás de la derrota aparente de Macron, de la derrota aparente de los fascistas (que pese a todo se han hecho con una alcaldía importante) y que ha desorientado a la "izquierda" hasta difuminarse en estas listas unitarias. Pues lo que hay detrás son los "chalecos amarillos", cuyo surgimiento y movilizaciones solo muy tardíamente contaron con el apoyo de quienes ahora aparecen como ganadores. Ellos fueron quienes se opusieron al colorín verde sin sustancia de Macron y de la UE. A su carro se han sumado los demás. Pero sumarse al carro no quiere decir que lo asuman, sino que lo van a controlar y a reconducir. No hay que olvidar que la sandía es verde, sí, pero también el moho.

Los "chalecos amarillos", reprimidos con saña por Macron, están en el origen de todo porque gracias a ellos todos, menos Macron, pueden decir que han ganado: los verdes, los fascistas, la izquierda y la derecha no macronista.

Pero son los verdes quienes centran todo el foco, y en su interior no todo es rojo ni mucho menos. Tal vez en vez de compararlos con las sandías haya que hacerlo con los nabos, rojos por fuera y blancos por dentro. Vuelvo a los ejemplos de Madrid y Barcelona. Los verdes no solo son ambigüos sino que no tienen una política única respecto a temas supuestamente centrales para ellos como la infraestructura y la vivienda. Las diferencias entre lo que pasa en ciudades como Lyon, Estrasburgo o Burdeos, por mencionar solo tres, son evidentes y parecen partidos distintos.

Ahora, y no ha pasado una semana, ya hay carreras entre quienes apuestan por mantener la coalición de cara a las elecciones presidenciales -pero encabezada por ellos- y quienes prefieren ir en solitario. Quedan dos años para las presidenciales y cómo actúen las nuevas alcaldías será determinante para ver si son algo nuevo o más de lo mismo.

Porque hay cosas que chirrían, y mucho. Por ejemplo, todos sin excepción son partidarios de la Unión Europea. De nuevo el capo Conn-Bendit aquí, europarlamentario desde 1994 y vividor a costa de ello. Y eso en unos momentos en los que el 58% de la población francesa dice que la UE no sirve para nada, "irrelevante" es la expresión que se utiliza, y que así ha quedado acreditado con la pandemia.

Me voy a centrar en este personaje, Conn-Bendit, porque es el gurú y es un peligro. Es vicepresidente del grupo parlamentario de los verdes en el Parlamento Europeo y es más beligerante que nadie... con China. No es nuevo, ya en 1999 apoyó la guerra de agresión de la OTAN contra Yugoslavia.

El mes pasado se presentó una llamada Alianza Interparlamentaria sobre China y Conn-Bendit es partidario de ella junto con los verdes alemanes, por ejemplo. Estar al mismo lado que los impresentables como Marco Rubio y otros no es problema para tan insigne ecologista. Por eso en el Parlamento Europeo son muchos los verdes que están adhiriéndose a la campaña contra China. Y antes, contra Rusia.

Así que cuidadito con los verdes porque estamos entre sandías y nabos, sin olvidar que el moho también es verde.

El Lince

1 comentario:

  1. ¿Quiénes fueron también unos ilustres ecologistas? Los nazis. En pintura, el rojo y el verde son complementarios, es decir, opuestos, mezclados se neutralizan (y adyacentes resaltan fuertemente). No hay que ser un profeta para adivinar qué pasará con el Judas de Conn Bendit al frente.
    Saludos

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