miércoles, 27 de mayo de 2020

La apertura de un sueño

Y los sueños, sueños son, decía Calderón de la Barca. Soñamos con un imperio que ya no es imperio aunque nos empeñamos en seguir hablando de ese imperio como si todavía fuese imperio. Estamos cómodos con los sueños cuando no son pesadillas. Así que puestos a hablar de sueños, hablemos de lo que están haciendo Irán y Venezuela, o Venezuela e Irán. Porque no es otra cosa que la apertura de un sueño. Otro sueño.

El sueño del "sur-sur" que rompe definitivamente la hegemonía del "norte-norte". Después de que casi todos abandonasen a Venezuela y la dejasen como "presa fäcil" del bloqueo de EEUU nos encontramos con la sorpresa iraní. Irán ha decidido aceptar el desafío, el demostrar que siempre hay que combatir. Porque quien combate puede perder, pero también ganar. Porque quien no combate, ya está vencido.

Lo hizo cuando la historia del petrolero retenido por Gran Bretaña cuando llevaba petróleo a Siria. Y ganó. Ahora lo ha vuelto a hacer con el acuerdo con Venezuela y en unos momentos en los que Venezuela también ha decidido combatir. Los cinco petroleros enviados, de los que dos ya han llegado, no van solos sino que forman parte de un programa de mayor alcance como la llegada de ingenieros y material para rehabilitar las instalaciones petróliferas de refinación. Eso en unos momentos en los que hay que recordar, también, que la petrolera rusa Rosneft se retiró humillantemente de Venezuela, en marzo, después de las sanciones (ilegales, según el derecho internacional) de EEUU. Y Rosneft, que administraba el 60% de la producción de petróleo de Venezuela y le abastecía con todas las necesidades de su mercado interno de diesel y gasolina, dejó al país caribeño desabastecido.

Si Samir Amin estuviese vivo habría no solo escrito sino teorizado sobre el maravilloso simbolismo de este hecho, de las profunzas promesas estratégicas que hay en este sueño de romper la dominación estadounidense a través no ya de la entente chino-rusa sino de la alianza "sur-sur". De la esperanza de los marginados, en definitiva. De la demostración práctica para naciones y pueblos de que no solo hay que resistir, sino combatir.

Porque el acuerdo Venezuela-Irán, o Irán-Venezuela, se produce en el contexto de una comprensión más amplia que también incluye proporcionar asistencia técnica y equipos para que la refinería más grande de Venezuela, ahora paralizada, vuelva a funcionar. Y porque EEUU está imponiendo a sus vasallos la prohibición de que permitan a los aviones iraníes sobrevolar sus territorios para que los repuestos y materiales lleguen a esa refinería.

No hay que perder de vista que EEUU impuso unilateralmente (de forma ilegal, según el derecho internacional) un bloqueo económico, naval y aéreo a Venezuela en 2017. No hay que perder de vista que EEUU y sus vasallos (europeos y latinoamericanos) lo mantienen incluso tras los intentos golpistas que han incluido no solo el caso más reciente, sino el intento de asesinar a Maduro y sus principales ayudantes durante un desfile militar en 2018.

No hay que perder de vista que EEUU ha militarizado el Caribe hasta unos extremos no vistos desde la invasión de Panamá en 1989. No hay que perder de vista que ni Venezuela ni Irán, ni Irán ni Venezuela, se han asustado y que están jugando sus cartas con confianza y con calma. No hay que perder de vista que Irán, con teatro o sin teatro, ha devuelto dos golpes a EEUU: derribando un avión espía y atacando a dos bases estadounidenses en Irak.

Samir Amin era un leninista y no se hacía ilusiones. Tampoco hay que hacérselas ahora. No hay que hacerse ilusiones sobre la capacidad real de Irán para auxiliar a Venezuela cuando él mismo está en una situación difícil. No hay que hacerse ilusiones sobre Rusia y China que si bien están salvando a Venzuela no están haciendo tampoco que despegue (digamos que no la dejan morir). Pero es indudable el profundo significado, ya más allá del símbolo, que supone la llegada de los petroleros iraníes rompiendo uno de los mitos estadounidenses. Como diría Samir Amin, se ha roto uno de los techos de la hegemonía estadounidense: el discurso.

Los petroleros iraníes han recorrido miles de kilómetros, han atravesado el Canal de Suez, el estrecho de Gibraltar y se han adentrado en el Caribe. Es decir, han pasado por tres centros de influencia y hegemonía estadounidense. Todo un símbolo que ha dado un paso más y ha hecho que estemos un poco más allá de esa fase, del símbolo, y en la apertura de un sueño. Un sueño que permita construir la acumulación cuantitativa entre los países del sur en unos momentos en los que el norte de deshilacha como consecuencia del coronavirus. Con sus especificidades, porque Irán seguirá siendo un país islámico y Venezuela intentará seguir adelante con su bolivarianismo "semisocialista" utópico. Y entre medias hay muchas otras variantes.

No sé cómo se está viendo esto en China y en Rusia, pero seguro que hay mucho interés. ¿Han establecido Irán y Venezuela un precedente? Sin duda, porque se ha puesto de relieve que países pequeños pueden , al menos, perturbar la efectividad del instrumento de guerra preferido por EEUU (dada su debilidad militar): las sanciones, las presiones económicas, comerciales y financieras. ¿Veremos a petroleros chinos y/o rusos seguir el mismo camino? Lo dudo, al menos por ahora. Pero la puerta ahora está abierta. Si lo hiciesen sería la contribución decisiva para paralizar la herramienta de guerra estadounidense. Supongo que China está a la espera de la certificación "oficial" de la guerra fría lanzada por EEUU. Supongo que Rusia está a la espera de ver si la UE afloja algo su dependencia de EEUU. Pero Irán y Venezuela están ayudando sin la menor duda.

Dos petroleros iraníes ya han llegado a Venezuela, otros tres lo harán en breve. La acción, aunque simbólica, trasciende el simbolismo. EEUU está lamiéndose el arañazo y no va a aceptar el establecimiento de un estado de ánimo global que le ponga en ridículo y más en América Latina. Pero los dos países, Irán y Venezuela, Venezuela e Irán, han ganado un poquito más de confianza en sí mismos y nos han elevado un poquito más el nivel de confianza en el "sur-sur".

Mientras el mundo sumiso duerme, dos países díscolos han abierto una pequeña puerta al sueño.

El Lince

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