martes, 18 de agosto de 2020

Cuando se ven los trucos, el mago deja de ser mago

La actitud de la izquierda con Bielorrusia es bastante curiosa. Hay, claramente, un intento de cambio de gobierno impulsado por Occidente y hay, también, una muy mala (y tardía) respuesta por parte de los partidarios del sistema político actual. Para el primer caso no hacen falta muchos más argumentos ni siquiera menciones. Para el segundo hay que mencionar el tema de las huelgas y de las protestas laborales de un colectivo harto de cargar siempre con la peor parte. Este es el factor determinante a nivel interno, si las huelgas se extienden o se circunscriben a pequeñas empresas y por pequeños colectivos de trabajadores. Hasta el momento, y en contra de lo que dicen los apologistas del cambio de gobierno, no son muy numerosas y se está lejos de paralizar la actividad industrial.

Los pro-occidentales no descansan nunca. Al igual que en Venezuela no se acepta ninguna otra disyuntiva que la derrota de Maduro, o en Nicaragua la de Daniel Ortega, o en Bolivia la de Morales (como se vio tras el golpe), en Bielorrusia no se acepta nada que no sea la derrota de Lukashenko. Ninguna otra cuestión es aceptable.

Como no lo es que el tan esperado Tribunal Internacional para el Líbano haya exculpado formalmente a Hizbulá y a Siria del atentado que mató al primer ministro Rafik Hariri hace 15 años. Durante todo este tiempo se ha hecho lo posible y lo imposible porque el discurso se amoldase a la realidad, y este tribunal -auspiciado por la ONU bajo la presión de EEUU- ha invertido todo este tiempo en encontrar algo en que sustentar todo lo que se dijo entonces y en este tiempo. No ha sido posible, pero 15 años después ¿a quién le importa? No, desde luego, a sus patrocinadores, aunque los pro-occidentales libaneses hayan montado en cólera por lo que consideran "absolución" de Hizbulá. Porque ese, y no otro, era el objetivo.

Con Bielorrusia pasa igual. El domingo, partidarios de unos y otros midieron sus fuerzas. Por primera vez, los partidarios del gobierno salieron a la calle. Y aquí está la novedad: que gran parte de la izquierda bielorrusa salió a defender al gobierno conscientes de lo que hay detrás de los pro-occidentales y que no es otra cosa que la destrucción del sistema público que domina la práctica totalidad del tejido social y laboral del país. Eso a pesar de la paternalista política gubernamental en sueldos, pensiones, políticas de juventud o de vivienda.

Junto a esta constatación, otra: no hay deserciones entre las fuerzas del gobierno o, al menos, significativas (sí algún embajador y algún funcionario intermedio). Esto significa una cosa: la élite gobernante que rodea o de la que se rodea Lukashenko es bastante monolítica y sin divisiones ideológicas notorias. Por lo tanto, Lukashenko puede resistir mucho tiempo aún y dar la vuelta a la tortilla con relativa facilidad. En este caso, el tiempo juega a su favor.

Lo pinten los medios de propaganda como lo pinten, lo cierto es que la llamada oposición no es mayoría y no tiene el monopolio de la calle como se ha trasladado en estos 10 días. Está claro que es el intento más serio de los pro-occidentales en los últimos años (y son varios los intentos, siempre coincidiendo con las elecciones) y que aún queda bastante para salir de la crisis. Pero la reacción del gobierno, tardía, pero menos da una piedra, está comenzando a poner las cosas en su sitio (con la excepción de las huelgas; el factor obrero es determinante).

¿Cuáles son las motivaciones de los trabajadores que están impulsando las huelgas? Sinceramente, no lo tengo tan claro porque hay bastante de todo. Pero hay un factor a tener en cuenta: los directores de fábricas están impulsando algunas de ellas. Esto solo tiene una explicación: están preparando el terreno para la privatización y su papel en ella tras el derrocamiento de Lukashenko. Al igual que en la descomposición de la URSS los directores fueron los primeros en beneficiarse de la privatización y se convirtieron en propietarios (y de ahí vienen los nuevos clanes oligárquicos en Rusia) lo mismo quieren hacer ahora en Bielorrusia. Pero eso no quiere decir que sean clientes occidentales porque también hay grandes intereses capitalistas rusos en las empresas bielorrusas y no les vendría nada mal una privatización, total o parcial. Lukashenko, de alguna manera, se refirió a esto en el mitin del domingo cuando dijo que "si uno no quiere trabajar no lo arrastraremos (...) pero los rusos, los canadienses, los alemanes y los estadounidenses se alegrarán".

Es evidente, como también os dije, que los neo-marxistas bielorrusos tienen una actitud negativa hacia ese paternalismo de Lukashenko y que no apoyan a la oposición pro-occidental porque tienen sus propios proyectos y defienden intereses sociales que no están en la mente de los pro-occidentales, al tiempo que consideran a Lukashenko un exponente tanto del capital estatal como del privado.

 Esta es otra batalla en Bielorrusia: al igual que en Ucrania la burguesía logró neutralizar a la clase obrera con mucha facilidad, a excepción del Donbás, hay un intento de hacer lo mismo en Bielorrusia y en ello tiene mucho que ver la política gubernamental de los últimos años, cada vez más alejada de los parámetros "soviéticos" que hasta entonces definían al país y con claras muestras de fortalecimiento del capital privado en detrimento de lo público y mirando siempre hacia el "mercado".

Lukashenko es visto casi como un padre por mucha gente, dentro y fuera de Bielorrusia, por su estilo y por sus políticas paternalistas. Pero no es oro todo lo que reluce.

En primer lugar, se está poniendo de relieve algo que los romanos ya iniciaron cuando un grupo de guerrilleros lusitanos mataron a uno de los grandes jefes que luchaban contra el imperialismo romano: Viriato. De ahí viene el dicho "Roma no paga a traidores". Pues eso es lo que le está ocurriendo a Lukashenko, un viejo tahúr.

Una de sus políticas estrella de los últimos años ha sido el "equilibrio" entre Occidente y Rusia, un equilibrio que nunca ha sido tal y que siempre ha sido apoyarse en uno más que en otro e intentar casar beneficio de uno y de otro alternativamente. Rusia, como dije, se cansó de este costoso (para su bolsillo) juego. Y ahora está pasando lo mismo con Occidente.

Como contrapartida al fin de las sanciones que la Unión Europea impuso a Bielorrusia en 2004 por lo de siempre, por elecciones no fiables, fraudes y demás, se permitió la libertad de acción sin restricciones a las fundaciones y ONGs europeas y estadounidenses. El 90% de ellas se dedicaron a trabajar entre la juventud al estilo de lo sucedido en Serbia: básicamente, formando cuadros especialmente en la parte más occidental, es decir, la más cercana a Polonia y los países bálticos para que estos países sirviesen como "espejo democrático". De esos polvos vienen estos lodos. No es extraño que Polonia tenga en sus presupuestos generales del estado una partida para financiar a los "medios de comunicación independientes" en Bielorrusia desde hace ocho años y que en este país se asiente la principal red de mensajes que están utilizando los pro-occidentales para la desestabilización actual.

Uno de los artífices de esta política de "equilibrio" es el ministro de Exteriores, un tipo incombustible que anda sin problemas con cualquiera de los dos pies en función casi de cómo se levante ese día. Y este hombre en los últimos tiempos solo ha caminado sobre el pie occidental. No es extraño que suene como reemplazo de Lukashenko y sea cortejado por Occidente en estos momentos. No es extraño porque fue él quien impulsó a Lukashenko para estrechar las relaciones con EEUU, hasta el punto de hablar de "asociación prioritaria" entre los dos países y abrir una "superembajada" (sic) en Minsk, entre otras lindezas.

Este "equilibrio" se sustentaba en una de cal y dos de arena y ha fracasado estrepitosamente. A la última jugada de Lukashenko de enviar un memorando a Rusia para volver a hablar la cuasi-fusión diciendo que los dos países "son como hermanos" Rusia ha respondido en el único ámbito en el que puede responder con rapidez: el militar. Su disposición de ayuda sirve para lanzar un mensaje a Occidente y reforzar, un poco, a Lukashenko. Pero un poco solo. Está dejando que el viejo tahúr, o el viejo mago, muestre sus trucos para constatar que la única opción realista que tiene ahora es volverse a Moscú. Lo que rechazó en los últimos años tendrá que hacerlo ahora, pero con otras condiciones y menos favorables.

Esta es su gran baza, porque Occidente se dará cuenta que presionar más a Lukashenko lo empujará más hacia Rusia. Por lo tanto, Occidente tendrá una victoria pírrica con la aprobación de "sanciones" contra unos cuantos dirigentes, incluido Lukashenko.

Ya prácticamente no le quedan trucos a Lukashenko. Por eso en su discurso del domingo habló de la introducción de reformas constitucionales (un guiño a los menos beligerantes de la oposición pro-occidental), de redistribución de poderes (sin especificar) y otras medidas más vagas pero que indican ciertas concesiones a derecha e izquierda.

El Lince

1 comentario:

  1. Lince, buenos días.
    Leo con atención tu blog desde hace años. Gracias por la información y análisis que proporcionas.
    Te escribo, porque me extraña mucho que no abordes el tema de la llamada Farmacracia, los Cdc y otros tantos temas en el campo de la Salud que son de vital interés para todos (más en estos tiempos), y que enlazan directamente con la guerra contra las drogas y otros grandes movimientos políticos y geopolíticos.
    Hablas de Pandemia y pasas de soslayo sobre la legítima controversia científica que los medios de propaganda acallan, no sé muy bien si por desconocimiento del tema o porque consideras que no tiene la suficiente importancia...
    Por ello me atrevo a dejar aquí, el link a un libro, escrito por la periodista de Investigación Janine Roberts, Miedo a lo Invisible, como introducción a la Disidencia Científica y a esta parte de la realidad que permanece silenciada y que necesita de analistas como tu para que sea conocida.
    https://studylib.es/doc/6728617/miedo-de-lo-invisible
    Tb, ya puestos, me atrevo a recomendarte, si no lo conoces el Iconoclasta documental, the House Of Numbers...
    https://www.youtube.com/watch?v=7KRK_aUJhRM
    Sin más, espero que sea el canal apropiado y no me esté excediendo ..un saludo y de nuevo gracias.

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