El agua, moja; el fuego, quema
Y los psicópatas son perturbados con afán de destruir todo lo que suene a colectivo, léase público. Estas cosas son inmutables y esto es una realidad tan fácil de ver como que hay día y que hay noche. Pero si en las dirigencias europeos hay zombis, los borregos somos ciegos. Hace 500 años lo adelantó Pieter Bruegel el Viejo. Ya recurrí a este pintor hace tres años para hablar de casi lo mismo. Empieza a ser aburrido.
A la espera del consejo extraordinario de mañana, que no podré cubrir hasta dentro de unos días, hay que preparar el terreno y hablar de los 800.000 millones de euros que el zombi europeo quiere destinar a la guerra. Y los borregos (nosotros), ni siquiera balan.
El zombi europeo es cualquier cosa menos "democrático". Eso, si es que alguna vez lo ha sido, ya es historia. Ya no esconde su miedo, ya no esconde sus filias neonazis, como tampoco esconde su deriva belicista ni la protege con lo de los "valores democráticos" y todas esas mandangas tan habituales hace dos días. El plan que ha presentado la condesa de la UE, esos 800.000 millones de euros, indica que la ciudadanía europea, nosotros, los borregos, vamos a ser sacrificados en aras de la guerra y del lucro de unos pocos. Si tenéis estómago, un resumen lo tenéis aquí.
Lo primero que quieren hacer es derogar el Plan de Estabilidad y Crecimiento, aprobado inicialmente en 1997 y cuya última modificación es de 2023, nunca implementado en su totalidad. Eso significa, lisa y claramente, la derogación oficial de la llamada "Europa social". Porque en el plan de la condesa se prevé que 650.000 millones de esos 800.000 reclamados para armas salgan de ahí.
Durante años el zombi europeo, los plutócratas de Bruselas, han impuesto políticas de austeridad draconianas, recortado servicios públicos, atención sanitaria, educación y bienestar, todo en nombre del sagrado equilibrio presupuestario. Destruyeron países como Grecia en ello (y la supuesta izquierda se dejó degollar en aras del altar de sacrificios europeo). Y ahora todas las restricciones, esas políticas de austeridad no se van a aplicar para las armas pero se mantienen para todo lo demás, es decir, no habrá ninguna mejora en la vida de los pueblos europeos. Y nos lo merecemos.
Los datos sobre el declive inexorable del zombi europeo se multiplican, pero no hay reacción. Lo penúltimo es que la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acaba de publicar un estudio afirmando que "las sanciones contra Rusia provocarán un fuerte aumento del déficit de pescado en la UE por el aumento de precios y la grave escasez de productos pesqueros populares". Algo de esto también os comenté en agosto del año pasado con Alemania, que prohibió la importación de abadejo (una especie de bacalao) de Rusia. Al hilo de esto, la multinacional alemana Bosh se suma al desastre industrial de este país anunciando el despido de 11.500 trabajadores.
Y más, cortesía de mis amigos de la Alianza Sahra Wagenknecht: las pérdidas económicas de Alemania juntando la pandemia y el conflicto en el país 404, antes conocido como Ucrania, son de 735.000 millones de euros, según el Instituto Alemán de Economía. De esta cantidad, 445.000 millones de euros se deben exclusivamente a la postura alemana de apoyo a los neonazis del país 404. Este tipo de informes salen, convenientemente, apenas dos semanas después de las elecciones, unas elecciones en las que la gente ha votado por los belicistas, de forma especial en el oeste. Así que ahora, a llorar.
Es sangrante que mientras la ciudadanía europea se enfrenta a una
crisis económica sin precedentes -de la que Alemania es el exponente más claro-, con una inflación galopante y un poder
adquisitivo en caída libre, el zombi europeo hable tan alegremente de
miles de millones para armas. Para armas, no para mantequilla. Y los
llamados "socialdemócratas" europeos lo apoyan reforzando tal aberración
con un llamamiento "Por una Europa libre y fuerte", mientras en el
Estado español la gente de Sumar dice que cuestionar todo esto (el
armamentismo, la OTAN y demás) es "un eslogan del siglo pasado".
¿Una
Europa fuerte sin sanidad, sin educación, sin pensiones... sin
europeos? Bueno, está bien. La pobreza, el desempleo, la crisis
energética provocada por el abandono de las muy baratas fuentes
energéticas rusas han surgido como las setas, o mejor, como pasa la luz
por el cristal: sin tocarlo ni mancharlo. No es su culpa, sino nuestra,
que les dejamos hacer. Una y otra vez.
Durante estos tres años nos hemos desayunado, comido y cenado con que se nos decía que Putin se moría, que los soldados rusos robaban las lavadoras en el Donbás para recuperar los chips, que peleaban con palas y caballos, que tenían los calcetines agujereados, que se quedaban sin tanques y sin misiles y muchas cosas por el estilo y, pese a todo eso, son un peligro que nos amenaza por lo que hay que responder con 800.000 millones de euros en armas y evitar ese peligro.
Hace un tiempo la "progresía" hablaba de que otra Europa es posible. No, no lo es. Hay un mundo nuevo ahí fuera, multipolar, donde algunos países del zombi europeo tienen cabida. Nunca como ahora ha sido tan evidente. Tan evidente como que el agua, moja y el fuego, quema.
El Lince
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