66 días y Kobani sigue resistiendo
Como en Stalingrado, Kobani es una ciudad decidida a
resistir hasta la muerte, día tras día, y ya van 66, vemos pruebas inauditas de
valor y heroísmo frente a la destrucción implacable de los islamistas que deja
cenizas y escombros pero de los que, cual ave fénix, surgen una y otra vez héroes
anónimos que no se doblegan. Sus defensores y combatientes, integrantes de las Fuerzas de Defensa Popular (YPG) y de las Fuerzas de Defensa de las Mujeres (YPJ), resisten con tesón
toda la furia del empuje fascista islamista y lo hacen como su tuviesen una fuerza
sobrehumana. Ponen de manifiesto que un actor no estatal puede lograr, con determinación y firmeza, derrotar a un enemigo mucho más poderoso, al igual que hizo Hizbulá en el año 2006 al derrotar a Israel.
Como en Stalingrado, los y las combatientes de Kobani no
sólo están defendiendo su ciudad sino sus ideales. Kobani lucha por su existencia y por su proyecto político, su experiencia del “socialismo libertario” que
defiende el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y su rama siria, el
Partido de la Unión Democrática (PYD), y que se plasma y desarrolla en el gobierno
de Rojava (Occidente en kurdo) o Kurdistán sirio a través de un sistema
de “autonomía democrática” que supone una gran descentralización mediante
el establecimiento de un sistema confederado basado en la autogestión de las
comunas populares como órganos básicos del ejercicio de la democracia directa.
Como en Stalingrado, la determinación inquebrantable de los
y las combatientes de Kobani viene de sus ideales revolucionarios. Rojava es
una experiencia socialista y el llamado Estado Islámico lo sabe. También lo saben EEUU y
Occidente. También lo sabe Turquía. Y todos ellos tienen miedo y quieren, a su
modo, suprimir esta experiencia. En el Kurdistán iraní ya se ha anunciado que las fuerzas kurdas agrupadas en el Partido de la Vida Libre (con vínculos con el PKK) acaban de constituir las Fuerzas de Defensa del Kurdistán Este (YRK) y que toman como modelo político la experiencia de Rojava. Sólo queda, por lo tanto, el Kurdistán iraquí como baluarte contrarrevolucionario y prooccidental dentro del movimiento kurdo.
El Lince
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