Las brujas de la noche
Tengo una biblioteca amplia pero no mucho, unos 3.000 libros, y sólo unos
cuantos me han enganchado lo suficiente –como es lógico, aún no he leído todos- como para sentir tener que dejar la lectura hasta el día siguiente. Lo que me
pedía el cuerpo era terminarlo de un tirón. Pues bien, eso me acaba de pasar
con un libro que me regaló una amiga: Las brujas de la noche, que lleva
como subtítulo El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas durante la II Guerra
Mundial. Cuando esta amiga apareció en casa no traía consigo una botella de vino, o
unos pasteles para endulzar la comida, sino un libro. Este libro. Un excelente
regalo que quiero compartir con quienes leéis estas reflexiones.
Os lo voy a destripar un poco, esperando que os despierte la curiosidad por leerlo. Es la historia de un regimiento militar único en el mundo porque estaba compuesto únicamente por mujeres (os recuerdo que era el año 1941). Y estas mujeres hicieron historia porque se convirtieron en la pesadilla de los nazis durante 1.100 noches. Era un regimiento de bombardeo nocturno que mostró una determinación inaudita, un valor colectivo inimaginable y una camaradería ejemplar. Más que queridas, fueron adoradas por la población y por los mismos soldados del Ejército Rojo. En el libro aparecen anécdotas de cómo en las aldeas a las que llegaban la gente se desvivía por tenerlas en sus casas, de cómo preparaban su mejor comida para estas "luchadoras de la noche"; aparecen fragmentos de algunas cartas y poesías de los soldados que publicaban los periódicos de los diferentes frentes de guerra dedicadas "a las valerosas camaradas mujeres del 46 Regimiento". Son cartas sencillas, poesías sencillas, homenajes y reconocimientos de unas gentes sencillas que sabían lo que representaban estas mujeres, siempre en la vanguardia con una tenacidad y valor impresionantes.
El trabajo de documentación que hay en el libro es brillante
y está contado de una forma que engancha desde el principio hasta el final. Es la historia de 263 mujeres con edades comprendidas
entre los 17 y 25 años, todas estudiantes de las más diversas disciplinas académicas
y profesionales (había estudiantes de astronomía, historia, pedagogía,
matemáticas, física, mecánica…) que no dudaron un momento a la hora de defender
su país, y sus valores socialistas, cuando se produjo la invasión alemana de la Unión Soviética. Dejaron sus estudios y se presentaron voluntarias. Todas. Eran unas de tantas, de miles, de millones puesto que se calcula de unos 3 millones de mujeres soviéticas participaron directamente en la guerra en todas las ramas militares, en la guerrilla, en la sanidad, en las comunicaciones...
Odiaban la guerra, pero la hicieron sin perder ni su feminidad ni su orgullo de ser mujeres –hay varias anécdotas en el libro sobre ello, como cuando se comenzó a hablar del “afeminamiento” del Ejército Rojo al aparecer ellas- y se mostraron como lo que eran: jóvenes vitales que hacían tertulias literarias, escribían un periódico mural donde contaban algunos de los avatares de la guerra en los que se veían envueltas, publicaban poesías (algunas las recoge el autor en el libro) y dibujos, cantaban, bailaban, amaban la repostería, hacían punto de cruz para decorar sus barracones y tiendas, contaban cuentos a los niños de lasaldea s a las que llegaban, les daban clases de literatura,
de historia, de mecánica para que recuperaran el tiempo que habían perdido tras
la invasión nazi puesto que habían tenido que dejar sus aldea s,
o en ellas no había maestros porque los habían asesinado los nazis…; eran
jóvenes con un inmenso amor por su país y por un sistema político que les había
dado casi todo. Porque si bien al principio pocas eran comunistas, cuando
terminó la guerra la práctica totalidad del regimiento eran militantes del
Partido Comunista.
Odiaban la guerra, pero la hicieron sin perder ni su feminidad ni su orgullo de ser mujeres –hay varias anécdotas en el libro sobre ello, como cuando se comenzó a hablar del “afeminamiento” del Ejército Rojo al aparecer ellas- y se mostraron como lo que eran: jóvenes vitales que hacían tertulias literarias, escribían un periódico mural donde contaban algunos de los avatares de la guerra en los que se veían envueltas, publicaban poesías (algunas las recoge el autor en el libro) y dibujos, cantaban, bailaban, amaban la repostería, hacían punto de cruz para decorar sus barracones y tiendas, contaban cuentos a los niños de las
Varias de ellas eran ucranianas y su primer combate, con sus primeras bajas, se produjo en el Donbás, en una localidad que se llama Sofyino-Brodski y que tiene una estación de tren muy cerca de donde la junta neonazi de Kiev ha sufrido ahora una de sus más estrepitosas derrotas: Ilovianks, donde al menos 108 soldados ucranianos (que se sepa) murieron. El autor del libro ha puesto unas notas que ayudan a comprender mucho mejor las circunstancias y localidades donde combatieron "las brujas de la noche", lo que me parece un gran acierto, y de ahí he sacado este dato.
Los nazis tardaron en saber quiénes eran esos aviadores que les desquiciaban noche tras noche, pero cuando supieron que eran mujeres les insultaban llamándolas “brujas
de la noche” y ellas asumieron con orgullo ese insulto. Así han pasado a la
historia. Una historia desconocida fuera de Rusia y que este libro saca ahora a
la luz de una forma muy brillante. Porque, además, el autor ha podido seguir la pista de algunas
de ellas, que aún viven, y de lo que hicieron tras la guerra y aparecen las fotografías de la práctica totalidad de estas 263 mujeres excepcionales "para que su rostro y su nombre no se borren en la Historia”, como
se dice en la contraportada. Los anexos, con la vida posterior de varias de ellas, los vuelos de combate de cada una, la relación completa de las integrantes del regimiento y fotos varias, con algún mapa, hacen del libro una sorpresa muy agradable.
Cuando se desmovilizaron decidieron que se reunirían dos
veces al año para recordar a sus camaradas muertas y para recordar al país lo
que habían hecho. Uno de esos días era el 8 de noviembre, el día después del
aniversario de la Revolución de Octubre, y el otro el 2 de mayo, el día siguiente del 1 de mayo, el día de los trabajadores. Entonces se reunían en el Teatro Bolshoi de
Moscú y lo han estado haciendo al menos hasta el 2006, como dice el autor del libro, porque hay que tener en cuenta que la más joven de las que aún viven tiene 91 años. Hoy es 8 de noviembre y con este pequeño escrito me sumo a ese homenaje a unas mujeres excepcionales y os recomiendo encarecidamente este libro, de una editorial modesta al igual que su página http://lacaidaeditorial.wordpress.com/ .
El Lince
Yo también lo he leído y también me ha atrapado, es maravilloso. :-)
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