Un ejemplo de cómo salvaguardar la soberanía
En las conferencias que impartí en agosto en un par de escuelas de verano siempre salió una pregunta: ¿y nosotros, qué hacemos? No me voy a extender en ello aquí, pero una de las cosas que propuse fue el discurso sobre recuperar la soberanía y eso, desde una perspectiva de izquierda, significa que solo se puede hacer desde o en condiciones de justicia social y política, tanto a nivel interno como externo. Lamentablemente, esas conferencias no fueron en África, sino en el Estado español. Porque si hubieran sido en África habría vivido in situ lo que estaba proponiendo.
Este domingo pasado se ha conmemorado el segundo aniversario de la creación de la Alianza de Estados del Sahel (Burkina Faso, Malí y Níger) y se ha tomado una decisión trascendental e histórica y que pone a mucha gente del denominado Sur Global ante el espejo: estos tres países han decidido abandonar la Corte Penal Internacional.
Cuando surgió la CPI, allá por 1998, yo acababa de hacer el doctorado y fui uno de los escasos que lo criticaron. Lo he seguido haciendo y aquí he explicado muy brevemente las diferencias entre la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional, centrándome en el caso del Palestina y el genocidio.
Pero lo que yo haga no tiene ningún valor comparado con lo que ha hecho la Alianza de Estados del Sahel. Porque lo que han hecho Burkina Faso, Malí y Níger es subir otro escalón para transformar el mundo. Esto tiene tanto calado como los BRICS y apoya la Nueva Gobernanza Global propuesta por China a primeros de mes.
Todas las instituciones internacionales están determinadas por su vinculación con las relaciones internacionales, y estas chocan, y cada vez más, con las diferentes visiones y proyectos que hay en el mundo. Contrariamente a lo que dicen los ideólogos occidentales y que reproduce el estercolero mediático, no existe una concepción única respecto a los derechos humanos a escala planetaria, no hay una concepción única aceptada por todas las naciones y pueblos y tampoco por la comunidad jurídica internacional. Y este es el propósito de Occidente y su "orden internacional basado en reglas": imponer sus propias reglas como las únicas en la discusión sobre esta esfera de los derechos humanos y ejercer el denominado “derecho de injerencia”.
En esas conferencias, también sale siempre alguien que objeta que no se puede tolerar la violación de los derechos humanos y no se puede convivir en paz con quien los viola. Este argumento sirve para demostrar que hay concepciones enfrentadas en lo que hace a la comprensión científica de los fenómenos sociales y del desarrollo social, y también a las necesidades de Occidente por intentar conservar su hegemonía, en su afán por prolongar las raíces de sojuzgamiento, explotación e indignidades que le son inherentes como sistema neocolonial.
Esto es lo que han dicho y hecho estos tres estados: ver que hay un mundo más allá de Occidente. En todos los aspectos. Y han visto que esas diferentes visiones y proyectos cada vez chocan más con las pretensiones hegemónicas de un Occidente en plena decadencia. Cada vez más países se dan cuenta que estas instituciones internacionales con reaccionarias y, por lo tanto, si no pueden ser disueltas sí hay que deshacerse de ellas. Eso es lo que están haciendo los países africanos, y la vanguardia está en la Alianza del Sahel. No puede haber una nueva sociedad basándose en la vieja. La destrucción del aparato de poder de la vieja sociedad colonial es necesaria para la construcción de una nueva sociedad. Este es un elemento clásico del marxismo. No es nada nuevo.
La Alianza del Sahel ya dio un primer paso abandonando la institución neocolonial llamada Comunidad Económica de Estados de África Occidental (creada a instancias de la potencia colonial, Francia) a primeros de este año y el paso dado ahora va no solo en esa dirección, recuperar y salvaguardar la soberanía, sino que la amplía. Privar a Occidente de uno de sus instrumentos es un buen golpe, y la CPI es uno de ellos.
Porque no se quedan en el abandono y la crítica, sino que proyectan la creación de un Tribunal Penal Saheliano de Derechos Humanos con competencias para investigar los crímenes internacionales, el terrorismo y el crimen organizado, consolidando así la soberanía de estas tres naciones al margen de la "tutela" neocolonial de Occidente. Como ellos dicen, "estamos comprometidos con la promoción y protección de los derechos humanos de acuerdo con nuestros valores sociales y rechazando toda forma de impunidad".
En la declaración conjunta de la Alianza del Sahel, los tres países afirman que "la CPI se ha convertido en un instrumento neocolonial de represión en manos del imperialismo y un símbolo global de la justicia selectiva". Y se añade: "la CPI no ha procesado casos claros de crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad, genocidio y agresión, permaneciendo inexplicablemente, confusamente y complacientemente en silencio hacia los perpetradores de tales crímenes". No hace falta recordar Afganistán, Irak, Libia, Siria y muchos otros perpetrados por Occidente para dar la razón a la AES.
Como con todas las estructuras occidentales, la imparcialidad e independencia son una quimera. La CPI no es otra cosa que un instrumento coercitivo para reprimir a los no occidentales y, de forma especial, a quienes desafían la hegemonía occidental. Desde que se creó, y con la excepción parcial del IV Reich sionista, antes conocido como Israel (y eso muy tarde y de forma muy limitada, como supongo sabéis), la CPI solo se ha preocupado de dirigentes y países "hostiles" o no complacientes con Occidente. Buscadlo por ahí.
El Lince
"una de las cosas que propuse fue el discurso sobre recuperar la soberanía y eso, desde una perspectiva de izquierda, significa que solo se puede hacer desde o en condiciones de justicia social y política, tanto a nivel interno como externo."
ResponderEliminarEs que es fundamental recobrar soberanía real, en condiciones dignas de tal nombre.
"estos tres países han decidido abandonar la Corte Penal Internacional."
Un zas en toda la boca a la declinante hegemonía occidental, sin duda, hay que tener valor para decidir tal abandono...
"La CPI no es otra cosa que un instrumento coercitivo para reprimir a los no occidentales y, de forma especial, a quienes desafían la hegemonía occidental."
Es decir, es la hoja de parra jurídica con la que occidente se tapa las vergüenzas, pero ni por esas convence al resto de países del mundo de su imaginaria imparcialidad.