Los BRICS duelen
Y mucho, al Occidente colectivo. El último y caprichoso exabrupto del niño Trump (convertido en "papi" por los lameculos de la OTAN) amenazando con un 10% adicional a los aranceles para aquellos países que comercien con los BRICS lo dice a las claras. No es una asociación política, no es una asociación anti-occidental, está llena de contradicciones internas pero cuenta con un haber claro: su apuesta por el nuevo mundo multipolar que está surgiendo pese a la resistencia neocolonial de Occidente.
En el tiempo que lleva esta página, es la primera vez que no hablo de los BRICS antes de la cumbre anual, sino después. Al comienzo de la presidencia de Brasil ya adelanté que no iba a ser gran cosa porque Brasil no estaba por la labor. Me equivoqué a medias, porque si bien Brasil ha sido muy modosito en su presidencia, el resto de países miembros sí han ido presionando para adoptar medidas más audaces cada vez. Tiempo hay para profundizar en ello, pero lo más notable de la declaración final es lo que voy a abordar ahora. Un dato: Arabia Saudita definitivamente no está en los BRICS, no ha acudido a esta cumbre en ninguna forma, ni siquiera a nivel de ministro, y no hay que contar con ella como miembro. La foto final lo dice a las claras.
Como digo, esa equivocación es a medias. Lula, en su discurso inaugural dijo que los BRICS no podían quedarse de brazos cruzados mientras el IV Reich sionista, antes conocido como Israel, "cometía genocidio en la Franja de Gaza" y criticó el gasto en armamento de la OTAN a instancias de Trump. Pero hasta ahí, porque la declaración final de los BRICS evita mencionar expresamente a EEUU, aunque le critica en varias ocasiones especialmente con los aranceles "que distorsionan el comercio y perturban las cadenas de suministro globales". Tampoco menciona expresamente al IV Reich sionista pese a afirmar que los ataques a Irán "violaban el derecho internacional" y "fueron ataques deliberados contra infraestructura civil". Pese a ello, Trump escribió lo dicho más arriba sobre un 10% más adicional en aranceles a los países BRICS.
Es una muestra evidente de cautela, por una parte. Porque, por otra, el que los BRICS insistan en reafirmar su compromiso con el multilateralismo, la defensa del derecho internacional y el respeto a la soberanía de las naciones, los pone a años luz de los neocolonialistas países occidentales y su "orden internacional basado en reglas". Esta es una postura geopolítica que cada vez va adquiriendo mayor nitidez. Además, y aquí se nota la mano de Brasil, insta a "una mayor participación de los países en desarrollo, en particular los de África, América Latina y el Caribe, en los procesos y estructuras de toma de decisiones a nivel mundial". Es una mano un tanto engañosa porque son conocidos los vetos de Brasil a la incorporación de Venezuela y Nicaragua.
También reiteran la "necesidad" de aumentar las cuotas estos países en el FMI y el BM, más acordes con la realidad económica que se está viviendo y creciente potencia de estos países y la decadencia económica de Occidente, que es quien controla todavía estas instituciones.
Está claro para quien quiera ver que los BRICS duelen y que Occidente, EEUU en particular, está muy interesado -casi hay que decir desesperado- por debilitarlos o desmembrarlos. El caso de Arabia Saudita es el primero, pero no tiene por qué ser seguido por otros. Ni siquiera por India o Brasil, que también están jugando a dos barajas. Está claro que este es uno de los principales objetivos de la política exterior de Trump (que ya amenazó con aranceles del 100% durante su campaña electoral) porque los BRICS son, guste o no, una asociación antihegemónica que aboga por un mundo multipolar y un orden económico mundial más justo.
Los BRICS son en la actualidad 10 países miembros y otros 10 países socios. Según la presidencia de Brasil, hay otros 50 países interesados en unirse a esta asociación. No es una simple reunión de países no occidentales, sino un nuevo sistema global que a pesar de los pesares, de las burlas occidentales, de lo que otros consideran inacción, expande constantemente su influencia, importancia global y estratégica. Ya ha pasado la época en la que era un foro diplomático, es una fuerza con una influencia significativa en el emergente mundo multipolar y una respuesta estructural a las contradicciones cada vez más agudas de la globalización dominada por Occidente.
¿Por qué la obsesión occidental con los BRICS, de EEUU en particular? Porque más allá de lo que representa en el PIB mundial y en el PIB en paridad del poder adquisitivo, los BRICS controlan una parte importante de las reservas energéticas mundiales, la capacidad industrial y los recursos minerales clave. Es decir, son el núcleo económico real del mundo. Occidente no es más que fantasía manufacturera y, además, en declive. El caso alemán es el más claro.
Por ejemplo, en Occidente siempre se han reído de Rusia porque si tiene un PIB menor que el español, que si sus exportaciones son menores que las de Bélgica, y cosas así. Pero resulta que el mundo puede vivir sin jamón español, el coñac francés, las películas estadounideneses, el chocolate y los relojes suizos, pero no puede vivir sin combustible, fertilizantes, cereales, metales. Esto es, para Occidente, "exportaciones de bajo valor", no son Mercedes Benz ni coñac de alta gama, pero son imprescindibles para la estabilidad de la economía mundial. Sin ellos Occidente no es nada ni nadie. Y por eso temen a los BRICS.
Fijaos en los países BRICS, miembros y socios, y sacad vuestras propias conclusiones. Fijaos el pollo que se ha montado con las tierras raras de China, de las que depende todo Occidente, y que han doblegado a EEUU y al zombi europeo. Esto es real, no abstracciones financieras de dinero fiduciario.
Y está el dólar. Su hegemonía, también en decadencia, es corrosiva y los países lo ven. Ni siquiera las amenazas del niño voluble y caprichoso Trump (el "papi" para los lameculos de la OTAN) lo va a impedir. Seguirá su caída, lenta pero segura. Cuanto más se utiliza como arma para coaccionar y amenazar, más motivado está el resto del mundo, con los BRICS, como vanguardia ya consolidada, para construir otras alternativas.
En este contexto, los ataques contra los miembros del BRICS —ya sean sanciones económicas, campañas de desprestigio o incluso ataques militares— deben reconocerse como lo que son: intentos desesperados de desviar la culpa de la decadencia política, económica, cultural y militar hacia el exterior, señalando a los países que se atreven a explorar vías de desarrollo diferentes. Por eso se sanciona, despreciando el derecho internacional, porque se quiere cegar esa vía alternativa. Incluso los que juegan con dos barajas, como India y Brasil, han sido afectados, presionados y chantajeados.
El mal llamado "orden occidental" ya no tiene ninguna legitimidad. Está en crisis. Y eso lo ven los países. Es aquí donde los BRICS se convierten en la referencia para el Sur global. Se pueden criticar sus planteamientos de reforma del FMI y del BM en vez de abandonarlos, pero es la postura encastillada de Occidente lo que hay que ver y lo que estos países ven. Si las reformas son cosméticas o no son visibles, más descrédito aún para Occidente, si es que eso es posible. Por lo tanto, más utilización de las monedas locales, más canales alternativos (y hay que prestar atención a la mención de la bolsa de cereales de los BRICS).
Piénsese lo que se quiera, pero coincidiendo con esta cumbre dos países se han unido al Nuevo Banco de Desarrollo: Colombia y Uzbequistán.
La era de la hegemonía occidental ha terminado. Los BRICS, aún tropezando, siguen caminando. Alguien los ha definido como "un proyecto post-occidental". Acierta.
El Lince
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