¿Plan B? Seguid hasta la L
Tras el acuerdo de cese el fuego en Siria EEUU habló de que si fracasaba pondría en marcha un "plan B". EEUU no tiene para Siria ni plan B, ni C, ni nada de nada. Y mucho menos desde que Rusia haya aceptado abrir una casi embajada de los kurdos en Moscú y haya dicho que Siria tiene que convertirse en un estado federal.
Pero EEUU sí tiene un "plan L". L de Líbano. La ecuación es muy sencilla: Siria, apoyada por Rusia e Irán, está ahora mismo en una situación de fuerza inimaginable hace menos de medio año. Cualquier aventura militar, léase envío de tropas y tonterías semejantes, sería una carnicería. Sin paliativos.
Así que EEUU no va a mandar tropas directamente. Pero indirectamente cuenta con los locos, turcos y sauditas. Os recuerdo lo que dice de ellos Europa en su reciente Conferencia de Seguridad.
Turcos y sauditas están lo suficientemente locos como para intentarlo, pero los primeros tienen el patio interno muy alborotado (con los kurdos y la izquierda revolucionaria cada vez más activos). Así que sólo quedan los segundos. El desastre militar que está suponiendo la guerra de Yemen hace que lo que dicen los sauditas no sean otra cosa que baladronadas, bravatas de matón a las que no hay que dar la menor importancia.
Pero sí que hay que darla a lo que los sauditas -y aquí hay que suponer que cuentan con el beneplácito de EEUU- consideran el eslabón más débil de quienes apoyan al gobierno sirio: Hizbulá. Vamos a ver, Siria es un estado, Rusia es un estado e Irán es un estado. Cualquier medida supondría, directamente, la guerra abierta según el derecho internacional. Pero Hizbulá es un actor no estatal. Y aquí es donde los sauditas, y los EEUU, piensan que se puede hacer daño.
Mantengo que cualquier soldadito saudita que se enfrentase a Hizbulá saldría corriendo en menos de dos minutos, así que no va a haber un enfrentamiento directo, sino indirecto. Arabia Saudita va a financiar, a crear, a impulsar una milicia sunní... en Líbano. No es la primera vez que lo intenta. Corría el año 2004 cuando lo intentó financiando una milicia en un campo de refugiados palestinos en Líbano, Naher el Bared. El Ejército libanés tardó la friolera de tres meses en derrotarla, pero lo hizo. Esa milicia estaba compuesta en su gran mayoría por árabes no palestinos, principalmente iraquíes.
El fracaso no arredró a Arabia Saudita, que tras la victoria política y militar de Hizbulá en la guerra de 33 días contra el régimen fascista de Israel, en 2006, lo volvió a intentar y estimuló una revuelta contra Hizbulá -a quien creía débil después de la guerra contra Israel- en la que esta vez dio un paso más e involucró a su formación en Líbano, el Movimiento al Futuro de Saad Hariri, libanés con ciudadanía saudita. Hizbulá no sólo derrotó este nuevo intento sino que en cuatro días -¡cuatro días, del 7 al 11 de mayo de 2008!- se hizo con el control total de Beirut y sólo lo entregó de nuevo al Estado libanés tras conseguir garantías de que los sunníes se iban a estar quietecitos. Es lo que se conoce como Acuerdo de Doha.
Los sauditas se tuvieron que replegar con el rabo entre las piernas, pero aún así intentaron mover sus hilos con sus amiguetes occidentales y junto a Francia y Gran Bretaña presentaron en el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución en la que se pedía que Hizbulá fuese considerada "organización terrorista". Rusia, China, Sudáfrica y Libia -tomad nota, Libia- se opusieron no sólo a ella, sino a que se modificasen resoluciones anteriores que dan legitimidad a que Hizbulá mantenga sus armas mientras el territorio libanés, o sea, las Granjas de la Shebáa, continúen ocupadas por el régimen fascista de Israel.
Ahora, en el 2016, hemos vuelto a la misma situación que entonces. Arabia Saudita va a plantear en el Consejo de Seguridad de la ONU otra resolución pidiendo que Hizbulá sea considerada "organización terrorista" y está preparando el terreno a conciencia: impuso sanciones a cuatro funcionarios de Hizbulá y a varias empresas vinculadas con el movimiento político-militar libanés, llevó el tema a la Organización de la Conferencia Islámica -a la que no se invitó a Irán, por lo que todos los demás integrantes son sunníes- y ha logrado que el martes pasado el Consejo de Cooperación del Golfo aprobase por unanimidad la propuesta saudita de considerar a Hizbulá "organización terrorista".
¿Qué tiene que ver todo esto con el "plan L"? Pues eso significa que a partir de ahora Hizbulá quedaría deslegitimada para las masas árabes, Líbano queda estigmatizado como el país que da respaldo y soporte a una "organización terrorista", que cuenta con diputados en el Parlamento, aliados en el sector cristiano y una gran influencia en la sociedad. Por lo tanto, obliga a los cristianos a posicionarse y alienta a los sunníes a rebelarse contra Hizbulá.
Así pues, no será descartable ver el surgimiento, en un futuro no muy lejano, de una nueva milicia salafista sunní al estilo del Ejército del Islam en Siria -por cierto, el nombre original con el que se fundó, con dinero y a iniciativa saudita, fue Ejército del Levante (Siria, Líbano y Palestina)-. Este es el "plan L".
Eso obligaría a Hizbulá a abandonar Siria para centrarse en la defensa de Líbano y debilitaría de esta forma uno de los principales pilares del gobierno sirio en estos momentos puesto que Hizbulá se ha convertido en la fuerza imprescindible para el avance que se está produciendo en los frentes norte (Latakia) y sur (Homs y Daraa). Os recuerdo que desde marzo del año pasado Hiabulá no pierde una batalla: allá donde se involucra, batalla que se gana.
Por cierto, tanto Argelia como Túnez han dicho públicamente que no van a seguir el ejemplo del Consejo de Cooperación del Golfo y que para ellos Hizbulá no es "organización terrorista", con lo que a los sauditas les ha salido un frente respondón en el mundo árabe que no esperaban. Una muestra más de la locura que hay en estos momentos en Riad.
El Lince
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