Era el jueves 30 de abril de 1977 cuando una valiente mujer, acompañada de otras 13 tan valientes como ella, inició una de las epopeyas más bonitas de la Historia: las marchas alrededor del obelisco de la Plaza de Mayo, en frente del palacio presidencial argentino. Se llamaba Azucena Villaflor.
Seis meses antes su hijo y la novia habían sido hechos "desaparecer" por la dictadura argentina. Azucena inició las pesquisas del paradero de su hijo, todas infructuosas, y decidió que no podía dejarlo en el olvido. Así que comenzó a buscar a otras madres en su misma situación. Se juntaron un total de 14 y esas 14 valientes mujeres dieron un paso inédito: ese histórico jueves 30 de abril de 1977 se presentaron, sin miedo, frente a la puerta de la Casa Rosada, el palacio presidencial, reclamando información sobre sus hijos. La policía miraba incrédula cómo 14 mujeres se atrevían a reclamar, en plena dictadura, por sus hijos. No supieron qué hacer, sólo decir "no pueden estar aquí, circulen". Y ellas circularon. Comenzaron a dar vueltas al obelisco de la Plaza de Mayo en el sentido inverso al de las agujas del reloj, tal vez de forma inconsciente o tal vez no, pero quedó como símbolo de rebeldía, por cada minuto que sus hijos e hijas no estaban presentes. Y pronto las 14 fueron 41, y luego 410...
La dictadura se dio cuenta de inmediato de lo que representaba ese desafío e hizo desaparecer a Azucena Villaflor. El 10 de diciembre de 1977 fue secuestrada, torturada y asesinada. Su cadáver apareció el día 20 de ese mes junto a los de otras dos madres valientes, del grupo de las 14 iniciales: Esther Ballestrino y María Ponce.
El jueves pasado las Madres de la Plaza de Mayo cumplieron su marcha número 2.000, infatigables, apoyadas por miles de argentinos que se niegan a olvidar. Cuarenta años dando vueltas al obelisco de la Plaza de Mayo, 2.000 jueves reclamando justicia para sus hijos.
Cuarenta años después, 2.000 jueves después el neofascismo continúa su odio hacia las Madres de la Plaza de Mayo. Ha intentado detener a su presidenta, Hebe de Bonafini, utilizando la excusa de una supuesta malversación de fondos. Todos esos cretinos progres que se creen la "división de poderes" deberían hacerse ver la cabeza -cerebro no tienen mucho, lamentablemente- y ver hacia dónde lleva su permanente y constante sumisión al sistema. Hebe fue citada a declarar y se negó, se dictó orden de captura si no iba y ella no fue. Hebe se plantó y nadie se ha atrevido a detenerla.
Hebe de Bonafini es otro mito con el que hay que acabar. Ahora ya no se mata -no es necesario, si lo fuese lo harían- y se utilizan los "métodos democráticos" para hacer todo lo posible para acabar con ella. Primero, hundiendo su prestigio; segundo, buscando la imagen de su detención. Es destruir el mito, un mito que molesta.
En la marcha 2.000 Hebe hizo un llamamiento, en nombre de las Madres de la Plaza de Mayo, a participar en las jornadas de lucha que hay convocadas contra las políticas del neofascista Macri los días 26 y 27 de agosto. En los ocho meses del neofascista Macri los retrocesos en derechos laborales, sociales y económicos son patentes. También en el campo de los derechos humanos, de los que las Madres son la primera línea defensiva. Hay una parte de la sociedad que las apoya, que no olvida a los desaparecidos y que reconoce su valía, su lucha y su ejemplo. Eso ocurrió no hace mucho cuando un decano de la facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de La Plata se acordó de que una desaparecida era estudiante de esa facultad y decidió que un cometa que había sido descubierto por un argentino tenía que llevar el nombre de esa desaparecida, Ana Teresa Diego. La historia es bonita y os la reflejé hace casi dos años. Leedla porque merece la pena. Es de esas veces que uno se reconcilia con la humanidad.
El neofascista Macri reconoció no hace mucho que no sabía si el número de desaparecidos eran "9.000 o 30.000", con lo que pone de manifiesto lo que le importa este asunto, y calificó de "desquiciada" a Hebe de Bonafini. En la dictadura se calificó a las Madres de la Plaza de Mayo de "locas". En la supuesta democracia -tomad nota, progres- se califica de "desquiciadas" a las Madres de la Plaza de Mayo. El mismo lenguaje 40 años y 2.000 marchas después.
Las madres son incansables, siguen peleando por todos, no sólo por la memoria de sus hijos e hijas. Sus marchas alrededor del obelisco son una "cita de honor". No se deprimen, no se cansan ni con sus más de 80 años que tienen la mayoría. Como dijo una vez Eduardo Galeano, "las locas son un ejemplo de salud mental porque se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria".
Ahora hay mucho progre que elige de motu propio la amnesia para no enturbiar su cómoda presencia en los sillones institucionales.
El Lince
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