domingo, 8 de noviembre de 2015

De "progresistas" y de comunistas

Que no soy un fan de los llamados "progresistas" es obvio. Los considero una extensión más del sistema capitalista. Modificar algo, sobre todo en cuestiones sociales, sin mover un ápice de lo fundamental. El gatopardismo de Lampedusa de cambiar algo para que todo siga igual. Hoy en día no hay diferencia alguna entre los "progresistas" y los conservadores. Ambos se sitúan en las diferentes esferas de poder que se entrelazan en todos los niveles, económicos, políticos y culturales. Ambos defienden el capitalismo con fervor, aspiran a llegar a gobernar el Estado sabiendo, como saben, que es una combinación semifusionada de grandes empresas, compañías financieras, bancos y militares a los que hay que sumarles a ellos, los políticos, y sin perder de vista a los llamados medios de comunicación y que yo considero medios de propaganda de todo lo anterior.

Si bien es cierto que entre los "progresistas" y los conservadores hay alguna diferencia menor en algunas cuestiones sociales, como los derechos de los homosexuales o de las mujeres, por ejemplo, no lo hay en lo fundamental: la visión económica del mundo, que prioriza el sistema de inversiones, beneficios (los suyos) y el desarrollo (el suyo) y que ven a los ciudadanos como un estorbo si no asumen su visión por las buenas. Si no lo hacen así, caerá sobre ellos todo tipo de represión, desde la clásica (Ejército, Policía, jueces, etc.) hasta la moderna (multas económicas).

Para los que leéis estas reflexiones desde el Estado español (España, para los de otras latitudes), echad un vistazo a lo que han hecho o están haciendo las famosas candidaturas ciudadanas que gobiernan ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia. Mirad, por ejemplo, hasta dónde han llegado con sus propuestas de remunicipalizar servicios privatizados. Ved si se han atrevido siquiera a agudizar las contradicciones, aún a riesgo de ser descabalgados del supuesto poder que ahora tienen. Todo lo que han hecho han sido gestos menores, agradables para la vista y que sirven para justificar su pedrigrí "progresista".

Así que cuando uno se entera de que hay al menos un gobierno que sí propugna lo que dice, ese día se convierte en grande. Este es el caso de un municìpio de Chile llamado Recoleta.

En sentido estricto es una comuna, la división administrativa más básica de Chile. O sea, lo que en el Estado español llamamos municipio. Recoleta está situado al norte de la capital de Chile, Santiago, y tiene unos 150.000 habitantes. Está gobernado por el Partido Comunista de Chile (sacó 3 concejales), con el apoyo del Partido Socialista (1 concejal) y me da que también por el Partido por la Democracia (1 concejal) y la Democracia Cristiana (1 concejal) , porque estos cuatro partidos forman parte de la coalición Nueva Mayoría que gobierna el país. El otro partido que está representado en el municipio es uno pinochetista, la Unión Demócrata Independiente, que sacó 3 concejales.

El alcalde se llama Daniel Jadue y es nieto de inmigrantes palestinos que llegaron a Chile en la primera mitad del siglo XX. Y lo que ha hecho pone a todo el mundo frente al espejo: a los "progresistas" por su pacatería y su buen rollito con el capital, a los conservadores porque no han sido capaces de parar una iniciativa demoledora para los intereses de sus valedores.

Recoleta ha abierto la primera Farmacia Popular de la historia de Chile. Fue el 15 de octubre.



Con medios muy modestos, con medicamentos muy modestos, llegando sólo a un centenar de vecinos.

Un centenar de vecinos de los 150.000 habitantes de la comuna. Poco, muy poco, Pero el revuelo que ha causado, el debate que está generando es de tal calibre que una decisión de este tipo ha supuesto un jaque político al propio Estado chileno. Bachelet se va a tener que posicionar. Ya no puede esconderse y algunos de sus ministros y altos cargos han tenido que salir a defender la iniciativa de la comuna de Recoleta. Lo han hecho hace dos días argumentando que es "un servicio a los ciudadanos y una de las mejores ideas de los últimos tiempos". Si es así, que lo es, la pregunta es ¿por qué no se les ha ocurrido a ellos y no la han puesto en práctica? Pues porque de hacerlo se tendrían que enfrentar a las farmacéuticas, y eso no está en sus genes de "progresistas". Los "progresistas" nunca se enfrentan al poder, transigen, pactan, se doblegan ante el poder y a lo sumo aceptan unas migajas que les ofrece ese poder en aras de la "paz social".

El municipio de Recoleta compra y entrega medicamentos a bajo costo, asumiendo algunos gastos y eliminando a los intermediarios, es decir, a las farmacias privadas. Por lo tanto, el ahorro para los usuarios es de entre el 30% y el 50% del precio de los medicamentos, dependiendo de cuáles sean. Incluso en algunos de ellos el ahorro es mayor, de casi el 95%.

Los beneficiarios de la farmacia popular son quienes forman parte de la cooperativa de salud de Recoleta y poco a poco se está extendiendo el beneficio a todo el resto de la comunidad.


Cuando comenzó el 15 de octubre, la Farmacia Popular atendía a 100 vecinos. Ahora son ya 1.500 a quienes atiende.

El municipio de Recoleta ha puesto patas arriba a Chile. 130 municipios de todo el país, incluidos algunos gobernados por "progresistas", quieren saber cuáles son los pasos que ha dado, sobre todo los legales -esta gente siempre actúa "dentro de la ley", no vaya a ser que les acusen de radicales o algo así-, para poner en funcionamiento la Farmacia Popular. 

La derecha clásica está que trina, presentando mociones y acusando al alcalde de todo. La campaña de los medios de propaganda (antes llamados de comunicación) nos se ha hecho esperar: machacan una y otra vez con la militancia comunista del alcalde, insisten en que es una iniciativa inconstitucional, en que "va a tener un efecto inmediato en el mercado" y que "va a afectar, sobre todo, a los pequeños negocios independientes". 

La propiedad privada ante todo, el mercado ante todo. Bien lo saben los "progresistas", tan dóciles y apoquinados ante "el mercado" y tan respetuosos con "las reglas del juego". Que las farmacéuticas estafan es lo de menos. Que el derecho a la salud es irrelevante frente al respeto a la propiedad privada y a los mercados es una realidad para ellos. 

La Farmacia Popular de Recoleta se llama "Ricardo Silva Soto". 

Ricardo Silva Soto era un "terrorista", un militante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, estudiante de Química y Farmacia en la Universidad de Chile, que fue asesinado junto a otros 13 compañeros en junio de 1987. Es lo que en Chile se conoce como la matanza de Corpus Christi. El FPMR se distinguió por su labor de oposición armada a Pinochet, llegando a realizar un atentado contra él que resultó fallido.



La comuna de Recoleta ha dado dos ejemplos a los "progresistas" de lo que hay que hacer: poner en funcionamiento la Farmacia Popular y reivindicar a un luchador contra la dictadura.
El Lince

1 comentario:

  1. Estos comunistas, no tienen remedio;siempre están en contra de la ley del embudo,de la explotación,de los chanchullos de los poderosos y sus corruptelas, de....etc,etc.

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