Un fracaso épico
Mis amigos exiliados económicos en Gran Bretaña, esos que ya anunciaron que la clase obrera iba a votar en contra de la Unión Europea y a favor del Brexit, como así fue, me acaban de enviar unos fantásticos documentos elaborados por el British Medical Journal (Diario Médico Británico) que concluyen con una afirmación demoledora: "la guerra contra las drogas ha fracasado".
El costo anual de esta guerra supone "al menos" 100.000 millones de dólares al año (94.700 millones de euros) y no ha servido para nada, se dice en el BMJ. "La eficacia de las leyes de prohibición debe ser juzgada por sus resultados, y con demasiada frecuencia se constata que es una guerra contra los millones de personas que usan drogas, y de manera desproporcionada, contra las personas que son pobres, de minorías étnicas o mujeres". ¡Toma ya!
El BMJ cita varios estudios académicos, como los de la revista The Lancet, la más prestigiosa revista médica del mundo, en el que se dice que las políticas actuales "niegan efectivamente" el uso legítimo de los opiáceos para el control del dolor y que "impiden la investigación sobre el uso médico del cannabis y otras drogas pese a la evidencia de beneficio potencial". Cita, en concreto, a EEUU por su política de "obstaculizar la capacidad de los científicos para investigar los efectos médicos del cannabis" y considera que esta decisión es "hipócrita, especialmente teniendo en cuenta que el gobierno de EEUU tiene una patente sobre el cannabis por sus propiedades antioxidantes". Sobre todo, cuando el Instituto Nacional del Cáncer de EEUU ha admitido recientemente que el cannabis "puede ayudar a tratar los síntomas del cáncer dado que ya se ha demostrado que mata células cancerígenas en pruebas de laboratorio".
Pero el BMJ va más allá de los efectos sobre la salud y se adentra en el ámbito de los derechos humanos. Y cita lo que está ocurriendo en México, donde en la última década se ha producido la muerte de entre 65.000 y 80.000 personas "por la violencia que se genera a su alrededor". Y recoge datos de un estudio de la Universidad de San Diego (EEUU) en los que no me voy a extender pero, como soy una persona curiosa, he investigado un poco y os dejo ese estudio aquí. Estaría bien, amigos, amigas mexicanas, que lo echaseis un vistazo con calma y escribierais algo sobre ello. Dado que México es el tercer país desde donde más gente entra a ver estos análisis (128.508 en estos dos años y un poco más que llevo escribiendo), sería muy de agradecer.
Recoge también con profusión lo que está suponiendo para EEUU esta "guerra contra las drogas" y que se traduce en que este país tiene en este momento la tasa más alta de encarcelamientos del mundo por esta causa. Os lo resalto porque merece la pena.
El BMJ habla bien de Holanda, Portugal, Canadá y Uruguay por su política respecto a las drogas porque "ha permitido retomar el control de la oferta frente a la delincuencia organizada".
Como revista médica, el BMJ reconoce que las drogas "pueden causar daño", pero afirma con rotundidad que "los gobiernos deberían despenalizar los delitos menores de drogas y fortalecer los enfoques de salud, así como avanzar hacia los mercados de drogas reguladas". Y tira para su propio lado al afirmar que "los médicos deben desempeñar un papel clave en el desarrollo de la política de drogas porque la salud debe estar en el centro de este debate y pueden aportar una dimensión racional y humana a la ideología y a la retórica populista de ser duro con el crimen".
Así que a lo mejor se puede entender con algo más de claridad lo que está pasando, por ejemplo, en Afganistán, donde con los talibanes el cultivo de opio casi desapareció y, por el contrario, creció de forma espectacular con la invasión de EEUU y sus vasallos de la OTAN, como reconoce la propia ONU. Recuerdo que esa invasión se produjo casi a finales de 2001.
Saco a relucir el tema porque no hace mucho tiempo, un par de meses, uno de los principales señores de la guerra en Afganistán ha pasado a formar parte del gobierno de ese país. Se llama Hekmatyar y siempre ha combatido el cultivo de opio en Afganistán. Despúes de Ben Laden, este hombre fue considerado el segundo gran enemigo de EEUU. Ahora está en el gobierno que apoya EEUU. Vivir para ver. Pero resulta que será lo que sea, pero Hekmatyar siempre ha rehusado firmar cualquier acuerdo tanto con EEUU como con la OTAN mientras ocupasen, de facto, Afganistán. Lo ha dejado muy claro al aceptar formar parte del gobierno y así está actuando.
Este tipo siempre ha denunciado que el propósito de EEUU al invadir Afganistán era "reiniciar el comercio de heroína", como así fue. La heroína fue utilizada para desestabilizar a Rusia, a los países de Asia Central y a China. Cuando rusos y chinos se dieron cuenta de lo que pasaba, incentivaron la Organización de Cooperación de Shangai y pararon, de hecho, ese tráfico hacia esos países. Fue la primera derrota estratégica de EEUU en esa zona.
Hay quien dice que la CIA siempre ha utilizado el tráfico de heroína para financiar sus operaciones y que al terminar los talibanes con el cultivo de opio había que hacer lo que fuese para destruirles. El 11-S fue la excusa perfecta. Hay quien va más lejos y dice que la mayoría de las agencias de inteligencia occidentales están involucradas en el tráfico de drogas. Así que sumad dos y dos a ver qué os sale. Por si necesitáis ayuda para esa operación, volved a leer lo que dice el BMJ.
El Lince
Pues lo último de lo que se trata la guerra contra las drogas es de combatir el crimen. En el caso de México, la razón por la cual el expresidente Calderón sacó al ejército a perseguir a los cárteles es por lo dudoso de su elección, que muchos creen que fue un fraude electoral, y necesitaba legitimarse. El resultado no pudo ser mas desastroso: Un país lleno de fosas, desaparecidos y narcotraficantes mas influyentes que antes. Un saludo lince desde mi México, una nación mártir de una guerra falsa.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por compartir esta joya informativa.
ResponderEliminarEs de agradecer que el Diario Médico Británico haya tenido el valor de decir la verdad, porque, en mi opinión, si las organizaciones médicas hubiesen sido más activas contra el discurso oficial sobre la droga, determinadas actuaciones políticas jamás se hubieran dado.
Las organizaciones médicas han avalado, cuando no suscrito, la posición de sus respectivos gobiernos. Son contadísimas las que han levantado su voz para defender, por ejemplo, que el drogadicto no es un delincuente sino un enfermo al que hay que tratar integralmente. Han sido menos aún las que han clamado contra el narcotráfico y contra la implicación de los poderes públicos en el desarrollo y control del mismo. Los colectivos médicos habrían sido una ayuda inestimable para luchar contra las multinacionales farmacéuticas, auténticas narcotraficantes de patentes millonarias que nos envenenan, pero no nos calman el dolor ni nos curan.
Lamentablemente, la borregada, digo, la "gente", defiende -como o podía ser de otro modo, dado el lavado de cerebro que se ha dejado hacer- la mano dura, la represión y el "que se pudra en la cárcel", precisamente, contra las víctimas.
Que los culpables estén bien situados en los grandes consejos de administración o en las cúpulas de los mismísimos aparatos de los estados, les da igual. No lo ven porque les han adoctrinado para que vean y digan los que los narcotizadores de consciencias quieren que digan. Por eso, cuando algún colectivo, tan importante como el BMJ, toma partido y explica las cosas tal como son, una se queda tan sorprendida que casi no da crédito a lo que está leyendo.
Lo de Afganistán estaba tan cantado que cuesta entender cómo es posible que los gobiernos sionotánicos todavía puedan hacer creer que su presencia allí es necesaria. Claro que es necesaria, estúpida "ciudadanía", necesaria para que puedan seguir financiando "contras", revoluciones de colores y primaveras variopintas, en donde los gobiernos no acaten sus dictados. Necesaria para que la oligarquía siga detentando el control absoluto de los recursos planetarios; necesaria para evitar movilizaciones sociales (un pueblo adormecido no tiene voluntad para rebelarse). El Imperio Sionotánico necesita las drogas más que el comer, por eso no las legaliza y no las regula. Por eso miente sobre los efectos de muchas de ellas. ¿Cómo van a consentir que cualquiera de nosotros les arruinemos el negocio por la vía de plantar unas cuantas macetas en el balcón?
Pobre Afganistán. Pobre país, destrozado por la bota yanqui que no dudó en terminar con sus conquistas sociales por la vía muyahidín. Da auténtica pena ver fotos de las mujeres afganas de los sesenta y compararlas con las actuales. Eso es lo que ha conseguido Occidente. El mayor asesino de los derechos de los pueblos del planeta.
Gracias por estar ahí, Lince. Se siente una menos sola.