lunes, 26 de noviembre de 2018

La revuelta de los palurdos

Supongo que estáis al tanto de las movidas en Francia contra la penúltima ocurrencia del pequeño Napoleón, el llamado "impuesto ecológico". Supongo que sabéis que llevan una semana movilizándose de norte a sur y de este a oeste. Supongo que conocéis que, al contrario que en el Estado canalla (más conocido como España) una de las iniciativas de estas movilizaciones sido el corte de carreteras, vías férreas y en no pago de los peajes en las autopistas. Esto que no hace mucho hicieron los CDR catalanes y por lo que fueron acusados de "terrorismo, rebelión y sedición". Son ya 200 personas con acusaciones semejantes, y el número sigue. Y los supuestos "progres" continúan callando.

Y es que los supuestos "progres" son niñines que sienten un desprecio absoluto por quienes no son ellos. Por ejemplo, con quienes se están movilizando en Francia, los llamados "chalecos amarillos" a quienes se ha descalificado como "la revuelta de los palurdos". Y es que el grueso de los movilizados son gentes de ciudades pequeñas, de pueblos que ven su supervivencia amenazada por el impuesto famoso. Gente de abajo, que compraron coches diesel (o sea, contaminantes) por ser más baratos y que se convierten en su única forma de trabajo o de movilidad. Gente que habita en zonas poco pobladas, desindustrializadas y privadas de servicios locales porque todo esto es lo primero que se llevó por delante la famosa crisis iniciada el año 2008 y que aún colea. Gente, se mire como se mire, trabajadora y donde el uso del coche se convierte en imperativo para tener un trabajo y una vida social. Eso, cuando tienen trabajo. Y es, a todas luces, un movimiento interclasista.

A lo mejor no sabéis que una de las críticas que se hacen al impuesto de los carburantes, supuestamente ecológico, es que es un "privilegio de los ricos" (sic). Porque son los "ricos", quienes tienen trabajos bien remunerados y con cierta estabilidad quienes se pueden permitir el lujo de comprar coches híbridos o eléctricos, la recomendación que se hace ahora por casi todos los gobiernos, gobiernos que no dedican apenas nada a una mejora de los servicios públicos (y el transporte es uno de ellos) pero que te dicen que contaminas.


El gobierno francés acusa a esta revuelta de estar al servicio de la "extrema derecha". Es cierto que mucha gente, rural, no hace mucho tiempo votó por el Frente Nacional, neofascista. Pero también lo es que una parte importante de quienes se han movilizado son mujeres y, en los suburbios, gente inmigrante. ¿Esta gente vota al FN? Puede que sí, pero también puede que no. Esto tardó en entenderlo La Francia Insumisa, la formación similar a Unidos Podemos del estado canalla (más conocido como España), aunque al final se sumó a las movilizaciones entre otras cosas para no dejar el terreno expedito al neofascismo y que lo controlase. Aquí, en el estado canalla (más conocido como España) ni están ni se les espera en situaciones similares (y Catalunya es el exponente más claro).

Por supuesto, esto que cuento lo transmito de mi amiga Danielle, muy activa en estas movilizaciones. Y me cuenta que sí, que el movimiento se extendió por Facebook pero no sólo, sino también "y sobre todo", me cuenta, "se apoyó en redes amigas para las movilizaciones concretas, en los amigos, en el boca a boca, en estar rodeadas de iguales y eso ha sido muy importante porque mucha de esa gente sólo vota, no se involucra en el debate político". Y eso es lo relevante y lo que ha dado una gran legitimidad al movimiento. ¿No hablan los "progres" de transversalidad? Pues aquí tienen un ejemplo claro, pero les ha pillado con el pie cambiado porque una cosa es la teoría y otra, la práctica.

Danielle dice que "en un contexto de las condiciones de vida, cada vez más precarias, de las clases más bajas es importante tener buena reputación a escala local y que tiene más tirón un amigo, y el ayudar a los amigos, que cualquier manifiesto". Y cuenta algo muy importante: "por lo general, los sindicatos utilizan chalecos rojos en sus manifestaciones y acciones, pero aquí no han aparecido mientras que sindicalistas conocidos sí han estado, aunque con los chalecos amarillos; y es que otra de las críticas que se han hecho en estas movilizaciones es a los sindicatos por sus vínculos con el poder". Aquí hay que mencionar que la CGT, comunista, decidió apoyar las movilizaciones también tras un debate, mientras que la CFDT y otras, supuestamente socialistas, apoyan al gobierno y piden, a lo sumo, un "debate que haga posible un pacto ecológico".

Esta es la postura lógica de esta gente, pactos diseñados para eludir las demandas principales y acompañar la transición energética. Pero eso sirve al poder porque continúa con su política: destrozar las pensiones, rebajar las prestaciones por desempleo, recortar servicios sociales...

Sigo con Danielle: "es la cuestión de los impuestos y el poder de compra lo que está unificando a la gente pero, sobre todo, cada vez se oye más la denuncia de las desigualdades entre ricos y pobres, entre quienes acumulan y especulan y quienes trabajan". Y sentencia: "si el movimiento continúa, por supuesto que habrá divisiones políticas pero ahora es común el rechazo al gobierno y la desigualdad fiscal. Es complicado separar la brecha entre los impuestos y las reivindicaciones por condiciones de vida dignas. Esta es, también, una movilización inesperada contra la degradación de las condiciones de vida".


"La revuelta de los palurdos" no está pidiendo un diálogo sino que está poniendo contra las cuerdas a un sistema. Lo hace no con concentraciones modositas y moviendo las manos de forma silenciosa, sino cortando calles, carreteras, ferrocarriles y enfrentándose a los esbirros del poder. Buscad las diferencias entre lo ocurrido aquí hace unos años (y dónde están ahora, por cierto) y lo de allá. Es la diferencia entre lo modosito y la acción directa. Los palurdos dan una lección de transversalidad a los señoritos y señoritas, esa transversalidad de la que tanto hablan, tan modositos ellos y tan modositas ellas.



El Lince

1 comentario:

  1. Acabo de llegar a tu blog después de mucho; no me arrepiento de volver.

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