lunes, 12 de junio de 2017

Otro referente que se va

El tiempo pasa, nos vamos haciendo viejos dice una canción de Pablo Milanés. Cierto, muy cierto. Este fin de semana he tenido la mala noticia de que se ha ido otro referente, Miguel D'Escoto.


Le conocí en Nicaragua hace muchos años, siendo yo un jovencito entusiasta y él ya un hombre muy curtido. Decía que no había que tener miedo a hacer frente a nuestras propias contradicciones. Era cura (era de la orden de Maryknoll, una sociedad católica estadounidense que siempre ha tenido entre sus principales ejes de actuación la denuncia de los programas militares de EEUU y su injerencia en otros países) y por su mediación conocí también a cuatro monjas de su orden, estadounidenses, que discutían sobre la necesidad de trasladarse a El Salvador porque consideraban que su trabajo en Nicaragua ya estaba hecho tras haber triunfado el Frente Sandinista y haber derrocado a Somoza. Yo también había decidido ir para allá, pero aún quería estar un tiempo más en Nicaragua.

Si no recuerdo mal era a finales de 1980. Y aún recuerdo los nombres de esas monjas, Ita, Jean, Dorothy y Maura, y lo recuerdo porque unas pocas semanas después de haberlas conocido por la mediación de Miguel D'Escoto fueron violadas y asesinadas por el ejército de El Salvador. Una miserable ley de amnistía dejó en la calle a sus asesinos, y así siguen, libres. Sí, quienes los perpetraron fueron detenidos un tiempo más tarde, pero quienes les dieron las órdenes no.

Miguel D'Escoto era un seguidor de la Teología de la Liberación, fue un perseguido del Vaticano, ese que ahora dicen que es progre (?), que le presionó, al igual que a Ernesto Cardenal, para dejar el gobierno sandinista (era ministro de Asuntos Exteriores). Miguel se negó a obedecer. Le prohibieron decir misa. y esa prohibición se ha mantenido hasta el año 2014 cuando este papa que ahora dicen tan progre (?) se la levantó. No está mal, treinta años después. Como Galileo, rehabilitado casi 500 años después, pero no hay que preocuparse porque sus discursos son muy interesantes (?). Miguel D'Escoto nunca superó esa prohibición, pero tenía claro que él no iba a "traicionar al pueblo" (sic) por obedecer al Vaticano. Porque eso es el Vaticano, siempre al lado del poder y siempre alejado del pueblo pese a los discursitos de marras que tanto gustan (?) a quienes van de progres.

Nos volvimos a encontrar en México un poco antes de que fuese elegido presidente de la Asamblea General de la ONU (2008-2009). Por supuesto que no se acordaba de mí, aunque cuando le relaté el episodio de las monjas asesinadas en El Salvador sí dijo que recordaba algo de ello, "de lo del chele"(así llaman a los blancos en Nicaragua y en algunos otros países de la zona). Da igual, yo siempre le consideré un referente. Era un internacionalista convencido, nunca dejó de construir puentes entre los pueblos y las palabras que más utilizaba eran no alineamiento, cooperación, respeto a los pueblos y paz.

Eso lo dejó bien patente cuando a finales de su mandato como presidente de la Asamblea General de la ONU puso en marcha dos iniciativas que molestaron, y mucho, a Occidente. La primera, la organización de una conferencia sobre la crisis financiera y económica mundial y sus impactos sobre el desarrollo. La segunda, la invitación a destacados intelectuales (Chomsky, Bricmont o Thiong'o) para debatir frente a/con los siempre acartonados representantes diplomáticos ante la ONU sobre la nueva estrategia que Occidente quería imponer -e impuso, aunque no como quiso- en las relaciones internacionales: la "responsabilidad de proteger" (neolengua del hasta entonces llamado "derecho de injerencia").

D'Escoto era consciente de las limitaciones de la Asamblea General, que casi no tiene nada que hacer y solo tiene una finalidad teórica y "moral". Pero eso no le arredraba en absoluto: "no queremos que sean solo un G8 o un G20 los que hablen y decidan (...) en una democracia real la mayoría es quien decide y por eso empecé a hablar de que la que debe imponerse es la voz del G192, de todos los miembros de la ONU; hay que dar esta batalla para que democráticamente todos puedan participar en el diseño de la nueva arquitectura financiera, económica, monetaria y comercial mundial".

D'Escoto no era un iluso y utilizó el poder del que disponía para enredar lo suficiente sin miedo a molestar. Se atrevió a levantar la voz -era presidente de la Asamblea General de la ONU- cuando Israel llevó a cabo una de sus habituales matanzas en la Franja de Gaza (decidme quién más lo ha hecho), criticó "la falta de voluntad política y la palabrería" de las naciones mas poderosas para hacer frente a "las graves injusticias y desigualdades existentes en el mundo" y abogó por el multilateralismo como la mejor opción para las relaciones entre los Estados.  En lo que yo considero su testamento político, lo pudo decir más fuerte, pero no mas claro al criticar a las potencias del Consejo de Seguridad de la ONU: "para ellos no existe la igualdad soberana de todos los estados miembros [de la ONU] y lo de la obligación de impedir las guerras son, para ellos, pequeños detalles que no merecen ser tomados muy en serio".

Tras dejar la presidencia de la Asamblea General, siguió trabajando en la idea de "reinventar la ONU" y fue uno de los impulsores de "la defensa de la Madre Tierra", hasta el extremo de que el presidente boliviano Evo Morales le pedía habitualmente consejo.

Miguel D'Escoto ha muerto. Para mí será siempre un referente.

El Lince

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