lunes, 22 de mayo de 2017

Y el verdadero enemigo es...

No, no es Corea del Norte. Ya os dije que iba a dejar, por ahora, de hablar de este país porque con toda la parafernalia de los últimos días está pasando desapercibido algo de un gran calado y que es lo que está oculto en el viaje que Donald Trump está realizando por Oriente Próximo. Nadie se ha hecho una pregunta tan sencilla como por qué el primer viaje que realiza al exterior como presidente sea a esa zona del mundo.

Si en verdad es tan peligroso Corea del Norte, lo normal es que hubiese ido a Japón para reforzar la sumisión de este país (un dato: en Okinawa está la base más potente que EEUU tiene en esa zona del mundo, mucho más que las que tiene en Corea del Sur o en Australia; pues bien el 79% de la población de Okinawa no quiere la base, el gobierno local no quiere la base... pero al gobierno de Japón le importa una higa, a EEUU le importa una higa y, por lo tanto, la base no sólo sigue allí sino que hay proyectos de ampliación... "¡por la amenaza de Corea del Norte"! (sic).

Pero no, todo son fuegos de artificio en una superpotencia que está muriendo pero que antes de hacerlo quiere realizar un último favor a sus fieles y leales súbditos: quiere dejar escrito en su testamento que hay que eliminar al gran enemigo y ese no es otro que Irán. Ya os dije que la razón fundamental del ataque contra la base aérea siria con la excusa del ataque con gas era Irán y que se había hecho, entre otras razones, porque ese era uno de los lugares a los que llegaba, decían, las armas que Irán proporciona al movimiento político-militar libanés Hizbula. El otro lugar es, dicen, el aeropuerto de Damasco, pero de ese se encarga Israel con sus ataques.

Pues bien, el viaje de ahora de Trump tiene que ver con todo ésto. Lo que hay en marcha es no sólo un fenomenal contrato armanentístico para los sauditas -y no hay alguien más inútil que ellos porque por muchas armas que tengan, por muy sofisticadas que sean, son incapaces de derrotar a un pueblo como el yemení, así que no digamos a otros- (y, por cierto, con ello se gana definitivamente al complejo militar-industrial y al Pentágono) sino que por encima de ello lo que hay es la aprobación definitiva de los planes sectarios sunníes contra los shííes.

Trump puede que sea muchas cosas, pero es alguien que tiene claras algunas cosas y las ha expresado con rotundidad en su visita a Arabia Saudita. Quiere crear un bloque militar que libre una guerra contra el llamado Estado Islámico (porque no quiere involucrar de forma directa a sus tropas) y que, al mismo tiempo y habiendo cogido experiencia de combate, desafíe "enérgicamente" la "creciente influencia regional" de Irán (esto suena de maravilla en los oídos sauditas). Por lo tanto, no hay que dejar que Irán pueda desarrollar su futuro por sí mismo.

En unos momentos en los que en Irán ha habido elecciones (que no hay en Arabia Saudita, por ejemplo) y en las que ha ganado el actual presidente, Rouhani, Trump ha vuelto a mantener que el gobierno de ese país tiene que seguir aislado "hasta que tenga un régimen diferente". Trump dijo durante toda su campaña electoral que no iba a promulgar el derrocamiento de gobiernos, pero eso no le ha durado ni tres meses. Arabia Saudita aplaude con las orejas.

Trump no ha dicho nada del otro mundo puesto que nada más tomar posesión de la presidencia lo que hizo fue violar el acuerdo nuclear dando la apariencia de que no lo hace. Me explico: dado que no puede enfrentarse a medio mundo (China, Rusia, Gran Bretaña, Francia y Alemania, que fueron los otros firmantes del acuerdo), y como veis algunos son sus vasallos, lo que hace es continuar congelando los fondos iraníes en los bancos estadounidenses con la excusa de que las pruebas de misiles que realiza Irán son contrarias a dicho acuerdo. Así que desde que se firmó el mismo, hace ya casi dos años, de los 140.000 millones de dólares que tiene Irán (¡gran error!) en los bancos de EEUU y que le debían haber sido devueltos sólo ha recibido 14.000 millones.

Pero lo más importante no es esto, con serlo ya de por sí. Es que Trump está impulsando la creación de una especie de OTAN sunní. Hoy va a estar en una reunión a la que asisten "organizaciones y países islámicos" -ocultando que el shíismo también es una rama del Islam, es decir lo mismo que una reunión de países cristianos como si los cristianos fuesen únicamente los católicos y no los protestantes o los ortodoxos- para aislar y atacar a los shiíes. O lo que es lo mismo, una OTAN sectaria en el mundo islámico que está dispuesta a ir a la guerra no contra los infieles (los cristianos) sino contra los herejes (los shiíes). Habréis de saber que el mayor insulto que un musulmán puede lanzar a otro es el de "rafad" (hereje) y que la denominación de "rafaditas" es obligada cuando se menciona a las organizaciones shiíes.

Trump sabe que los países árabes están contra las cuerdas tanto por su discurso contra el terrorismo del llamado Estado Islámico como por la derrota de sus patrocinados en Siria. Es el momento oportuno para realizar una operación encubierta, otra más, y dirigir el camino hacia otros objetivos: Irán (algo que complace sobremanera a los sauditas y sus vasallos menores del Golfo) y, sobre todo, a lo que se conoce como "el eje de la resistencia" contra Israel (el propio Irán, Siria, Hizbulá y alguna que otra organización palestina).

Dado que una guerra contra Irán no es posible hoy por hoy, hay que empezar con los eslabones más débiles. Los palestinos lo son, por supuesto, y en la visita de Trump esta prevista una reunión con el llamado presidente de la Autoridad Palestina -que ahoga siempre que tiene ocasión a la resistencia, y ahí está ahora mismo la huelga de presos palestinos a la que no hace ni caso ni apoya, o la presión para que no haya suministro de electricidad a Gaza- para sancionar definitivamente su sumisión. El otro es Hizbulá, puesto que aunque Siria está debilitada por la guerra aún tiene una cierta capacidad de respuesta y más teniendo como aliado a Rusia.

Hizbulá ha pasado de ser el héroe al villano. De héroe contra el régimen fascista de Israel, al que derrotó en los años 2000 y 2006 -lo que no ha logrado ningún gobierno árabe- ha pasado a villano por su apoyo al gobierno sirio en la guerra. Todos los gobiernos árabes, que tuvieron sudores fríos con la popularidad de Hizbulá, desataron una guerra sectaria -contra esta organización, sobre todo- que ha sido hasta ahora verbal pero muestran que ya están dispuestos a va a dar un paso definitivo: la guerra abierta.

Ya se han dado pasos intermedios como la declaración de "organización terrorista" por la mayor parte de los países árabes (menos Siria, Líbano, Irak y Argelia, y otros dudosos como Egipto y Túnez) y luego la aprobación de sanciones para intentar secar sus recursos financieros. Ahora, con la venta de armamento y la OTAN sunní, el mensaje es mucho más claro. Hizbulá es una formidable fuerza político-militar que ha puesto de rodillas a Israel y que no tardaría en hacer lo mismo, y con mayor contundencia, con otros. Pero eso se revierte, o así creen estos sectarios, con el contrato de armas y la creación de la OTAN sunní. Hay seis países, siete con EEUU, que apuestan por la guerra: Arabia Saudita, Jordania, Kuwait, Bahrein, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos. Estos países han enviado representantes a Riad para reunirse con Trump durante esta visita. La oferta que le van a presentar es normalizar las relaciones con Israel (relaciones comerciales y permiso para que puedan sobrevolar sus cielos los aviones israelíes como primer paso) a cambio de una reanudación de las conversaciones con los palestinos y de mantener el aislamiento e Irán. Así esperan debilitar, sobre todo, a Hizbulá.

Todos estos países van a cometer el mismo error que el régimen fascista israelí: subestimar, otra vez, a Hizbulá. Y, desde luego, a Irán. Si pese a haber ganado las elecciones el más modosito se habla de "un régimen diferente" no hace falta ser muy listo para saber que Irán continuará, e incrementará, su apoyo a Hizbulá. Y tampoco hace falta ser muy listo para saber que Rusia no se estaría calladita puesto que ya ha firmado varios acuerdos con Hizbulá y ha parado en la ONU dos intentos de lograr que sea considerada "organización terrorista" a nivel mundial.

Los países árabes sunníes están lanzando un mensaje al mundo occidental: Israel ya no es su enemigo, si es que alguna vez lo ha sido, sino que su enemigo ahora es otro: el shiísmo. Y occidente, sobre todo EEUU, ha comprado el discurso con mucho agrado. Pero pronto, de seguir las cosas así, estas sonrisas y los aplausos que dan ahora se convertirán en lágrimas.

El Lince

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