El fracaso de Syriza
¡Puff! La pompa de jabón explotó. La estrategia de Syriza en
Europa ha fracasado miserablemente. Después que Tsipras anunciase a bombo y
platillo por televisión que el odiado programa de rescate no sería ampliado y
que Grecia tendría un nuevo comienzo sin austeridad (para eso fue elegida
Syriza, por cierto) se ha plegado en prácticamente todas las demandas hasta el
punto que la Comisión Europea está dando palmas con las orejas de contento.
Ya os dije aquí que Syriza, defendiendo lo indefendible, se
refugia en la semántica para aparentar que ha ganado y vender a su gente que es
así. La campaña lanzada por televisión, radios y periódicos es vomitiva para
que la población griega trague con el acuerdo, y está tragando. El periódico del
gobierno, Avgi, es como cualquier otro que aquí apoya al PSOE, al PP o a ambos:
una mierda. Lo bueno es que aquí cada vez se leen menos los periódicos (como osdije aquí) y lo malo en que en Grecia se leen bastante al calor del triunfo de
Syriza. De ahí que la campaña loando el “triunfo” (¿) de Syriza sea de tal
calibre que no se pueda soportar. No hay voces críticas, se ningunean y sólo
cuando históricos de la resistencia antinazi como Manolis Glezos, hoy
eurodiputado de Syriza y el partisano que lanzó al suelo la bandera nazi que
ondeaba en el Partenón de Atenas el 30 de mayo de 1941, el primer acto de resistencia contra los nazis en Grecia, critican el acuerdo con "las instituciones", antes llamadas "troika", los medios de propaganda, antes llamados de
comunicación, (sí, también les utiliza Syriza) se ven obligados a hablar de
ello.
Aún quedan cuatro meses para el acuerdo final, lo que hay
ahora es una prórroga, pero cada vez está más claro que hay muy pocas
posibilidades de que el programa de Syriza se pueda llevar a cabo. Y no es sólo
por la presión y resistencia de la oligarquía europea, sobre todo alemana, y
tampoco se puede decir que sea una maniobra táctica de Syriza, como estoy
empezando a ver por ahí.
El mandato popular es claro: un programa puente sin medidas
de austeridad, para asegurar la liquidez y con presupuestos equilibrados, no reconocimiento
de la deuda. Pues no, nada de nada. El gobierno de Syriza tiene las manos
atadas en todas y cada una de estas cuestiones y el gobierno de Syriza se ha
plegado ante lo que podría suponer una ruptura con las políticas europeas.
Nada en el
acuerdo con Europa cambia lo esencial, aunque la palabra “troika” haya sido
sustituida por “instituciones” y “el programa actual” en el que se exigía a
Grecia continuar con las privatizaciones haya sido sustituido por “arreglo
actual”. Se mantiene que serán “las instituciones” las que tendrán la última
palabra, lo que significa una reafirmación de que será Alemania quien imponga
cuándo y cómo finaliza el procedimiento de evaluación de la antigua troika o
nuevas instituciones de los acuerdos. Y para que no haya dudas al respecto, en
el acuerdo del martes se afirma específicamente que las instituciones son el Banco
Central Europeo y el FMI. Grecia había dicho que el FMI no pintaba nada. Pues
vaya si pinta. Sobre todo cuando se dice, y lo ha firmado Grecia, que "las
autoridades griegas reiteran su compromiso inequívoco para honrar sus
obligaciones financieras con todos sus acreedores”. No soy un experto, pero eso
me suena a algo así como “olvidaros de criticar o discutir sobre recortes, reducción
de la deuda, cancelación de parte de la deuda y cosas así”. Es decir, olvidaros
del núcleo central de los compromisos electorales de Syriza. Sé que aún hay
optimistas -¡de nuevo ha salido Zizek a la palestra, aunque ha tardado unos días!-,
así que voy a darles un clavo ardiendo para que se agarren a él cual acto de fe
de la Edad Media: es posible que se reduzca un poco la presión de Europa porque
se dice en el acuerdo que “para la meta del superávit primario de 2015 tomará
en cuenta las circunstancias económicas de este año”.
Todo lo que está
pasando se puede traducir en una sola y contundente frase: sea cual sea el
resultado electoral en cualquier país y el gobierno que surja de él son las
instituciones europeas las que deciden. El
presidente de la Comisión Europea, Juan Claude Junker, ese que regala todo lo
habido y por haber a las multinacionales para que no paguen impuestos, lo ha
dicho muy claro: “no puede haber una elección democrática en contra de los
tratados europeos”.
No lo dice
porque sí. Os repito el punto clave de toda este historia, no desmentido por
Syriza: "Las autoridades griegas se
comprometen a abstenerse de cualquier desmantelamiento de medidas o cambios
unilaterales en las políticas y reformas estructurales que podrían afectar
negativamente a los objetivos fiscales, la recuperación económica o
la estabilidad financiera, según la evaluación de las instituciones".
Syriza está
haciendo circular un nuevo discurso: la emergencia humanitaria. Bonito, pero
insustancial. Incluso puede que “las instituciones” se apunten a él y no lo
vean con desagrado para evitar que el vaso de la ira popular se desborde. Y no
basta únicamente con el salario mínimo (ahora una aspiración para este año y ya
no una realidad) o el restablecimiento de la legislación laboral, de los
convenios colectivos, sino de introducir cambios en el sistema bancario para
reforzar el control público (aunque ya ha desaparecido del lenguaje de Syriza
lo de “propiedad pública”). No es en lo único que se está desdiciendo. Ya no
hay ni una mención a los cambios estructurales para acabar con las medidas de
austeridad.
Syriza ha
negociado con una pistola en la cabeza. Pero lo que también es una certeza es
que Syriza, voluntariamente, no ha jugado su gran baza: la salida del euro. Y
otra gran baza, la salida de la OTAN. Incluso un hipotético acercamiento a Rusia o China.
Sólo hay una
respuesta posible: Syriza nunca optó por ello como cuestión estratégica, ni
siquiera táctica. O tal vez dado el principal gen de Syriza, la
socialdemocracia, pensase que algún socialdemócrata europeo se iba a
solidarizar con ellos si ganaban. Tal vez pensasen en los socialdemócratas
italianos o en los franceses. Tal vez pensasen que si no se iban a solidarizar
enfrentándose a Alemania al menos iban a emitir comunicados y posturas de
comprensión. Nada de nada. Aquí fue cuando Syriza entró en un estado de pánico
total y comenzó a renunciar a casi todo.
Pero eso deja
claro el camino: no es posible una solución positiva para los pueblos europeos
dentro del euro. Ya no se puede mantener la ficción (me estoy acordando del
programa económico de Podemos) salvo que se intente vender como carne el
pescado, como dice un refrán griego.
El Lince
Si el artículo de Žižek que leí es el mismo que hace referencia acá pues vaya mierdas escribió
ResponderEliminarCompañero Lince, un gran aporte para quienes quieren desenmascarar al reformismo y la socialdemocracia internacional como un franco apéndice del imperialismo
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