martes, 19 de abril de 2016

La oscuridad del momento presente

La frase no es mía, es de Ernst Bloch, filósofo alemán y marxista convencido que se enfrentó con casi todo el mundo. Pero define a la perfección lo que estamos viendo, desde Grecia hasta Argentina, desde Islandia hasta Brasil. Bajo la apariencia de una mayor información y de una mayor libertad, los pueblos cada vez son más ignorantes y menos libres. Que los diputados de Brasil hayan votado por una abrumadora mayoría la destitución de Dilma Rousseff con el brillante argumento de "por Dios y por la familia" o "por Jesucristo venceremos al mal" (43 de ellos lo hicieron así) y que sean jaleados por la gente -blanca- en la calle pone de manifiesto lo que está pasando.

Hoy ya no hacen falta los golpes de Estado clásicos. Tal vez incluso sería demasiado para los ignorantes. Pero se ponen en marcha los golpes de Estado "blandos" con los que devolver a los gobiernos -que no al poder, éste siempre ha estado en las mismas manos- a los más serviles con los verdaderos amos del poder. Los casos de Argentina y Perú son paradigmáticos, como antes en Chile, donde se ha votado a banqueros, a millonarios y ponen de manifiesto el nivel al que se ha llegado. Ya os dije que otro filósofo alemán, Wilhem Reich, calificó este tipo de situaciones como "el fascismo cotidiano".

Se ha interiorizado tanto el discurso que se ve como normal que el 60% de los diputados que votaron a favor de la destitución de Dilma por corrupta -que no lo es, es una incapaz y una meapilas progre sin nervio para enfrentarse a un sistema depredador- están ellos mismos acusados de corrupción. Los corruptos acusando a quien no lo es, y todos ellos jaleados por la gente -blanca-, los medios de propaganda, los jueces...

El PT brasileño, Dilma, Lula han promovido, alentado a esta especie de clase media que siente pánico a la proletarización, a perder su estatus que, aunque sea poco, siempre está por encima de otros. El PT, Dilma, Lula se consideraron una "tercera vía" frente a otros modelos políticos, económicos y sociales, bien fuese Cuba o la Venezuela de Chávez. El PT, Dilma, Lula fueron considerados, también por quienes mandan realmente, como "la izquierda sensata". Pueden ir tomando nota quienes alientan similares aspiraciones de "terceras vías" en otras partes del mundo.

Nada de eso les ha servido. Ayer tuve una conversación con alguien que se había molestado por lo que escribí el domingo y justificaba -¡ah, estos progres siempre con lo mismo!- a Dilma argumentando que "se había visto forzada a tomar decisiones económicas liberales contrarias a las expectativas populares". Supongo que no hará falta decir a qué formación política española muy nueva pertenece. Es el mismo argumento esgrimido por Syriza en Grecia, el mismo que esgrime ya esa formación política tan nueva -y ya tan conservadora- en el Estado español. No. Si hay voluntad de no hacerlo y de buscar caminos alternativos, se buscan. La cuestión es que no hay esa voluntad porque lo relevante, para este tipo de gente, es la ilusión del poder. Lo curioso del caso es que esta persona no es un simple militante, es un cuadro importante de esta formación que se está desdiciendo de casi todo lo que dijo hace un par de años, cuando surgió, y que pone de manifiesto lo que harían si estuviesen en algún ámbito de gobierno (ya digo que nunca tendrían el poder real y me atrevo a decir que ni lo intentarían).

Es cierto que la primera etapa del PT fue interesante porque puso en práctica una cierta política favorable a las clases populares (hambre cero, salud, alfabetización) y que promovió la presencia del país en ámbitos multipolares, como los BRICS (aquí estuvo más activo Lula que Dilma). Pero también lo es que no realizó ninguna reforma estructural ni siquiera en estos ámbitos. Se pueden poner no uno, sino cientos de ejemplos aunque tal vez los más significativos son los referentes a la reforma agraria y al tratamiento que se ha dado a la delimitación de los territorios indígenas, a la manga ancha con los intereses empresariales (mineros y madereros) con el manido argumento de los puestos de trabajo frente a los derechos de los pueblos indígenas. El que Dilma nombrase como ministra del ramo a una ganadera contraria a los indígenas dice mucho sobre qué tipo de personaje es, ella y su partido, y que eso de que "se ha visto forzada" no es más que un autoengaño. Lamentablemente, hay mucha gente que se autoengaña y que, por lo tanto, engaña.

El PT quiso promover "una nueva clase media" apartándose de las tendencias más combativas de sus propias bases, mimó a este sector que ahora le desprecia, Y lo hizo siguiendo casi a rajatabla las imposiciones del Banco Mundial, es decir, sin revertir todo lo hecho anteriormente por los gobiernos más neoliberales de lo que ha resultado el PT. Durante estos años, como dije, ha destruido gran parte de la combatividad atrayendo a mucha gente hacia la institucionalización controlando su miseria, que no anulándola, incluso convirtiéndola en virtud. Los sindicatos se convirtieron en colaboradores de toda esta política -a lo mejor os suena de lo que hacen en otras partes- y casi desapareció el concepto de clase.

También es cierto que el PT está enfangado en la corrupción, algo que se esgrime como una de las principales acusaciones a favor de la destitución de Dilma. Pero me he tomado la molestia de ver algunos vídeos de las manifestaciones que se hicieron en marzo contra Dilma y he encontrado verdaderas joyas: "Dilma es una miserable, mi familia ya no es capaz de tener sirvientes porque no les puede pagar debido a sus leyes laborales". Esto lo dice una jovencita blanca, con la cara pintada con los colores de la bandera de Brasil. La gente a su alrededor, sonríe.

¿Cómo está reaccionando el PT? Pues igual que reaccionó no hace mucho tiempo el PP cuando todo el Estado español (España, para otras latitudes) hervía de manifestaciones populares contra sus políticas: "Las voces que se expresan en la calle no son necesariamente las mismas que se expresan en las urnas". El PP español argumentaba sobre la diferencia entre "la mayoría silenciosa y la ruidosa". Por cierto, desde que la formación política nueva de quien se molestaba por lo que escribí está en parlamentos y ayuntamientos las movilizaciones populares casi han desaparecido. Es casi como decir, "ya estamos en las instituciones, ahora dejadnos a nosotros". Genial. Lo mismo que hizo el PT, y así le ha ido.

Al PT ya no le queda otra opción que adelantar las elecciones presidenciales con la esperanza de que Lula vuelva a ser el referente que aglutine a toda la gente que confió en ellos en otras ocasiones. Pero ya no será lo mismo. Ha pasado mucho tiempo, muchas cosas y muchas esperanzas se han truncado. 

Tal vez, solo tal vez, haya alguien que recoja un aspecto poco conocido de la historia de Brasil como la que representó un personaje crucial: Carlos Marighella.


No os lo voy a poner fácil, investigad sobre él. En algunas ciudades de Brasil se han presentado iniciativas para poner su nombre a calles y plazas (en Sao Paulo hay un pequeño monumento a su memoria que sistemáticamente es pintado con símbolos nazis; también en el barrio Jardín Elisa María hay una calle con su nombre, justo al lado de otra con nombre muy reconocible en la lucha revolucionaria de Brasil: Olga Benario; esto sí hay que agradecérselo al PT puesto que se decidió en su alcaldía). Carlos Marighella era un hombre imprescindible y que, sin duda, daría luz al momento presente.


El Lince

No hay comentarios:

Publicar un comentario